¿Será capaz el movimiento social de los años que han pasado de levantar sus propias caras políticas, sus propios candidatos con el fin de imponer o manifestar la idea original en el parlamento, ese sentir popular que motiva que los consumidores se transformen de una vez por todas en ciudadanos?
Ganas no faltan, discursos encantadores y libertarios tenemos cada día. No cabe la menor duda de que Chile entero (haciendo un flashback incoherente, todo esto iniciado principalmente por los pingüinos del 2006 hasta hoy, pasando por el 2008, el 2011 y el año que recién dejamos atrás) ha elegido cambiar el país, protestar y manifestarse por lo que le parece injusto e indebido, injusticias que tienen una historia muchas veces forjada por la gente de la “nube política” que hoy gobierna el país (educación, isapres y afps , privatización del cobre- impuestos y muchos problemas más), “nube política” , en la cual la gente no confía ni “porsiacaso”, pero que de igual manera (probablemente) será votada en las elecciones de octubre de este año.
¿Qué pasa con las muchas veces nombradas “caras nuevas” de la política? ¿Serán suficientes para tener influencia en el parlamento, teniendo en cuenta lo difícil que es cambiar las leyes cuando hay minoría, en especial cuando son leyes orgánicas constitucionales? ¿Qué nexo activo habrá entre querer cambiar el país y la política? ¿Seremos lo suficientemente influyentes para pasar de la conciencia social general a la acción política? ¿Qué camino se tomará? ¿El de crear el poder popular suficiente para introducirnos en el mundo de la política (y no de la politiquería trastocada de la izquierda o la derecha), o simplemente dejar que los líderes ya unidos a partidos políticos respeten (alguna vez en la historia) el ideal soberano del movimiento social surgido y no negocien como si fuera dinero las ideas del pueblo con los partidos más poderosos?
Quizás pueda responder a éstas incógnitas, o quizás no, o quizás tú me las puedas dar, pero de igual forma, quedarán escritas, siendo la gran pregunta cómo saltar de la opinión o la idea a la acción política en el aquí y el ahora. Somos ciudadanos que podemos influir en los círculos sociales cercanos, o en el barrio, o en la familia, o simplemente con los amigos en el liceo, en la universidad, etcétera. ¿Será capaz el movimiento social de los años que han pasado de levantar sus propias caras políticas, sus propios candidatos con el fin de imponer o manifestar la idea original en el parlamento, ese sentir popular que motiva que los consumidores se transformen de una vez por todas en ciudadanos? En resumen, del movimiento social a la acción política: ¿cómo provocar esto en pleno siglo XXI, en la era de la información inmediata, donde al parecer todo parece más fácil, cuando la asamblea de Magallanes o Aysén sabe en minutos lo que decidió la asamblea de Calama?
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Foto: Diego Fernández / Licencia CC
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