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Chile post elección: desafíos políticos

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La elección presidencial 2021 marcó un punto de inflexión en el país, explicitó los elementos que caracterizan la postmodernidad: el estallido de lo social, la liquidez de lo político, el individualismo, lo efímero, la apatía, la indiferencia, la seducción, lo superficial y la banalidad. Emergieron las múltiples brechas, cobraron factura, observándose un quiebre generacional, valórico y cultural. Además se evidenció el problema de adaptabilidad a la sociedad digital, que la Derecha ni el Gobierno supieron leer.

Explicitó el sentido de las molestias ciudadanas de las últimas décadas y de las movilizaciones sociales de octubre del 2019. Constituye el cierre de un ciclo que comenzó en 1973, en que se impuso un modelo, que siendo exitoso en la generación de riqueza, terminó mal gestionado, generando concentración de la riqueza, el deterioro creciente de los bienes públicos y una pandemética que afecto a las diversas élites. Esto es una pandemia de degradación ética que alcanzó todas las instituciones del país, con amplios grados de corrupción, falla estructural del sistema por un materialismo radical, además de un minimalismo valórico y espiritual.  Crisis que se aceleró por el (des)gobierno, que exacerbó los vicios del sistema. La élite política parece desentenderse del colapso estructural que afectó a las fuerzas políticas tradicionales en la presidencial.

La primera vuelta presidencial significó la supresión de los partidos y coaliciones políticas tradicionales: tanto en la Izquierda, el Centro y la Derecha, las que quedaron en las últimas preferencias ciudadanas. Despreciadas por su incoherencia y escasa efectividad en décadas de accionar político, sin atender las demandas ciudadanas y sus requerimientos de progreso y desarrollo humano.

En la segunda vuelta, sacadas del escenario las fuerzas tradicionales, la ciudadanía eligió las dos opciones emergentes más radicalizadas y extremas, con un mandato de inclusividad, diversidad, pluralismos, con amplio sentido ciudadano y compromiso social.  En ese  desafío triunfó el proyecto de Izquierda Radical por un amplísimo margen. El de derecha se mantuvo anclado a cuestiones muy conservadoras, confundiendo las opciones del candidato con las del proyecto político que intentó encarnar.

Para el bloque de izquierda radical el desafío será incorporar a la centro izquierda[1], efectuar un gobierno de cambios, con amplio sentido social y ciudadano, que compatibilice: crecimiento económico, la equidad social y estabilidad política, el clásico triángulo de la Gobernabilidad. Veremos las tensiones entre progreso y equidad; libertad y orden.  Se evidencia la emergencia de un nuevo orden y de un cambio de época que cae desde lo global.

Para la centro-derecha, el desafío es refundar el sector, con nuevas ideas y liderazgos de sentido social, ciudadano, laico, democrático, ético y republicano. Superar la derecha económica, de énfasis conservador Requiere un cambio generacional hacia un Centro Social. Asumir la adaptabilidad a la sociedad digital, a sus nuevas formas de organización, participación y canalización de ideas e inquietudes sociales.  Esto no se logra haciendo más de lo mismo.  Requiere definir lo que se quiere cambiar y aquello que debe conservar.  Sus Centros de Estudios requieren reenfocarse más allá del dogmatismo economicista. En medio de un ciclo de derrotas se suma la “Madre de las Batallas”, la Nueva Constitución Política.

La emergencia de una nueva sociedad requiere procesos de adaptabilidad profundos en toda la estructura institucional y en las habilidades y competencias, tanto en las organizaciones como en las personas.

Chile: el “Cambio de Época”, la emergencia de una nueva sociedad requiere procesos de adaptabilidad profundos en toda la estructura institucional y en las habilidades y competencias, tanto en las organizaciones como en las personas. El Ethos ha cambiado y con ello surge una nueva ética, una nueva estética y una nueva emocionalidad.  El país no puede seguir transitando estos desafíos en una ambiente de emocionalidad centrada en la desconfianza.

CHILE,  requiere luces para la UNIDAD; que la democracia requiere la diversidad y pluralismo, una polaridad generativa constructiva; que las ideas son generativas y preceden a la acción; que todo es CÍCLICO, con alternancias, también en la democracia.  ¡Éxito al nuevo gobierno! Todos debemos colaborar, comprometidos con el bien común.

[1] Seguiremos usando el eje CentroIzquierda- CentroDerecha, vigente en la auto-identidad de muchas personas, aunque está superado por nuevas categorías: medioambiente, clima, género, pueblos originarios, tribus urbanas, movimientos espirituales, animalistas, veganos, etc.

 

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2 Comentarios

Mario Mardones

¡Éxito al nuevo gobierno!
Este es el concepto más decisivo de todo su artículo. Efectivamente, en la cancha se ven los pingos, ya que las traiciones están a la vuelta de la esquina. La historia de Chile está plagada de ejemplos. No es necesario referirse a ellos;se cuentan por docenas.
Pedirle peras al olmo, es lo mismo que pedir que la derecha pinochetista de Chile, deje de ser pinochetista.
Nunca quiisieron hacerlo. Da cuenta de ello el Hara Kiri que se han hecho, alineándose como última medida desesperada por la auto extinción, alrededor de un nazi de campo. no de concentración pero si de Paine.

Patrick Fisk

Se agradece la buena fe en sus palabras y se valora la capacidad de comprender que Chile es más que posiciones políticas sobre una línea imaginaria, hoy más que nunca es necesario sumarse a un cambio en el contrato social, para promover una ruptura en la lógica de clases que ha imperado desde el 73.

Si, soy de centroderecha y durante años milité en la estrella tricolor, sintiendo que mi incapacidad para reírme de las bromas de un viejo acaudalado me impedía avanzar en base a ideas, por lo mismo estoy tan contento con la victoria del Presidente Boric, quien a punta de ideas, fue capaz de superar (sin problemas) a toda la izquierda, para luego derribar una inexistente alianza de centroderecha.

El Presidente Boric y su diverso gabinete marca un antes y un después en la política nacional, la preocupación por la cohesión interna, la constante atención a la ciudadanía y la capacidad para complementarse, son sin duda las virtudes que los dos Gobiernos anteriores (en sus dos periodos) no lograron desarrollar, y eso mismo es lo que me hace pensar que será un gobierno que no esperará hasta el último trimestre para presentar leyes importantes, preocupándose desde el primer día (sino antes) de que todos nos sintamos parte de un mismo Chile.

Más allá de diferencias puntuales en algunas políticas (por ejemplo manejo de la macrozona sur) sigo expectante del estilo y sello que será impuesto desde la Moneda, cuándo el liderazgo deba emerger y la lealtad sea medida.

Se viene bueno!!