El desconcierto en los partidos políticos que integran la Concertación se ha evidenciado nuevamente con ocasión del descenso en el apoyo al Presidente Sebastián Piñera en la reciente encuesta Adimark. A pesar de que la Concertación aparece con cada vez menos reconocimiento de la ciudadanía, evita la autocrítica y se lanza sin más a descalificar al Presidente y su gobierno, salvando así el momento.
Perder el poder después de ejercerlo por veinte años es, sin duda, traumático; pero no ser capaz de entender por qué la ciudadanía fue retirando su apoyo a la Concertación resulta poco auspicioso para un conglomerado que aspira a retornar al poder.
El último gobierno de la Concertación, aun cuando se pueda rescatar la reforma previsional y el manejo macroeconómico, fue malo; si se suma la ingobernabilidad y falta de democracia al interior de los partidos políticos, el resultado electoral no podía ser otro.
Hoy día no basta ser majadero en la crítica al actual gobierno; al final molesta hasta a los propios adherentes. Se requiere trabajar ya en las propuestas programáticas futuras, colaborar con el gobierno en las materias en que haya coincidencias y que la ciudadanía sea capaz de percibir que, siendo oposición, prima el interés del país, como tantas veces se declara.
La popularidad de la ex presidenta Michelle Bachelet como eventual candidata a la presidencia puede resultar unificadora por el momento, pero su legado como presidenta la hace muy vulnerable, incluso al interior de la Concertación. Debe resultar muy difícil para el ex presidente Ricardo Lagos y quienes le siguen constatar que importantes obras proyectadas o iniciadas en su gobierno y que, en el curso de la historia, contribuirían a cimentar su calidad de estadista, no fueron continuadas. La no ejecución del puente sobre el Canal de Chacao, el abandono del gran esfuerzo por reponer el servicio de trenes Santiago- Puerto Montt; la puesta en marcha del Transantiago de modo tan negligente; el Plan AUGE insuficientemente gestionado que derivó en un nuevo modo de lista de espera en la salud; el nulo avance en la autopista Américo Vespucio que hasta hoy día no completa su construcción en la zona oriente; la paralización en la construcción de cárceles, etcétera. La no continuidad de estas obras que, además habrían enriquecido las celebraciones del Bicentenario, dejan la sensación de que, en alguna parte del gobierno de la ex presidenta Bachelet, pudo subyacer la intención de opacar la gestión de su antecesor.
Sería recomendable que la Concertación hiciera su autocrítica, colaborara con el gobierno para hacer realidad aquello que siempre nos dijo en orden a que si le va bien al gobierno, le va bien a Chile, y prepararse para enfrentar las próximas elecciones presidenciales prescindiendo de la ex presidenta y, por qué no, darle la posibilidad al ex presidente Lagos de postular a completar su obra.
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Foto: Faded rainbow – EssG / Licencia CC
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