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Bajo la lupa de las redes sociales: ¿un nuevo poder ciudadano?

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Un nuevo país se está forjando a la luz de este novedoso escenario muy distinto al de la Guerra Fría y de los órdenes políticos que dividieron el mundo hasta hace no muchos años. No se puede entender el conflicto político de los años ’70 en Chile sin el escaso acceso a la información que había en la época, y la manipulación de ésta por parte del poder, no muy distinto de lo que acontece en la actualidad aunque bajo condiciones muy diferentes, que hacen el escenario un poco más auspicioso para los intereses de la ciudadanía.

Si bien, hoy nos encontramos con una nueva herramienta que nos permite tener acceso a muchísima información actualizada minuto a minuto, reinterpretada por toda la gente que participa de la virtualización en redes sociales, a través de foros y comentarios en Twitter o Facebook, es prudente decir que el fenómeno sigue siendo incipiente y que sus efectos tendrán mucha más influencia en el futuro, considerando que estos mecanismos propenderán a una rápida sofisticación. El sistema político anquilosado en leyes y constituciones anacrónicas, administrada por políticos que poco entienden de las nuevas herramientas de virtualización, tiene los días contados o las décadas contadas para ser más realistas. Imaginen el gobierno de la Unidad Popular en Chile con la poderosa herramienta de las redes sociales, o la propia dictadura, que basaba su poder en la desinformación o la desviación de la atención política en banalidades que escondían temas de importancia como la tortura y el exterminio.

La primera manifestación es una dialéctica viva que se pasea entre la ociosidad y la discusión de temas trascendentales en diferentes tonos y sensibilidades, generando un mosaico de información difícil de catalogar y filtrar para adoptar discursos o posturas frente al acontecer. Sin embargo, me atrevería a decir que en las redes sociales se genera una moral espontánea, donde los temas que provocan rechazo o aprobación por parte de los ciudadanos ganan sólo por la capacidad de agrupar posiciones de mayoría que hacen simpatizar o modificar líneas de pensamiento. Me explico, un pedófilo que manifiesta su inclinación en alguno de estos medios no tardaría mucho tiempo en ser denunciado y sacrificado virtualmente. También se puede traspolar a discusiones polémicas y de mayor contingencia, como las afinidades políticas y la divulgación de discursos.

Lo que hace poderosa esta herramienta es la capacidad de incorporar no sólo la palabra sino también la imagen y registros en video. La ciudadanía desarrolla estos mecanismos para denunciar, para enarbolar una bandera, para agradecer, para divertirse, para condenar y también para provocar y modificar paradigmas o líneas de pensamiento tradicionales. ¿Cómo funciona? No es simplemente la voz de quien denuncia o de quien declama una verdad. En todo momento lo que se dice está sometido a la interpretación de quien lo ve, queda expuesto al juicio de la comunidad, por lo tanto, la veracidad de lo que se afirma o la capacidad de éxito en la persuasión depende también de cómo la colectividad lo interpreta y lo juzga, que no es más que una medición subjetiva de cuánta es la carga de verdad que hay en lo que se dice, cuánto de veracidad hay en lo que se expone teniendo en cuenta el perfil de quien emite el discurso y los perfiles de quienes lo interpretan y juzgan. Una persona aguda en la manera de analizar discursos en la web pondrá en la balanza también el juicio de los demás a la hora de emitir una respuesta de aprobación o rechazo, no por dejarse influir, sino para poner las cosas en un contexto más amplio, desde una perspectiva mayor que muestre lo que se expone desde todos los ángulos posibles.

