Esta coalición de gobierno es lo más parecido a una nueva versión de la UP más la DC. Y esto es lo que otorga una oportunidad única de demostrar si aprendimos la lección: lo que hace 40 años los chilenos decidimos resolver mediante un golpe que aun sangra, esta vez tenemos la oportunidad de resolverlo mediante métodos más civilizados.
En una columna reciente leo que “la DC se encuentra en el extremo opuesto de la teoría y praxis del comunismo y como todo matrimonio mal avenido, en algún momento la relación termina por colapsar, salvo que uno de los “cónyuges” renuncie a su identidad” (leer Un matrimonio mal avenido de Rodrigo Ahumada Durán).
Quiero creer que hay otras opciones posibles. La disputa entre Walker y Teillier sobre Venezuela es sólo la excusa para recriminarse mutuamente culpas y responsabilidades en el gobierno de Allende. Los comunistas no perdonan a la DC haber apoyado un golpe como única salida viable al conflicto de la UP (como si el propio Chávez no fuera también un golpista).
Mientras que la DC le reclama al PC su pragmatismo a la hora de defender los DD.HH. sólo cuando van en contra de algún régimen de izquierda y su doble estándar para llamar intervencionismo cuando quien se entromete es EE.UU., y solidaridad cuando es Cuba o Rusia (como si la propia DC no se hubiera beneficiado de esos “intervencionismos”). Y es este ajuste de cuentas histórico el que le toca liderar al nuevo gobierno de Bachelet. ¿Podrán convivir juntos?
La DC y el PC tienen hoy la oportunidad dorada de demostrar que podemos vivir juntos. Es cierto que la historia no se repite, pero rima (M. Twain). Esta coalición de gobierno es lo más parecido a una nueva versión de la UP más la DC. Y esto es lo que otorga una oportunidad única de demostrar si aprendimos la lección: lo que hace 40 años los chilenos decidimos resolver mediante un golpe violento que aún sangra, esta vez tenemos la oportunidad de resolverlo mediante métodos más civilizados. Si la DC jugó un rol bisagra desde fuera en los años setenta hoy en día tiene la misma misión, pero desde dentro.
Ambos tienen visiones de sociedad distintas, pero debemos convivir en un mismo país. ¿Podemos consensuar ciertos elementos básicos y sobre eso construir? Quisiera creer que Teillier es capaz de mirar con altura el reclamo formal que le hace la DC frente a Venezuela: los procesos sociales podrán justificar desde la historia la pérdida de libertades y vidas, pero no desde la ética. Y Walker podrá entender que es necesario escuchar el reclamo constante del PC por los abusos recurrentes de un sistema que se basa en continuar la concentración de poder (por ejemplo, el PC tiene seis parlamentarios y sólo la familia Walker tiene tres).
Si se va la DC o el PC del gobierno, si se cae en la parálisis, si alguna reforma no logra avanzar, no será un triunfo para la Alianza ni un traspié para el partido saliente, será una derrota para todos los chilenos, pues quiere decir que no hemos aprendido a convivir con nuestras diferencias, a lograr ponernos de acuerdo en lo que estamos de acuerdo, y así avanzar para resolver diferencias más profundas. El colofón es obvio: si la DC no puede co-gobernar con el PC, ni siquiera pensar que la Alianza podrá alguna vez concordar con ellos. Y entonces ¿qué nos queda? ¿Continuar con una política de ganar o perder?
Esa es la lección que Chile aprendió trágicamente hace 40 años, y esta es la oportunidad dorada de demostrarnos que podemos convivir a pesar de nuestras enormes diferencias: se trata de construir un país en conjunto, desde aquellos que creen que hay que tener tantos hijos como Dios mande, hasta quienes creen que es decisión de cada uno. Desde quienes creen que los impuestos hay que evitarlos, hasta quienes creen que son la medida más eficiente de redistribución. Desde quienes creen que el mercado debiera ser el instrumento principal que ordene la economía, hasta quienes creen que es el Estado el que debe diseñar el mercado. Está claro que esta vez nadie podrá lavarse las manos, es responsabilidad de todos lograrlo.
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