El escandalizarse por el otorgamiento de asilo al condenado Palma Salamanca invocando nuestro estado de Derecho en una democracia consolidada, es deshonesto y engañoso. Lo relevante para la decisión francesa no es nuestra realidad actual, sino aquella en que se produjo el asesinato de Jaime Guzmán y el juzgamiento y condena de sus autores materiales (ninguna impunidad, como la que pretende instalar en la opinión pública la UDI).
En 1990, el presidente Patricio Aylwin afirmaba que debía hacerse justicia en la medida de lo posible y el exdictador Augusto Pinochet permanecía como comandante en jefe del Ejército, cargo que retuvo por ocho años, el doble del período presidencial de Aylwin y desde donde pasó a integrar el Senado, por derecho propio consagrado en la Constitución, aún vigente y de la que Guzmán fue autor.La Corte Suprema estaba totalmente integrada por quienes había nombrado la dictadura y no hubo acción alguna persecutora de violadores a los derechos humanos que prosperase en nuestro sistema judicia
En aquellos años, la Corte Suprema estaba totalmente integrada por quienes había nombrado la dictadura y no hubo acción alguna persecutora de violadores a los derechos humanos que prosperase en nuestro sistema judicial. Sólo el arresto de Pinochet en Londres, en octubre de 1998, a 10 años del plebiscito de 1988, obligó a un cambio de actitud para lograr el regreso del exdictador y los tribunales empezaron a acoger acciones que hasta entonces habían rechazado de plano.
Recién en la últimas elecciones parlamentarias del año pasado, sus resultados dejaron de estar determinados por el sistema binominal, un auténtico fraude electoral (33%=66%) jamás utilizado por democracia alguna y copiado por Guzmán de la dictadura de comunista del general Jaruzelski en Polonia, gracias al que él fue elegido senador en 1989, dejando como derrotado a su rival Ricardo Lagos, quien casi lo doblaba en votación.
Finalmente, si la preocupación por la impunidad en el crimen de Jaime Guzmán fuese sincera, habría habido alguna reacción a las declaraciones de Rosario Guzmán hace unos años, en la que ella atribuía la responsabilidad en el asesinato de su hermano a Manuel Contreras y Augusto Pinochet. Incomprensiblemente, nadie dijo nada.
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