El socialismo no surgirá si sus militantes puros y sinceros no unen sus fuerzas en construir un proyecto para esta época a la altura de nuestro legado histórico: profundamente democrático e irrevocablemente revolucionario.
“Contra el presente vergonzante, el socialismo surge ya”. Así reza la primera estrofa de la Marsellesa Socialista, himno del partido en que militara el Presidente Allende. Este tradicional cántico se hace carne en el estado del arte del Partido Socialista de Chile (PS) al cumplir ocho décadas de existencia. Y es que, a diferencia tal vez de otras etapas de su historia, el presente vergonzante no sólo está afuera del Partido sino que lamentablemente enquistado en su propia sede.
Hoy el PS se ha convertido en una verdadera federación de fracciones caudillistas, las cuales no se mantienen adheridas por una profunda sintonía ideológica sino que sólo por un común interés por mantener sus respectivas cuotas de poder. De esta manera, se asemejan al matrimonio de dos esposos mutuamente infieles que sólo permanecen viviendo juntos para salvaguardar los bienes conyugales.
No existe democracia interna en el PS. Esas mismas facciones, cuyos caudillos cooptan sus estructuras, concordaron recientemente una mesa de “unidad” cuya composición (presidencia, secretaría general y vicepresidencias) no la elegirían los militantes porque en el mismo acto dichos caudillos se distribuyeron a dedo y entre cuatro paredes los cargos antes de la elección.
Tampoco existe debate ideológico.Tras perder la presidencial en 2010, los señores feudales del PS estatuyeron el partido del orden, neutralizando el más mínimo ejercicio de autocrítica sobre los veinte años anteriores de gobierno del arcoiris y de discusión programáticas obre el proceso venidero. Así, por ejemplo, Escalona hace unos meses ridiculizó la demanda de una nueva Constitución asociándola a expresiones emitidas bajo la influencia de sustancias psicotrópicas.
Pese a todo esto, hoy los caudillos festejarán. Recitarán grandilocuentes discursos en los que evocarán a Grove, Ampuero, Almeyda y Allende, entre otros. Festejarán también, a semejanza del día de la marmota en el hemisferio norte, que hoy salen de la hibernación que ellos mismos decretaron sobre el PS tras la derrota presidencial de 2010 y que aprestan a repartirse (si es que ya no lo tienen hecho) las cuotas de poder del próximo gobierno.
Nada se dirá de una nueva Constitución, de la renacionalización de los recursos naturales, de la gratuidad de la educación y de la salud ni de un nuevo modelo de desarrollo, entre otras sentidas demandas sociales, que no distan demasiado del proyecto histórico del socialismo chileno y detrás de las cuales se pondrían ciertamente si estuvieran vivos tantos compañeros cuyos nombres hoy serán manoseados por los señores feudales del PS.
Hoy de seguro estamos frente a un presente vergonzante, fuera y dentro de nuestro Partido. Sin embargo, y siguiendo la letra de nuestro himno, no es tan seguro que en estas condiciones el socialismo surja. Al menos no surgirá de aquellos que han instrumentalizado el PS para sus intereses personales o de sus fracciones. Pero tampoco surgirá si sus militantes puros y sinceros no unen sus fuerzas en construir un proyecto socialista para esta época a la altura de nuestro legado histórico:profundamente democrático e irrevocablemente revolucionario.
Cuando muchos compañeros descontentos con justa razón por el estado de cosas han optado por desertar del PS, yo me niego a rendirme. Sepan que tienen en mí a un soldado más en la lucha por ese PS democrático y revolucionario que queremos. Cuenten conmigo como un albañil más en la construcción de esa sociedad más fraterna y más igualitaria que soñamos. Contra el presente vergonzante… ¡hagamos surgir el socialismo!
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