La Concertación me perdió cuando se instaló mi descontento durante el gobierno de Aylwin. En el norte de nuestro país, una pareja fue asesinada tras la violación a la mujer por parte de dos ciudadanos peruanos. Por ese entonces la pena de muerte aun existía en nuestro país, pero Aylwin los indultó y si la memoria no me falla, fueron deportados a Perú.
Quiero centrarme en una frase que utilizó el ex Presidente para justificar su decisión y, de paso, imponernos un discurso que escucharíamos majaderamente los próximos 20 años. Fue algo así como: “nosotros respetamos los derechos humanos”
Desde ahí, irónicamente, la Concertación fue matando paulatinamente el sueño social al cual me invitaron a participar.
Esa autoridad “moral” que expresaban aquellos-as quienes alcanzaban el poder por la vía democrática, quisieron dar señalas explícitas e implícitas de que mientras fueran gobierno se respetaría y resguardaría el derecho a la vida.
Desde ahí construyeron democracia para que las instituciones no se vistieran nuevamente como una máquina para aniquilar al Estado y a sus ciudadanos-as. Pero se abocaron tanto a ello que se olvidaron que habían personas que estaban siendo torturados-as por un sistema económico siniestro, al cual los-as “moralistas” terminaron por apoyar.
La participación social que tanto vociferaron fue condicionada bajo sus términos para evitar “desmanes” y así dar señales de gobernabilidad. Minimizaron nuestro pensar y la opinión en contra del sistema. Muchas de estas manifestaciones fueron denominadas "folclóricas", como declarara el ex Presidente Frei frente a la manifestación de un grupo de madres de detenidos-as desaparecidos-as, durante su gobierno.
Dejaron de lado la creación de medios de información masiva y literalmente fueron aliados de quienes promovieron y apoyaron la persecución política, el saqueo de empresas estatales, la instalación de un sistema económico grosero. Quienes desarticularon sistemáticamente familias y quienes no esconden su temor a la organización ciudadana como articulación para participar del Estado y su desarrollo.
La Concertación del 88 se convirtió en la “Dictadura” consensuada de los años siguientes.
De revolucionaria tengo sólo la palabra y creo cada vez menos en los extremos para gobernar, pero sí sé que quiero dignidad. Esa que se construye con la sonrisa, honestidad sin castigo, fraternidad sin favores a cambio, solidaridad espontánea alejada de compensaciones económicas o cielos ganados. Esa dignidad que atesoran las personas que supieron levantarse con sencillez y sin títulos sobresalientes después de la dictadura. Rostros sin pretensiones.
Cuando ganó la derecha en enero sentí que como “corazón de izquierda”, no militante, un nuevo impulso nos reuniría para participar de eso que un día soñamos: integrarnos para progresar en paz, tranquilidad y sin soberbias; no había temor en que compatriotas de diversos sectores participarán del progreso de Chile. Sea a través de la mano de obra, las palabras convertidas en ideas o la profesión encumbrada, la foto en la mente era que todos-as estábamos participando.
Tengo la sensación de que la dignidad se enaltece con aquellos-as que conocen y saben de la vida pues luego de golpearlos-as en el rostro no han tenido asco en abrazarla y ser cómplices de ella.
Cuando la Concertación llegue al poder ausente de temores post dictadura, confíe en las bases y comprenda que el Estado es protector incluso de las libertades individuales, esas que te llevan a tomar decisiones para tu vida íntima, esa que te hace responsable y comprometido-a; otro Chile, efectivamente, se construirá.
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1 Comentario
pablox
¡¡¡¡¡¡¡¡SEÑORES¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Reaccionemos, el PPD se esta convirtiendo en una DC mientras este Girardi. Veanle la cara……
Tiene ansias de poder, colocar a sus familiares, amigos, etc., en puestos politicos y que no cumplen ningun requisito de etica, si no que robarles al estado, con una vida facil de sentarse en puestos que no tienen idea.