A poco más de 2 años de asumir Sebastián Piñera la presidencia de nuestro país, invito a todos a sacar la voz para pedirle que por el bien de la política nacional dé un paso al costado. Seamos francos, qué importa Chile, qué importan los 17 millones de chilenos. Piñera hace rato que se convirtió en un mal ejemplo y las encuestas así lo manifiestan mes a mes.
Piñera cometió el error de asumir un país donde 2 tercios de su superficie estaba destruida, pecó de arrogancia al desconocer a otros que con lastimosa voz auguraban más de una década para que Chile se recuperara, cometió el error de comprometer a todos a levantarse en tiempo récord. Esa sola muestra dejó en evidencia que estábamos frente a un tipo de carácter arrogante y que pretendía pasar del discurso a la acción contradiciendo todos los cánones políticos establecidos.
Piñera no puede seguir al mando de un país donde la clase política tiene su principal capital en las promesas incumplidas. ¿Cómo podemos permitirle a un presidente de derecha avanzar en políticas que por años demandó el pueblo? Piñera cometió el sacrilegio político de cumplir lo prometido y eliminar el 7%. Ese solo hecho lo convierte en un ser despreciable políticamente, además se le ocurrió promover un post natal extendido, convirtiendo a nuestro país en un mal ejemplo para la región y el mundo en materia de defensa de los derechos de quienes van a ser madres.
Cuando asumió Piñera sabíamos de ante mano que sus intereses estarían a favor de las grandes empresas, era un costo por todos conocido, y mientras todos esperábamos reformas que favorecieran a aquellos que tienen más, arremete contra la colusión de las farmacias y condena enérgicamente situaciones como el caso La Polar. Piñera merece nuestro repudio absoluto, en gente como él no se puede confiar, cuando el pueblo espera que lo sigan hundiendo no puede aparecer el presidente condenando a quienes se ríen del pueblo.
Debemos unir nuestras gargantas para pedir a viva voz la dimisión de un presidente que habla mal y que pretende hacer las cosas bien. Cuando prometes un millón de empleos uno espera que esa promesa no se cumpla y veo con espanto como año a año se avanza hacia cifras que hablan de empleabilidad total. Qué horror, qué falta de moral: el enemigo número uno de los trabajadores crea más trabajadores.
Durante estos dos años hemos criticado la falta de liderazgo de Sebastián Piñera, hemos asumido que sus bracitos cortos le impiden tomar las riendas de un país y con cada encuesta, venga de donde venga, deja de manifiesto inconscientemente que detrás de él existe un gran equipo de trabajo. ¿Cómo es posible que el 90% de sus ministros tengan una aprobación positiva por parte de la población? ¿Cómo es posible que cuatro de sus ministros lleguen a niveles aprobación inéditos para un país de centro izquierda?
Chile necesita de una clase política sincera, de una clase política que se mueva en parámetros propios de la clase política convencional. ¿Qué se cree Sebastián Piñera con su arrogancia y prepotencia venir a cambiar los paradigmas políticos de un país que desde hace años se ha dividido en dos? Chilenos y chilenas dejemos atrás nuestro temor y pidamos ahora mismo la renuncia de Piñera. Su actuar hoy es un mal ejemplo para nuestra siempre franca y sincera clase política.
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