Si el voto obligatorio fuera capaz de incorporar las opiniones disidentes estaríamos en presencia de una auténtica Revolución Electoral.
Incorporar la obligatoriedad del voto no es "anti-ciudadano", por el contrario, sería activar un “deber ciudadano”. Exigir al ciudadano una responsabilidad sobre el destino de nuestra convivencia es la base para exigir lo mismo a quienes gobiernan y a quienes pretenden hacerlo. Quienes ejercen la política deben hacerse cargo de la falta de interés público en la política, deben hacerse cargo del desprestigio y desconfianza que entre la ciudadanía es un lugar común sobre los políticos. Pero hasta ahora los políticos parecieran no estar preocupados, parecieran tener asegurado el acceso de sus cargos, y asegurada la legitimidad de su función. No se conmueven con los ciudadanos disconformes; debe ser que estos sectores críticos no están en posición de cuestionarlos con efectividad, aunque las decisiones políticas puedan afectar gravemente la vida de los sectores críticos. El ciudadano debe participar de su sociedad mediante el sufragio, pero a cambio debe exigir ser escuchado. Los votantes merecen una política que les permita incorporar su opinión, sea esta una opinión favorable o una disidente.
¿Quién evalúa a los políticos? En teoría lo hacemos nosotros, los votantes. En democracia los cargos se legitiman en la votación. Pero si quisieras manifestar tú rechazo a las candidaturas. ¿Qué haces? Podría ser lógico marcar Nulo o Blanco. Pero la votación seguiría adelante y los cargos electos serían legitimados por quienes votaron adhiriendo a los candidatos. Si quieres manifestar una crítica esta opción representa un fracaso.
Luego podrías optar por no inscribirse, quedar excluido del sistema electoral… y muchos dirán con falsa autoridad “Si no están inscrito, no puedes opinar”. Resulta que estamos en presencia de un ciudadano interesado en la política, su único pecado está en que su interés se manifiesta con crítica. Si participa de la “democracia” su crítica se desvanece en legitimidad. Si no participa “no debe opinar”. ¿Ser disidente es un delito? Para quienes están insatisfechos no existe una opción que los incorpore dentro del sistema electoral; eso no es muy democrático.
Si el voto fuera obligatorio todos participarían, y eso tiene el gran beneficio de incorporar masivamente los intereses de la ciudadanía; además de garantizar la legitimidad de las elecciones. Pero una vez más ¿Qué haces si los candidatos o sus ideales no merecen tu apoyo? El voto, que por deber ciudadano vas a emitir, va a legitimar a candidatos que según tu propio juicio no lo merecen. ¿Deberías entonces marcar un voto Nulo o Blanco… que finalmente no será considerado dentro de los resultados? Error! Una vez más el ciudadano disidente esta coartado en su opinión. En medio de las libertades civiles no se permite ser disidente.
Yo apoyo la inscripción automática y el voto obligatorio. Pero la política debe ser capaz de afrontar una evaluación ciudadana seria en la que votos blancos y votos nulos fueran incluidos como una forma válida de participación. ¿O es que la política teme ser evaluada negativamente y sólo se conforma con cuidar de su legitimidad? Estoy llamando a un gesto de "grandeza política", llamo a incorporar a quienes están disconformes. Actualmente el voto blanco, o el voto nulo, son embolsados dentro de una misma categoría con valor electoral cero. Tras cada elección escuchamos “De los votos válidamente emitidos…” así reza la frase que sentencia la invalidez de las opiniones críticas; simplemente no son consideradas. Sería una verdadera revolución democrática que se ofreciera incorporar las opciones disidentes de: Abstención, Voto Blanco, y Voto Nulo. Siendo todas ellas consideradas dentro de “los votos válidamente emitidos” para realizar cualquier cómputo. Y merecerían ser considerados como válidos ya que fueron emitidos por ciudadanos válidamente inscritos que cumplieron con el deber de sufragar. La Abstención se consideraría un voto válido sin consecuencias, el ciudadano “se abstuvo”. El Voto Blanco se consideraría un voto válido cuya consecuencia sería sumarse a la mayoría simple. El Voto Nulo se consideraría un voto válido que desaprueba a los candidatos, si el voto nulo obtuviera mayoría simple los candidatos serían rechazados por la ciudadanía; llamándose así a una nueva convocatoria de elecciones.
Estas opciones son ejemplos rápidos pero el fondo de la propuesta es claro: Todo ciudadano inscrito que asista a sufragar tiene derecho a ser incluido dentro del sistema electoral. Los políticos que trabajen con honestidad y de cara a la ciudadanía no tienen nada que temer, la ciudadanía nunca ha sido amante de la anarquía. Al incluir la capacidad de crítica ciudadana estaríamos ampliando la legitimidad de nuestra democracia ¿Tenemos algo que temer?
A quien corresponda, tómese un minuto antes de decir “es fácil criticar desde afuera, sin proponer nada…” No se trata de eso. ¿Nunca ha recibido una crítica? ¿Nunca ha sufrido un rechazo? Primero, no quiero una crítica desde afuera, quiero que se permita criticar desde adentro. Segundo, no es criticar sin proponer, es exigir ser escuchados. La ciudadanía está llamada a evaluar y legitimar a sus autoridades. Es labor de quienes ejercen esa autoridad, o de quienes pretenden ejercerlo, estar en contacto con las necesidades y opiniones de sus electores ofreciendo una gestión de calidad. Esto se trata de participación, que todos puedan colaborar en la construcción de nuestra sociedad, ser crítico no es sinónimo de ser destructivo. Sí es destructivo que no se pueda participar críticamente. Se trata de ser exigentes… es posible, no lo descarte a priori, le haríamos mucho bien a nuestra democracia.
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