Toda hipocresía es una incoherencia, pero no toda incoherencia es una hipocresía[1]
Hoy quiero escribir respecto a algo que es de común notar en los políticos, estos siempre encuentran salida para justificar aquello que no tiene explicación, este comportamiento se ha incrementado en el último tiempo; a tal punto que a mi entender se ha tornado preocupante y esta actitud puede poner en riesgo a nuestra sociedad.
Lo primero y más importante es definir los conceptos contenidos en el título de este artículo, incoherencia para la RAE significa “cosa que carece de la debida relación lógica con otra” a la vez que define a la hipocresía como “fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”, pues bien, entregada ya ambas definiciones procedo entonces a desarrollar mi comentario inicial.
Para tratar de explicar la diferencia y a la vez la conexión que existe entre ambas definiciones, ocuparé nuevamente el ejemplo hipotético del capitán Abadejo, personaje expuesto en mi columna anterior “cuando la estupidez se embarca”.
En dicha historia existía un navío al cual llamaremos Patriam, en él estaba al mando un capitán de nombre Shortarms que más que capitán era un mercader, este capitán en su afán de comercializar con el mundo, estimó que era importante firmar un pacto con los reinos más ricos, pero necesitaba que sus oficiales apoyaran dicho tratado, pues de ser firmado, algunas de las garantías de los navegantes podrían ser afectadas. Pues bien, es aquí donde comienza a aparecer nuestro rebelde grumete, el cual al enterarse de esta negociación planteaba que esta debía ser conocida por toda la tripulación y que se debía debatir las razones del porqué de dicho tratado, llegando al extremo de dibujar en su uniforme de grumete con pintura roja y negra su oposición a dicho tratado, el tiempo transcurrió pero su planteamiento se mantuvo llegando a crear volantes que expresaban lo inaceptable de dar premura a la discusión y de no permitir que dicho pacto se aprobara entre gallos y medianoche. Durante su tiempo como grumete mantuvo total coherencia en su accionar.
Luego devino la llegada al puente de la nave de nuestro personaje Abadejo, y es aquí donde comienzan las incoherencias, pues en su compromiso para asumir el mando del Patriam no hizo mención alguna al pacto con los otros reinos y, por tanto no era un tema a desarrollar por la nueva oficialidad; es aquí donde surge la primera incoherencia, pues el capitán Abadejo durante todo el tiempo en que fue grumete se manifestó con gran demencia, perdón, quise decir vehemencia en contra del pacto y por tanto aquello debía de quedar de manifiesto en sus compromisos.
Nuestro capitán ha aprendido de manera rápida los vicios de la navegación, y debemos concederle a nuestro personaje que ha resultado ser un prodigioso y aventajado aprendiz en dichas artes
Una segunda incoherencia, es que siendo ya capitán no retiró el pacto de la discusión en el seno de la oficialidad y menos aún informó a los reinos de su intención de no perseverar, y en consecuencia se entiende que la inacción es una aprobación. Eso sí, sin lugar a dudas es una incoherencia del mismo tamaño de la embarcación que capitanea, es importante decir que es totalmente válido cambiar de opinión, más aún cuando se está al mando del Patriam, pero esta debe ser expresada antes de actuar, pues de lo contrario se cae en la incoherencia.
Finalmente, nuestro capitán Abadejo también cae en la hipocresía cuando intenta justificar sus incoherencias por medio de culpar a la oficialidad de llevar adelante el pacto de comercio, la oficialidad no tenía ninguna alternativa más que votar por dicho pacto por cuanto nunca el pacto fue retirado de la tabla de reunión, el resultado de dicha discusión fue aprobar el pacto con los reinos, pues nuestro joven capitán no conversó con la oficialidad respecto a su visión dejando la culpa en otros. A eso se le llama hipocresía en cualquier parte del mundo, mas, sin embargo, nuestro capitán le llama eufemísticamente democracia. Nuestro capitán ha aprendido de manera rápida los vicios de la navegación, y debemos concederle a nuestro personaje que ha resultado ser un prodigioso y aventajado aprendiz en dichas artes.
[1] Fray Nelson Medina
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