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Ciudadanía: un arma secreta

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La ciudadanía no termina de entender que hoy la oposición, es decir, aquella mayoría que no desea que haya un segundo gobierno de la derecha, tiene una clara y segura manera de evitarlo. Un arma secreta que resolverá todos los conflictos actuales de una manera distinta de la fatídica nueva forma de gobernar que hoy nos ocupa, por decirlo de alguna manera.

Un arma disponible para todos. Hayan votado Concertación (en alguna de sus versiones) o cualquiera de las otras expresiones políticas de las elecciones pasadas. También aquellos numerosos ciudadanos que hoy se confiesan arrepentidos de haber escuchado y creído las promesas, cegados por los famosos eslóganes del cambio.

–Señores delincuentes, la fiesta se acabó – leíamos entonces y muchos creyeron. Pero no sigamos en ese tema, tampoco es la intención burlarnos de la ingenuidad de muchos que creyeron que las cosas debían cambiar en el sentido que lo hicieron. Ni la de recordar la desesperanza de otros que, con mayor o menor razón estaban cansados del gobierno anterior y optaron por algo nuevo. No es la hora de hablar del pasado, ya debemos superar la etapa de la autocrítica. Fue dolorosa y necesaria, pero a la vez fructífera y estimulante. La Concertación hizo muchas cosas y dejó otras tantas por hacer, es la conclusión unánime, aunque con matices.

Es la hora de mirar hacia delante. Y echar mano de aquel arma milagrosa que está a nuestro alcance. Me refiero, desde luego, a la democracia. Sí, aquella que usamos en el 88. Contra la opinión de tantos fatalistas que no veían posibilidad alguna al lápiz y al papel para derrotar a una tiranía instalada y afianzada por las metralletas. Un arma que hoy es imbatible, pero que hay que saber emplear. Sin ser difícil,  hay que cumplir algunos pasos previos inevitables:

1.- Organizarse. Como hicieron los cabros. Hagamos como ellos, con ellos. Hoy son el twitter, el facebook y la demases lo que nos obliga a ponernos los anteojos y tratar de gobernar los torpes pulgares para escribir en un teclado minúsculo. Que nos enseñen ellos. Para que seamos capaces de tejer redes como las suyas. Tenemos que sacar a los políticos de la inercia de las reuniones entre cuatro paredes. Salgan al mundo moderno, emitan tweets y mensajes de texto, constituyan redes, escuchen la opinión de la calle. Hay que abrir todas las  puertas de las asoociaciones políticas. De par en par, lanzar invitaciones a participar. En lugar de una oficina, hay que abrir una página web. Más barato, más racional, más efectivo. Solicitar la participación de todo el mundo.  Grupos, personas, partidos, organizaciones vecinales, gremiales o de intereses, en resumen; todos.

2.- Nuestra meta es la siguiente: Levantar, con la participación de todos, un programa de gobierno. Éste debe hacerse cargo de todas las demandas actuales de la ciudadanía. Ambientales, políticas, educacionales. Los problemas de nuestra economía, su excesiva concentración, los continuos  abuso de los diversos monopolios coludidos de manera ilegitima. Combatir la desigualdad en todos los frentes, comprender que la estructura actual la incrementa año tras año. Y, sobre todo, escribir y aprobar una nueva Constitución Política del Estado que reemplace la remendada herencia de la dictadura.

3.- Este programa debe surgir desde la ciudadanía, ser procesado y redactado  por las fuerzas políticas dispuestas a hacerlo y luego, volver a las bases para ser aprobada y/o modificada. De manera tal que finalmente tengamos un programa de gobierno que nos interprete y nos satisfaga. y podamos pasar a la siguiente etapa, que es tal vez, la menos difícil: elegir un(a) candidat@  que nos represente.

4.- Lograr que est@ candidat@ sea electo. Esa tarea hay que iniciarla de inmediato y ocurre de manera simultánea con las anteriores. Aquí entra en acción el arma secreta. Miles y miles de jóvenes haciendo orgullosamente la cola para inscribirse en los registros. De manera visible, con alegría y optimismo. No podemos confiar en el canto de sirenas del gobierno que quiere demostrar su voluntad de reformas con temas tan absurdos como la inscripción automática,  el voto voluntario y el voto en el extranjero para algunos. Trampa en la cual cayeron numerosos demócratas ingenuos. Es muy probable que nunca se logre implementar  un sistema factible de inscripción automática. Habrá mucha discusión y pasará el tiempo. Llegará el día que se cerrarán las inscripciones y será tarde. No, hay que ir ahora como si fuera una manifestación, cantando y bailando, con carteles y consignas. En grupos, en masa.

Cumplidos estos puntos con compromiso, participación, optimismo y creatividad, podremos instalar un gobierno que será propio. Que nos represente, que se haga cargo de nuestros problemas, que se empeñe en llevar a Chile a una democracia moderna, comprometida con su desarrollo y no, con los intereses de unos pocos.

Vamos que se puede.

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Foto: Todas las marchas

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