Propaganda = forma de transmisión de información que tiene como objetivo influir en la actitud de una comunidad respecto a alguna causa o posición, presentando solamente un lado o aspecto de un argumento.
Uno de los miedos más arraigados en quienes defienden la idea del Rechazo, subyace en la posibilidad de que sigamos el camino venezolano chavista, y terminemos siendo una república socialista populista. Es tan fuerte este mito, que en diálogos con amigos venezolanos, que se vieron obligados a abandonar su patria, por culpa de la tiranía de Maduro, he escuchado que reviven sensaciones similares a las vividas en su nación, tanto por el agitamiento social, como por el fenómeno del desabastecimiento, apoyando sin querer, la teoría de Chilezuela.
A todo quien lea esta columna, sinceramente creo que es imposible que tras aprobarse, escribirse, plebiscitarse y promulgarse una Nueva Constitución, nuestro modelo de sociedad involucione, quienes sueñan en el ideario Bolivariano, revolucionario cubano o algo parecido, no son representativos de nuestra identidad, son simplemente focos aislados, que reciben demasiada atención mediática, duela a quien le duela, Chile es un país cristiano, y esa es nuestra principal vacuna contra los absolutismos de extrema izquierda.
Desde otro punto de vista, Chile está en manos de los grandes grupos económicos, quien piense distinto es inocente, ignorante o directamente operador político de ellos, y aunque nos duela aceptarlo, es imposible que ellos permitan un cambio tan radical en nuestra sociedad. Ahora bien, este feudalismo económico es consecuencia de nosotros mismos, que sin darnos cuenta, aceptamos el vasallaje sin exigir nada a cambio. Esta dinámica de codependencia, es el ancla que nos imposibilita dar un paso a una sociedad más igualitaria, más meritocrática, más ética y más nuestra, todas previas a los modelos estatizados de los modelos de extrema izquierda.
Finalmente, de aprobarse la Nueva Constitución, tendremos que tragarnos una gran realidad, será tarea de políticos interceder y negociar en representación nuestra, porque todo quien desee ser asambleísta, es político y de alguna forma, dada nuestra incapacidad para dialogar y llegar a acuerdos, tendrá que apegarse a alguno de los dos (quizás tres) bloques políticos preexistentes, sólo en ese momento, como decía Mujica, el poder, nos permitirá ver, quien realmente son, pero tengan algo claro, salvo los políticos del partido comunista, todo el resto nunca estará dispuesto a callarse y mover la cola del tirano de turno, lo contreras y porfiados, nos hace valorar, sin saberlo, la libre expresión, algo propio de una democracia real.
Independiente de estos miedos o resquemores, sigo creyendo que vale la pena correr el riesgo y dar a Chile una Nueva Constitución, una que sea más moderna y más centrada en las personas
Pero independiente de estos miedos o resquemores, sigo creyendo que vale la pena correr el riesgo y dar a Chile una Nueva Constitución, una que sea más moderna y más centrada en las personas; necesitamos regirnos por un documento nacido en democracia (a diferencia de Venezuela y Bolivia donde fueron escritos en dictadura), necesitamos urgentemente una Carta Magna que, siendo perfectible, intente igualar un poco la cancha, se preocupe del medio ambiente, de la regionalización, de la igualdad de derechos de todos nosotros, independiente de nuestro credo, orientación sexual o posición social, necesitamos una Constitución que defienda a todos quienes hoy, estamos bajo el alero de un señor Feudal, que amplió su imperio, en el periodo más oscuro de la historia chilena reciente.
Habrá quienes sigan pensando que la Nueva Constitución permitirá un semiparlamentarismo o el término del neoliberalismo, sin darse cuenta que, antes de soñar en Chile de mañana, tenemos que derribar, hoy, los mitos propagandísticos que nos impiden cohesionarnos en pro de un bien común.
C’est la vie
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