Es una lástima que algunos sigan creyendo en esta pretendida «Nueva Mayoría». Lo es porque avalan un sistema político que hace décadas se nos impuso a través del golpe de Estado.
Algunos analistas dicen que sólo bajo la crueldad cívico-militar, es decir, bajo el control de la población a partir de la violación masiva de los derechos humanos y su correspondiente terrorismo de Estado, era posible que en Chile los neoliberales se hicieran con el poder. No estoy tan seguro que así sea. De hecho, en Argentina el neoliberalismo se consolida con Menem, bajo un gobierno democrático.
Hoy pasa lo mismo en Europa (que siempre se pensó como desarrollada), y es lo que ocurre en nuestro país desde hace 25 años, cuando en los 90´s nos hicieron creer en esa “transición”, que nunca fue tal. Nunca llegó la alegría ni esa primavera que nos prometió la coalición del arcoíris.
Lo planteo no para despotricar contra la falta de conciencia de los trabajadores, que votan por sus verdugos, sino para mostrar que el capitalismo es bastante eficiente a la hora de reivindicar sus intereses, sea a través de la fuerza o de una democracia de muy baja intensidad, que es la que existe en Chile por responsabilidad de una constitución ilegal de origen.
En términos políticos esta falsa “democracia” se fundamenta en diversas estructuras que niega cualquier libre expresión de la voluntad popular. Es así como los disconformes, los que no aceptamos esta realidad, somos oprimidos y descalificados: se nos trata de utópicos, de «ultrones» e incluso de irracionales y enemigos del crecimiento. Es decir, en la práctica, nos convertimos en el “enemigo interno”, lo que a su vez nos revela que el régimen se encuentra comprometido ideológicamente con la doctrina de seguridad nacional.
En otras palabras, la “democracia de los acuerdos» no es más que una dictadura, un sistema que apenas en lo formal respeta los derechos humanos. Esto se percibe claramente en la lógica que subyace detrás de una economía que se nutre del libertinaje del mercado y de una serie de mitos por los que es sacrificada la calidad de vida de la mayoría.
Al final -y me refiero a los fundamentos económicos del régimen- lo único concreto es que se nos explota sin ningún límite, porque la ley suprema que nos rige es que absolutamente todo se compra y vende en los mercados, y al mejor postor. Hasta nuestras vidas son sacrificadas en beneficio de la acumulación privada del capital. No hay garantías constitucionales para todos porque la educación, la salud, la vivienda y todo lo demás, son para quienes puedan pagar por ellos.
La "libertad" en boca de la élite, es un concepto bastante peligroso. Por ejemplo: la "libertad de educación" se traduce en segregación, en lucro, en falta de oportunidades, en municipalización, etc. La "libertad de trabajar" se manifiesta en flexibilización laboral y en sueldos de miseria. Incluso la "libertad del mercado" es una mentira porque éste es controlado por unas cuantas familias a su entero capricho.
La «libertad» en boca de la élite, es un concepto bastante peligroso. Por ejemplo: la «libertad de educación» se traduce en segregación, en lucro, en falta de oportunidades, en municipalización, etc. La «libertad de trabajar» se manifiesta en flexibilización laboral y en sueldos de miseria. Incluso la «libertad del mercado» es una mentira porque éste es controlado por unas cuantas familias a su entero capricho.
Ni Adam Smith, David Ricardo, Pareto, ni siquiera Fayek o Friedman, con su monetarismo, tienen razón. Marx y Engels sí, porque la única realidad es que el sistema se sostiene en base a la explotación del esfuerzo ajeno, que es simulado a través del proceso de fetichización de la mercancía, que magistralmente el padre del socialismo científico describe en «El capital», y que en Chile se expresa en una “democracia” en la medida de lo posible, hecha a imagen y semejanza de la patronal.
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Foto: lun.com
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Alfredo A. Repetto Saieg
Ricardo: El siglo XX nos demostró que el único sistema viable en términos de convivencia racional es la democracia. Por su parte, el siglo XXI nos muestra que la democracia, así sin apellidos, meramente formal, sin sustancia ni derechos reales, donde todo se transa en los mercados, al modo del sistema político chileno, es un gran fiasco. Entonces, si bien el mal llamado socialismo real fue un fracaso también lo es el capitalismo.
En Chile hace más de 200 años que nos vienen prometiendo el desarrollo. Lo mismo pasa en esa Europa donde los revolucionarios franceses reafirmaron las ideas de igualdad, de libertad y de fraternidad. Te pregunto entonces: ¿dónde están esos valores en un país como el nuestro donde la gran mayoría gana el sueldo mínimo, donde la disidencia política es reprimida con toda la fuerza de la ley, cuando somos uno de los países más desiguales del mundo? ¿Dónde está el avance de la civilización cuando son millones los trabajadores que en los países centrales, en Europa y en Estados Unidos, pierden sus empleos, sus viviendas y así su proyecto de vida?
Por último, el debate tiene que ser con ideas por lo que no puedo aceptar que intentes descalificarme. Al hacerlo me das toda la razón en lo que publiqué. Saludos.
Luis G.
Por tales analistas imagino que se refiere tácitamente a Naomi Klein con su «doctrina del shock».
Creo que la violencia física históricamente ha sido la forma en que la mayoría (sino todos) de los sistemas político/económicas se han impuesto a una sociedad. De ahí en adelante, gracias al siglo pasado en que se lograron grandes avances en psicología de masas, lo que resta es manipulación mediática.
Ignoro la realidad cruzando la cordillera, pero imagino que para haber ganado Menem tuvo que haber un trabajo de manipulación de medios bastante fuerte. Algo así como con Piñera o Bachelet. O todos los presidentes concertacionistas que seguían siendo aplaudidos aun cuando la alegría nunca llegó.
La manipulación de masas no sé si califica como violencia, pero sin duda el poder puro y duro es lo que permite su existencia – piénsese en los oligopolios de medios cuyo origen muy probablemente está plagado de violencia y sangre.
Cierre de mi acotación, pues en todo lo demás comparto, aunque con ciertas reservas que ya le hice saber en otra columna.
Saludos.
Alfredo A. Repetto Saieg.
Luis G: Efectivamente creo que la manipulación de masas califica como violencia en el sentido de que todo método de dominación lo es. Sin embargo, no es lo mismo el control social y político que se ejerce en una sociedad más o menos democrática, donde se aspira en verdad la bienestar común, que la que es necesaria bajo un régimen dictatorial. Ese es el sentido de esta publicación: denunciar que la derecha en sus dos versiones es increíblemente brutal en la defensa de sus intereses expresados fielmente en esta gobernabilidad neoliberal. Saludos.
Ricardo
En algun lugar del mundo, en alguna epoca, se han solucionado los problemas con la forma por ti planteada? Para haber escrito tanto, supongo te has instruido y leido mucho por lo que me extrañan tus concluciones. Las comprendo solo de personas incultas y mo de gente que es capaz de razonar.