Del retorno a la democracia y sus reales responsables

La Democracia y lo que se crea entender por ella, es un patrimonio de todos los chilenos y chilenas. Por tanto, está lejos pertenecer a un grupo de personas en particular, puesto que si ello ocurriese, estaríamos hablando de otra forma de gobierno. Juan Félix Burotto, mi maestro, indicaba: La Democracia es una construcción teórica, acabada pero llena de imperfecciones, que presupone una delegación o entrega de representatividad no definida plenamente.

En estos días, la clase política intenta (re) escribir un relato del Retorno a la Democracia, encumbrando la imagen de algunos políticos a la condición de próceres libertadores que sacaron nuestra República de las oscuras tinieblas dictatoriales. Esto acomoda a la élite gobernante que necesita arrimarse a íconos –erguidos por ellos mismos- para acercarse a la ciudadanía y al mismo tiempo, les signifiquen votos en las elecciones más cercanas.

La sociedad civil, bajo el actual sistema político e institucional -consolidado en los gobiernos posteriores a la dictadura- sólo tiene participación real y vinculante cuando sufraga, las otras instancias sólo son consultivas. A pesar de esto, el acceso y uso de la información generó horizontalidad en la relación gobernantes/gobernados.

Con la llegada de la alegría, la institucionalidad redujo a su mínima expresión la participación ciudadana en la toma de decisiones, de esta manera los que antes fueron activos participantes protagónicos en cada uno de los procesos y jornadas para recuperar la democracia bombardeada, después pasaron a tener un rol menor, reducido al simple voto.

La Democracia es una construcción teórica, acabada pero llena de imperfecciones, que presupone una delegación o entrega de representatividad no definida plenamente.

La encuesta del CEP publicada en noviembre del 2015, indica entre otras cosas, que el 72% de la población rechaza a las dos coaliciones políticas y el 92% jamás se ha vinculado con un político de la tele, dicho de otro modo, la élite está cada vez más alejada de la ciudadanía. Sólo de esta manera se entiende que los congresistas ganen 32 veces un sueldo mínimo; o que sea normal endeudarse 20 años para estudiar una profesión; o que algunas viviendas sociales sean de 38,8 metros cuadrados.

Que nos expresemos libremente, no es gracias a Patricio Aylwin; ésta democracia perfectible se la consiguieron nuestros padres, tíos, hermanos, vecinos y amigos que hicieron andar el país antes y después de la dictadura militar; cada uno de esos chilenos y chilenas que superaron el miedo a la severa represión es el real responsable de su recuperación de éste sueño tangible, llamado democracia.