Preguntamos: ¿de dónde proceden la experiencia y la palabra del sumak kawsay?; ¿quiénes han hecho emerger el sumak kawsay en el ámbito intelectual occidental?; y ¿cómo llegó dicho concepto hasta las constituciones de Ecuador y Bolivia (como suma qamaña). Buscamos comprender el sumak kawsay en la medida en que, en la traducción del buen vivir, puede significar un aporte para el proyecto de sociedad de las deliberaciones constituyentes abiertas en Chile 2019.
El habla sumak kawsay emergió en la sociedad ecuatoriana durante el último decenio del siglo XX occidental, y como propuesta alternativa al desarrollo económico moderno. Se enfrentó incluso con el llamado desarrollo sustentable -que no sería sino otra versión del desarrollo moderno que en definitiva se quiere sustituir-. El sumak kawsay contiene un proyecto civilizatorio alternativo, y el horizonte de una utopía. Surgió de las propuestas y la organización de Pueblos Indígenas de Pastaza, particularmente del pueblo Sarayaku amazónico.El sumak kawsay contiene un proyecto civilizatorio alternativo, y el horizonte de una utopía. Surgió de las propuestas y la organización de Pueblos Indígenas de Pastaza, particularmente del pueblo Sarayaku amazónico.
Los Sarajaku comprenden la convivencia de varios pueblos: los kichwas, achuar, shua y otros. La región de Pastaza, en el Amazonas ecuatoriano, se caracteriza por su aislamiento geográfico, lo que ha posibilitado la conservación de las tradiciones. Su cultura pone especial atención a las relaciones de parentesco (familiar y comunitario), y a las relaciones vitales con la naturaleza selvática. El sumak kawsay (“genuino”) representa el nombre tanto para la forma de vida cotidiana y como para la aspiración vital de los Sarayaku.
Ella está basada en lo que nosotros llamaríamos “adecuado manejo de los ecosistemas”. Se trata de una práctica para garantizar una adecuada alimentación del pueblo, según la división de los roles sociales entre mujeres y hombres. Las mujeres realizan trabajos domésticos (cultivo de una huerta, chacra; fabricación de la chicha de yuka; producción de cerámicas). Los hombres salen a la caza y recolección en la selva y la pesca en los ríos; también a la elaboración de casas, canoas y utensilios diversos (lanzas, flechas, cerbatanas, cañas de pescar, instrumentos musicales, hamacas, canastos). Una cuestión a averiguar es cómo funciona esta división del trabajo, si contiene o no algún tipo de discriminación de lo que nosotros llamamos el género.
Ahora bien, en los años 90 del siglo XX, ocurre una reflexión comunitaria Sarajaku sobre el sumak kawsay, y aparece la propuesta de un modelo de vida alternativo a la modernidad experimentada como desarrollo. Según los antropólogos que han estudiado estos pueblos, los kichwas experimentan la vida cotidiana con la directa mediación de los espíritus. Para ellos la tierra tiene vida como selva y seres superiores. En este sentido, hay una comunión de la sociedad con la Naturaleza. El sacha runa yachai es la sabiduría de los humanos de la selva. El suma allpa (tierra sin mal) regula las relaciones de humanos y Naturaleza en el sentido de un equilibrio dinámico (diríamos nosotros) con el territorio. Así, el sumak kawsay dice la vida lograda “limpia (del mal) y armónica”, en el diálogo con una Naturaleza espiritualizada -los yaku runa, espíritus de las aguas; los kushillu supai runa, espíritus de la selva-.
Esta reflexión sobre sí mismos surgió en el enfrentamiento con la cultura occidental. El desarrollo económico fue experimentado como forma de injusticia y como otro modo de la invasión y colonización occidental del imaginario kichwa. La cosificación de la Naturaleza -en los conceptos y en el ordenamiento de humanos, animales, vegetales, más los elementos inanimados, selva, ríos, aguas, etc.; las cosas de la Naturaleza (una cosa genérica)-, chocó con la vivencia Sarayaku que llamamos de la Pachamama. La Pachamama, a su vez, corresponde a una traducción andina (aymará) de la palabra para Tierra de los Sarayaku. Ella dice el espacio de vida del pueblo y de los espíritus. Así podemos estimar la distancia que separa la traducción “buen vivir” de la experiencia sarayaku del sumak kawsay.
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