Hoy el presidente, contra todo pronóstico, va a promulgar el instrumento que da paso a una reforma constitucional que establece el retiro de fondos del 10%. Tras haberlo intentado todo de manera desesperada, y fallar miserablemente, el Congreso Nacional, con miembros de su propia coalición, han dado la estocada fatal al gobierno.
Pues me atrevo a decir que su renuncia ya no es un tema de si ocurrirá o no ocurrirá. Ya no es un tema de una mera teoría conspirativa como enunciaba en marzo. Esto ya es un tema de cuándo ocurrirá.
Tal como dije en mi columna anterior, el gobierno falló su prueba de fuego, y la clase política expuso su máxima debilidad al exponer la del gobierno. Habían dos opciones más aparte de aprobarlo, llevarlo al veto o al TC, pues era vital hacer tiempo para perder los días suficientes para que la reforma entrase en vigencia después del 16 de septiembre, a modo tal de asegurar el fin del Estado de Excepción y con eso la carencia de un ámbito de aplicación para el retiro.Ahora que la gente sabe que con consignas realistas y bien fundamentadas se logra mucho y que la democracia por tediosa que sea rinde frutos, es posible que se organice mejor y se informe de lo necesario para cambiar todo
Sin embargo, el margen de tiempo es demasiado amplio como para poder dilatar lo suficiente el proceso. El Tribunal tendría que estar en posición de generar un pacto suicida para derruir su imagen más de lo que ya está tras la gestión de Aróstica, y con ello dilatar el proceso mediante alguna triquiñuela para dar chances, y el Congreso obviamente que no está ya para juegos con Piñera, por lo que ni hablar de lo que pasaría con un veto. Si este proyecto hubiese salido a inicios de agosto, posiblemente el destino hubiese sido distinto, pero nuestra clase política sabe de estas maquinaciones. Las han hecho antes.
Del mismo modo era agregar más peso sobre la estructura política que lo sostiene a duras penas. La penosa experimentación durante la gestión de Mañalich depreció su imagen frente a las PYME, ante lo cual recurrieron a un rostro como Paris para el desconfinamiento, ante lo cual hemos visto un sorprendente silencio de autoridades como las del Colegio Médico sobre las faltas cometidas por el ex-ministro. La falta de normativas sociales producto de nuestro Estado Subsidiario hizo necesaria la realización de medidas sobre la marcha como el Acuerdo COVID, que es sustentada en base al Fisco y a una linea de crédito recién otorgada por el FMI, lo cual aparte de ser una medida fiscalmente irresponsable que pudo haber sido evitada de haberse hecho las cosas como correspondían y no mediante experimentación, nos deja más endeudados y con una menor confianza frente a los mercados internacionales.
Irónicamente aquellos «genios» que construyeron el sistema están dañándolo de manera irreversible. Y es que ellos saben que este gobierno no tiene para más, por eso aprovechan mientras pueden para sacar provechos políticos.
La poca confianza que habrá en el mercado internacional frente a las AFP producto del retiro, en que las instituciones tendrán que liquidar para obtener las cifras requeridas, va a propiciar una caída libre en los multi-fondos, lo que obviamente va a llevar a una crisis al sistema. Esta crisis del sistema va a llevar a la oposición a ser criticada ampliamente por haber depreciado los fondos, la cual llevará a un conflicto sobre el futuro del sistema de capitalización individual. Dicha situación, combinada con un desconfinamiento que no ayudará a las empresas que ya perdieron su estabilidad, y que posiblemente traiga más problemas dado el clima irregular de los meses en que se llevará a cabo, derivará en una nueva explosión social y política, ante lo cual los partidos decidirán transar un nuevo acuerdo para configurar un nuevo pacto social sin la presencia de Piñera como en el acuerdo pasado de noviembre, en donde el aparece como un garante, lo cual derivará en que ya no tendrá un piso de co-gobierno y por tanto, podrá ser echado vía impeachment o tendrá que renunciar.
Es una cuestión de cuándo a estas alturas. Pero hay un punto que nuestra clase política aún no ha revisado. ¿Qué pasaría si el nuevo estallido social que se produce tenga un ordenamiento claro y estipulado en cuanto a sus demandas refieren?
En el pasado estallido social, la única consigna general era la Nueva Constitución, y en este, la renuncia de Piñera será elemental. Pero ahora que la gente sabe que con consignas realistas y bien fundamentadas se logra mucho y que la democracia por tediosa que sea rinde frutos, es posible que se organice mejor y se informe de lo necesario para cambiar todo, como ha hecho en los últimos días, y el ataque podría ser mucho más exigente, más coordinado, y no solo cabrá en una renuncia.
Hay una cuenta regresiva. En La Moneda. En el Palacio de Tribunales. En el Edificio del Congreso. En el Tribunal Constitucional. En las comandancias castrenses. En las dirigencias policiales. En los tribunales y juzgados. En las instituciones de la Administración. En las municipalidades. En los gremios. En las instituciones religiosas.
Y un acuerdo ya no va a bastar para detenerla.
Comentarios
24 de julio
La ciudadania està oblugando al congreso y al ejecutivo con manifestaciones demandas que son necesidades basicas sociales parte del pilar socioeconomico de un pais.
Mas que un acuerdos rimbonbantes necesitamos acuerdos donden se replanteen sus ideas y sobre todo cediendo sus intereses personales y corporativos, en ori del bien comun de todos equitativamente.
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