Debido al fallecimiento del cabo segundo Cristián Martínez, han aparecido algunos «iluminados» de la UDI que han propuesto volver a la pena de muerte con el objetivo de endurecer la pena hacia quienes dañen a carabineros de Chile.
El día de ayer el ex director general de carabineros Alberto Cienfuegos, en el programa de Mega «En pauta», aclaró que esta institución solo puede hacer uso de las armas en casos de igualdad de condiciones con los atacantes y siempre y cuando su propia vida esté en peligro. Sin duda, a muchos nos vino a la memoria el asesinato de Manuel Gutiérrez el año 2011, o la muerte de Matias Catrileo, como un importante referente en el conflicto mapuche.
Fuera de este tema de discusión falta preguntarse ¿de dónde salen las armas? Hasta julio del año pasado existían 750.000 armas inscritas, según cifras del DGMN y, además, ha existido una baja desde el año 2006 en la inscripción de estas. Carabineros ha generado diversas campañas para la entrega de armas ilegales y legales con tal de generar mayor tranquilidad en la población, argumentando que muchas de las armas que hay en la calle son robadas de casas en que están inscritas. Sería importante identificar de dónde salen aquellas de alto calibre (aquellas que no se venden en una tienda común). Sólo recordando dos casos recientes: está el ciudadano español que tenía armas de guerra en su casa y también el año pasado el caso de Italo Nolli. Con esto surge también la duda de la efectividad de nuestras fronteras: ¿qué tan efectivas son las revisiones que estas realizan?
Personalmente no creo que todas las armas ilegales que se encuentran en el país pertenezcan a robos de casas. Existe un tráfico de armas que no ha sido identificado o que simplemente no interesa investigar. Bajo una lectura rápida, el caso del cabo segundo buscará la implementación de la tan discutida «Ley Hinzpeter», con muchos parlamentarios queriendo ser más radicales con las medidas, para mostrar de manera suave (a pesar de ser bastante dura) la ley Hinzpeter, pero sin una discusión profunda que responda a esta pregunta y aun más lejana de lo que es la venta de balas, las cuales se comercializan sin un registro que permita identificar dónde se encuentran distribuidas y los usos para los que han sido adquiridas.
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P Oyarzun
Preocupante arista la que tocas en tu columna, aunque, mientras la leía, se me vino rápidamente a la cabeza el problema de las armas «hechizas». Esas que son de «elaboración» propia. Pero más allá de la obtención de sus municiones, convengamos que, lamentablemente, estas personas se convierten a sí mismos en armas. Entienden la vida y su supervivencia con y desde la violencia, sumada a unas serie de factores ambientales y familiares. Motivos para preocuparse como sociedad sobre el tema hay de sobra. Te invito a revisar mi artículo sobre el asunto en esta comunidad. Saludos.
Moises Caneleo Moya
Si bien concuerdo contigo, creo que esta política de Estado (de no investigar realmente de donde salen estas armar) que se a venido acarreando hace varios periodos hoy toma fuerza solo por el afán de instaurar una ley (similar a la ley maldita del régimen militar) que solo busca reprimir al pueblo, que hoy día esta mas vivo que nunca a través de los movimientos sociales.