“La estupidez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás”[1].
La motivación a escribir estas líneas es la profunda preocupación por lo que hoy se vive a diario y que describo a continuación, para lo cual me referiré utilizando el ejemplo hipotético de un navío que surca mares turbulentos.
Hoy como sociedad nos enfrentamos a nuevos desafíos y paradigmas entendiéndose estos últimos como un modelo que se debe seguir en determinada circunstancia; el problema se manifiesta cuando el paradigma elegido es el errado.
En los últimos cinco años el navío en cuestión ha tenido que navegar por aguas tormentosas, en las cuales el capitán del barco no siempre supo enfrentar el temporal con un timón fuerte pero prudente, a la vez; el oleaje en ocasiones llevó a pensar que la zozobra era inminente. Con dicho escenario surgieron voces y, en especial, resonaba la de un joven grumete que en ocasiones sus discursos sonaban a motín; pero la nave que surcó dichas aguas logró sortearlas, y hoy se encuentra seriamente averiada y requiere con urgencia poder llegar a buen puerto.
Pasado el frente del temporal, la soberanía de los navegantes decidió que era necesario cambiar al capitán del barco y a toda la tripulación. Ahora, al mando de la nave se encuentra un nuevo capitán, el grumete de la voz resonante, el cual representa la fuerza de la juventud por sobre la prudencia de la edad que se obtiene de la mesura que entrega la experiencia. Pero, en ocasiones, los navegantes se equivocan y en este caso estos entregaron el mando de la embarcación a un joven capitán que, con suerte, solo navegó en mares calmos y en embarcaciones menores; todo ello ocurría mientras se surcaba en el ojo del huracán, y, ahora, toca enfrentar la cola de la tormenta con un timonel, quien, al parecer, su aspiración es pasar a la historia siendo reconocido como un gran capitán y que probablemente se le podría recordar como un segundo Edward Smith[2]. Quizás este neófito capitán, al conducir esta gran nave sienta que es un Gran Timonel a igual como se le decía a Mao Zedong[3].
Quizás, en este capitán, al cual llamaremos Abadejo, se podría observar alguna señal de estupidez, entendiendo a ésta como la estrechez de mira, que sólo tiene en cuenta un punto de vista, el suyo, y que tiene deseos de grandeza, al compararse con otros capitanes de talla mayor como el vicealmirante Nelson, el almirante Grau o el capitán Arturo Prat quien se inmoló por la patria.
La estupidez es la forma de ser más dañina. Es peor aún que la maldad, porque, al menos, el malvado obtiene algún beneficio para sí mismo, aunque sea a costa del perjuicio ajeno[4], y para el caso de esta historia, dicho perjuicio podría ser el hundimiento del navío; el momento es complejo, pues como bien decía Voltaire “es peligroso tener razón cuando el capitán está equivocado” y además este presenta signos de estupidez, y más aún, cuando se enfrenta nuevamente a la tormenta, en dicha situación es mejor ponerse el chaleco salvavidas e intentar conversar con la segunda oficialidad para corregir rumbo. De no tener éxito solo queda encaminarse a las lanchas de salvamento, pues no habrá peso de la razón que valga, ya que la pérdida de confianza en el timonel se encuentra perdida y las olas sobrepasan la cubierta del barco.
La estupidez es la forma de ser más dañina. Es peor aún que la maldad, porque, al menos, el malvado obtiene algún beneficio para sí mismo
Dicho lo anterior, solo queda rezar para que dicha pesadilla de este hipotético caso sea solo eso, un producto de la imaginación de un inmaduro niño que juega a ser gran capitán.
[1] François-Marie Arouet (Voltaire), Filósofo y escritor francés
[2] Capitán del Titanic en su viaje inaugural.
[3] Político, filósofo, Intelectual, estratega militar y dictador chino
[4] Carlo Cipolla en la Tercera ley fundamental (ley de oro) de la estupidez.
Los contenidos publicados en elquintopoder.cl son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
Te invitamos a conocer nuestras Reglas de Comunidad
anysur
¿ usted es estrecho de mira ? ….justificar la maldad venga de un idiota, tonto, estupido,etc,etc…no corresponde, lo malo de quien venga igual hace daño. La experiencia no es sinonimo de sabiduria… Y quien seria la segunda oficialidad segun Ud… algun malvado.