Seremos verdaderos patriotas cuando le podamos decir al mundo con profundo y legítimo orgullo que somos un gran país no porque ganamos la Guerra del Pacífico, clasificamos a un mundial de fútbol o tenemos el rascacielos más grande de Sud-América, sino porque le hemos ganado la guerra a la desigualdad, la pobreza, la mediocridad, la intolerancia y la ignorancia.
El patriotismo es el sentimiento y vínculo con que una persona se relaciona con su patria. En estas fechas vemos y escuchamos a menudo como se manosea y subutiliza este sentimiento con discursos y actitudes chovinistas que contienen fuertes dosis de militarismo, racismo y siutiquería que tienden a endiosar ciertos iconos, acontecimientos y personajes. Año a año en esta fechas se desaprovecha la oportunidad de reflexionar profundamente sobre el verdadero sentido que se le debe dar a este vínculo con la patria para no continuar cayendo en la trampa de la desvalorización de éste y acceder a la desvinculación de la inmensa y variada masa de “patrioteros” que pululan por todas las esferas sociales, políticas y religiosas.
El patriotero militarizado
El patriotero militarizado direcciona y descarga todo su jingoísmo a través de discursos y relatos peyorativos que buscan menospreciar, humillar y ningunear al “enemigo” que siempre está personificado en alguno de nuestros tres vecinos. Muchos de estos discursos han sido instaurados en el inconsciente colectivo a través de textos y libros escritos por historiadores pertenecientes a las élites conservadoras.
Estos patrioteros viven con entusiasmo todas las “tradiciones militares” sin cuestionamiento alguno, los podemos ver en todas las paradas militares con sus pechos hinchados de orgullo por la “gallardía” de sus FF.AA., mismas que, muchas veces a través de nuestra historia- por encargo de las élites – no han tenido contemplación en empuñar el arma en contra del pueblo al que han jurado defender.
Ésta visión arraigada en todas las clases sociales se fundamenta y acota a la acción de “defensa militar del territorio y sus riquezas a través de las FFAA”, lo que es una falacia, ya que esas supuestas riquezas que se deben defender ya fueron usurpadas por los armas del neoliberalismo que se ha adueñado prácticamente de todos nuestros recursos naturales. Nada es nuestro y todo es del mercado; ¿qué les queda a las FF.AA. por defender?
Por otra parte el negocio de la compra de armamentos necesita de estos patrioteros y su relato, que ha permitido a civiles y ex militares con el contacto y la influencia precisa obtener suculentas comisiones por llevar a buen puerto las negociaciones donde miles de millones de dólares han estado en juego.
El patriotero neoliberal
Es parte de ese Chile ensimismado que habla de una prosperidad que disfrutan solo unos pocos, se les hincha el pecho cuando ven el pabellón flameando en el Costanera Center, sienten un profundo orgullo cuando algunas de las empresas del retail abre alguna sucursal en algún país del vecindario o cuando ven en la revista Forbes a Lucksic, Paulmann o Piñera figurando entre las grandes fortunas del mundo.
Su discurso tiende a pasar por encima de principios básicos de humanidad con tal de defender el modelo neoliberal que supuestamente nos llevará a concretar el tan ansiado desarrollo y que -según ellos mismos-siempre está en riesgo de ser derrocado por “los comunistas y marxistas de siempre”. Estos patrioteros adoran “Sanhattan” y los barrios donde viven con amplios jardines y calles, se vanaglorian y enorgullecen de las autopistas concesionadas, rascacielos, puentes y malls como si fueran trofeos de guerra, sin importarles la pobreza, ignorancia y miseria estructurales que conlleva el sistema.
El patriotero “siútico”
Es el más “light” e ingenuo de todos los patrioteros, suele sentirse orgulloso de mitos absurdos y risorios que nos relatan que nuestro himno nacional y bandera son de los más bellos del mundo, son capaces de endiosar a sus héroes de guerra y deportistas que hayan conseguido connotación mundial, se les caen las lagrimas cuando escuchan el himno nacional previo al partido de fútbol que nos clasificará al mundial. Se emocionan cuando ven el video de la Bolocco siendo coronada Miss Universo, se compran la 4×4 del año para que quede claro cuál es su poder adquisitivo y les encanta vivir de plaza Italia hacia arriba. Obvio que les da vergüenza sentirse parte de un Chile multicultural y menosprecian a las etnias originarias y se creen absolutamente el discurso de que “somos un país serio”, nada que ver con los países bananeros del vecindario.
De patrioteros a patriotas
Somos un país al cual urge actualizar sus vínculos con la patria, debemos hacer un esfuerzo para cambiar el eje y sentido de nuestro patriotismo a través de una actitud y sentimiento con más conciencia social y menos chovinismo, ignorancia e intolerancia. Ello debe materializarse en un proyecto integral de desarrollo humano y social inclusivo, fraternal y solidario. Uno que nos haga sentirnos orgullosos por lo que somos como sociedad, compuesta por ciudadanos capaces de asumir las diferencias con tolerancia; capaces de asumir la solidaridad no como una acción de beneficencia sino que como una acción de justicia social; capaces de compartir nuestros logros y enseñanzas sin miedos ni egoísmos.
El verdadero patriotismo se debe asumir como una cualidad social que promueve y fundamenta el progreso humano de todos los que habitamos en Chile. Seremos verdaderos patriotas cuando le podamos decir al mundo con profundo y legítimo orgullo que somos un gran país no porque ganamos la Guerra del Pacífico, clasificamos a un mundial de fútbol o tenemos el rascacielos más grande de Sud-América, sino porque le hemos ganado la guerra a la desigualdad, la pobreza, la mediocridad, la intolerancia y la ignorancia. Porque hemos construido un país más justo que sea de todos y para todos. Mientras esto no suceda, debemos asumir con una profunda auto crítica y mucha vergüenza que somos un país de patrioteros con una inmensa deuda para con la patria.
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