Pongamos un ejemplo contingente. Un comediante emite un chiste en la televisión en código de humor negro, invita a reírse del exterminio de judíos en el holocausto. La comunidad judía comienza a ocupar los medios de comunicación para denunciar y pedir castigo ejemplar. Rodrigo Guendelman, columnista judío, tuitea su malestar y conmina a sus seguidores a hacerse parte de la denuncia y del juicio moral frente al acto. Incipientemente algunos seguidores le enrostran el poder que ejerce el judaísmo en Chile, de la influencia que ejercen en los medios de comunicación y en las esferas del poder, de que así como se condena un chiste sobre el holocausto se debe condenar también la discriminación racial hacia nuestros pueblos originarios, que lo que se pretende es fomentar la victimización de una colectividad que en otras esferas se muestra prepotente y beligerante. ¿En qué posición queda finalmente la denuncia de la comunidad judía? Queda en una extraña posición en donde lo que se expone como una verdad condenada por unanimidad se transforma en un argumento de juicio que deja una duda respecto a la carga de verdad en el objetivo que se pretende, condenando un chiste de mal gusto.

La desconfianza es una actitud permanente en la virtualidad, quien pretenda modificar ciertos paradigmas se encontrará con un muro difícil de derribar, pero no imposible de roer hasta hacerlo desaparecer con el tiempo. En general en la virtualidad se actúa desde la individualidad con la fuerza de la masa, pero esta vez como masa pensante, irónica, burlesca, brutal, pero que en el conjunto consigue unificar líneas de pensamiento. No puedo hacer notar mi descontento destruyendo lo virtual, la única herramienta es la palabra y la imagen, la capacidad que tengo para persuadir sin que mi discurso sea interpretado como una falacia y para ello lo que dices queda sometido a la contrastación del testimonio, de que la trayectoria avale lo que se intenta defender o divulgar.

El discurso vociferado en tiempo real o registrado en Youtube, hace el ejercicio democrático mucho más eficiente para el común de los ciudadanos, sin dejar de lado la herramienta fundamental de la manifestación en la calle, que si bien es más directa y necesaria, en el último tiempo ha demostrado ser un complemento natural a la divulgación de discursos de descontento en las redes sociales.

El discurso vociferado en tiempo real o registrado en Youtube, hace el ejercicio democrático mucho más eficiente para el común de los ciudadanos, sin dejar de lado la herramienta fundamental de la manifestación en la calle, que si bien es más directa y necesaria, en el último tiempo ha demostrado ser un complemento natural a la divulgación de discursos de descontento en las redes sociales. Lo interesante es que en la virtualidad los partidos políticos pierden capacidad de adherencia, el ciudadano habla desde su condición particular e independiente, y el abanderamiento genera sospechas y prejuicios que permiten inferir que en el futuro se pueda prescindir de entidades colectivas que aglutinen formas de pensamiento, sólo ciudadanos que juzgan con toda la información desplegada en la mesa, entendiendo que todo no pasa por verdades absolutas.

¿Cuál es la línea que separa al ciudadano actual con cierto grado de participación virtual, al ciudadano oficializado en la virtualidad que lo incluye como actor social directo? Que mi perfil virtual esté certificado en el registro civil, y que desde ese perfil pueda participar directamente en las decisiones políticas, que ese perfil se asocie con una bolsa de trabajo y a mi relación directa con el Estado y sus organismos, el SII, claridad entre lo que aporto al Estado y lo que el Estado me retorna satisfaciendo mis derechos fundamentales y organizando directrices del deber que me corresponde para con el desarrollo del país, me permitiría votar directamente las discusiones estructurales del parlamento saltándome al diputado o al senador que decide de acuerdo a su grupo de interés. ¿Qué es el poder ciudadano si no la capacidad de incidir directamente en las discusiones del país? La tecnología ya existe y para que se sofistique sólo falta esperar algo más de tiempo. Lo que suena como ficción de alguna manera ya está instalado, y no hay que ser Ray Bradbury para imaginar hacia donde apuntan estas herramientas sociales. El muro que hay que roer es muy macizo, las convenciones sociales y los conservadurismos, la manipulación por parte de los grupos económicos hacen de este nuevo paradigma una tarea difícil, sin embargo en el actual escenario, pareciera ser quizás la única manera de modificar el estado de las cosas.

