Crisis en China: El Síntoma de una Economía apocalíptica

Mientras la crisis China y la caída de las bolsas se empiezan a tomar las agendas de los medios y la política, se nos olvida un poco la trama de la “teleserie” interna de Chile. Por un lado de la historia se supone que el Gobierno chileno, por causas de sus reformas, provocó una desaceleración económica, mientras que por el otro lado del relato, son los favorecidos que no quieren perder sus privilegios que presionan para que nada cambie y para que todo siga igual porque están cómodos.

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La justicia social no puede esperar más, las regiones tienen características y necesidades propias que deben ser abordadas, la salud y la seguridad alimentaria de nuestro país es importante para todos

Y entonces salen los economistas con sus cifras, proyecciones, consejos y lenguaje técnico de la ciencia económica, pero en la ciencia médica por ejemplo, cuando un medicamento tiene efectos adversos o contraindicaciones graves, se suspende o se cambia por una versión mejorada.  En cambio, en la ciencia económica aunque el modelo permita que en Chile las personas más ricas ganen más de 1.000 millones de pesos al mes (son más de 1.500 personas que ganan eso)[1] y por el otro lado, este “acaparamiento” que obviamente se le quita a los otros, es una fábrica de pobres, se supone que hay que adaptarse a ese modelo. Mientras el modelo de la ciencia económica produce en el mundo grandes miserias y desastres ambientales, algunos insisten en que las reformas y cambios no son necesarias y que son las causantes de la desaceleración. La pregunta entonces ¿es lógico  crecer más solo para que 1.500 personas aumenten su nivel de acaparamiento y se fabriquen más pobres? ¿Es esta una ciencia económica o una entelequia tonta para que algunos no pierdan sus privilegios? Crecer al 1.7% o al 2% y repartir más, ¿es acaso más sensato?

Entonces si la realidad y las reformas, no se adaptan a las necesidades del modelo, se supone (según la ciencia económica) que es la realidad la que está mal y son las reformas las que deben adaptarse al modelo “de los países desarrollados”, de privilegios de unos pocos a costa de la esclavitud en Bangladesh, el desastre financiero y ambiental en China y las consecuencia de la prospera industria armamentista, por mencionar solo algunos ejemplos.

Y bueno, con grandilocuencia siguen desfilando quienes insisten en un modelo en contra de la realidad y las demostraciones obvias, ¿Cómo podríamos calificar a quienes actúan en contra de la evidencia frente a sus narices? Yo sinceramente y “en buena” no quiero ser ofensivo, sólo diré que estamos muy mal.

Mi madre siempre me decía que no me fuera por las calles oscuras y peligrosas, y yo insistí en hacerlo hasta que me asaltaron. Yo también hago cosas necias, y por lo mismo me preocupa el por qué la gente se lanza desde el edificio “Costanera Center” en Santiago, y no dejo de pensar que quizás tenemos algo o toda la culpa con este modelo competitivo y brutal de los cientistas económicos, quizá esos suicidios sean por penas de amor u otras razones, pero más que sentirnos nosotros culpables de esas muertes, la culpa es del modelo.

Y así seguimos, en el siglo XXI, con economistas del siglo XX que aplican teorías del siglo XIX, debe ser por eso que según los cientistas económicos las reformas y la realidad estafan a su modelo, y ojo que no estoy defendiendo las reformas a medias, al contrario me opongo a quienes se resisten a los cambios, a la educación gratuita, a que los que tienen más paguen más y los que tienen menos paguen menos y así, como también me opongo a los que vienen a moderar las reformas para “arreglar” la economía, cuando no queda claro si esa economía sirve al bien común, si en Chile no hay agua, las regiones son explotadas y secadas de recursos y a cambio reciben los vicios y contaminación del modelo, si no se cuida a lo agrario y nuestros alimentos, si se sigue dejando en el tercer y cuarto mundo al campo, en una sociedad donde nadie sale a cazar un búfalo para comer porque dependemos de los otros para vivir, estamos destinados al desastre.

No soy economista, sólo puedo escribir desde mi sentido común que dice que los recursos naturales no son infinitos. La justicia social no puede esperar más, las regiones tienen características y necesidades propias que deben ser abordadas, la salud y la seguridad alimentaria de nuestro país es importante para todos, pero no es China, ni el cobre, ni Grecia; esos son sólo síntomas de una economía necia y nuestro sentido común nos dice que los asuntos que afectan a más personas tienen más valor que las que afectan a unos pocos.

[1] López, R. Figueroa, E. Gutierrez, P. (2013). Serie de Documentos de Trabajo 379. Santiago de Chile: LA ‘PARTE DEL LEÓN’: NUEVAS ESTIMACIONES DE LA PARTICIPACIÓN DE LOS SÚPER RICOS EN EL INGRESO DE CHILE. Facultad de Economía y Negocios, Universidad de Chile.