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Juan Carlos Vera

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peon

La forma institucionalizada en que se deben dar los diálogos entre la ciudadanía y el Parlamento, la Presidencia y los ministerios, debiera ser a través de un organismo como una Cámara Ciudadana Digital.

En ella la ciudadanía podría desarrollar proyectos propios, muchos de bastante interés, y los que correspondiese debieran representarlos en el Parlamento algunos parlamentarios y senadores designados de la Cámara Ciudadana.

De esa forma habría una estructura que oye a la ciudadanía y donde ella se pueda pronunciar, y desde la que se construyan herramientas de soluciones a los problemas que tenemos.

Esta estructura, además, podría crecer en la medida que lo avale una organización ciudadana sólida y un mecanismo efectivo que inserte a la Cámara Ciudadana en la vida de la toma de decisiones en la política nacional.

Obviamente existe una resistencia a este hecho, pero, paso a paso se camina en su dirección y día a día se acerca el momento en que debiera nacer la solución digital que represente a «la organización digital de la sociedad civil», una que por cierto podría ser simulada por la propia ciudadanía, creando una súper página de reunión que simule a la Cámara Ciudadana por ejemplo, permitiéndole avanzar en el crecimiento de la red que debe formarse, de manera que se construyan las ramas del árbol…

Es decir, es factible crear soluciones que no involucren a las autoridades de forma inicial, simulando la página a la que hago referencia. De esa forma, la organización civil podría crear una nueva Constitución y designar representantes a los puestos de poder de la administración del Estado, de forma que en las siguientes elecciones la ciudadanía los prefiera, comprometiéndose ellos a trabajar por cumplir el PROGRAMA DE OPERACIONES que cree la ciudadanía como su Programa de Gobierno.

Todas las soluciones tienen un espacio de factibilidad. Aquí deben reunirse todas las capacidades de las redes ciudadanas para imaginar un Chile distinto, para iniciar la organización de la sociedad civil, proceso sin el que resulta practicamente infactible, hasta ahora, encontrar una solucioón que le ponga el cascabel al dinosaurio político del milenio y siglo pasado…

Si puedes, crea la página donde se reúna la ciudadanía. Si no puedes, busca a quien pueda. En eso me parece que debemos estar.

    Tintagoel

    Tintagoel

    «nueve de cada diez familias apoyan las movilizaciones estudiantiles» leo en una encuesta realizada por radio cooperativa, mientras el gobierno continúa en su ciega postura de no innovar al respecto, de mantener el sistema cuestionado por la mayoría. ¿Como puede ser que los ciudadanos por votar una vez deban mantenerse inmovilizado durante cuatro años?… ¿que garantía tenemos de que esos señores políticos cumplan lo que anuncian con bombos y platillos en sus campañas? ninguna, ellos pueden hacer lo que les parezca, incluso decidir lo contrario a lo se comprometieron y todo sería legal. Es necesario que temas fundamentales puedan ser sometidos a la consulta ciudadana inmediata, que sea la gente a través de mecanismos digitales quienes puedan pronunciarse, dejando la labor del «político como un instrumento de los ciudadanos, que ejecute lo que la ciudadanía le encarga directamente, que se les evalúe su desempeño periódicamente, para que en la función de ejecutar el mandato ciudadano siempre estén los más capacitados, y que la figura simbólica del presidente y de nuestros representantes obedezca a también a un ejemplo moral, un bastión de la voluntad popular. Que defiendan y se subordinen a lo que la gente les pide transparentemente a través de mecanismos virtuales que oficialicen nuestra opinión y la transformen en un grano de arena que incline la balanza de las discusiones del país. Ya basta de operadores, economistas y burócratas que se benefician del sistema y trabajan para los intereses del poder económico, mientras la mayoría del país, trabajadores y estudiantes, vemos como se reparten el botín unos pocos..

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Juan Carlos Vera

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