Tomando algunos elementos de la obra “Crítica a la Razón Cínica”, de Peter Sloterdijk, el filósofo eslavo Slavoj Žižek utiliza el concepto de cinismo para graficar el estado actual de reproducción ideológica.
Según el autor, la clásica definición de ideología como falsa conciencia resulta insuficiente para una teoría crítica en la actualidad, dado que la fantasía ideológica no se encuentra en el plano del saber sino del hacer. En términos simples, no es que los sujetos carezcan de conocimiento acerca del mundo en el que operan sino que, aun a sabiendas, por diversas razones deciden actuar como si estuvieran desprovistos de tal conocimiento.
Asumir ese giro interpretativo obliga a sustituir la conocida frase de Marx “no saben lo que hacen, pero lo hacen” por una nueva situación en la cual los sujetos “saben lo que hacen pero, a pesar de ello, lo hacen”. Para Žižek, en definitiva, el “cínismo de la ideología” implica la preferencia por la máscara a sabiendas de la distancia entre esta y la realidad.
Visto así el problema, la provocativa idea de Žižek puede ayudar a entender la pasión con que algunos bacheletistas intentan creerse el cuento. Ellos saben muy bien que su candidata no representa ni de cerca las respuestas adecuadas a la crisis político-institucional ni a las consecuentes reivindicaciones del movimiento social pero, sin embargo, han decidido actuar como si verdaderamente lo creyeran.
¿De qué otro modo puede entenderse los vítores que acompañaron la breve performance de Bachelet en favor de la educación gratuita y el fin al lucro? Y sobre todo, ¿cómo podría entenderse que, tras recular, algunos continúen sosteniendo que su candidata realizará las transformaciones educacionales requeridas?
Al señalar que la educación pública gratuita es “regresiva”, Bachelet expresó su consenso con el paradigma dominante de la subsidiariedad y la focalización propio de las derechas. Sin embargo, muchos se resisten a aceptarlo e incluso parecen convencidos de que la “mejor carta para derrotar a la derecha” es una candidata que piensa igual que la derecha.
La provocativa idea de Žižek puede ayudar a entender la pasión con que algunos bacheletistas intentan creerse el cuento. Ellos saben muy bien que su candidata no representa ni de cerca las respuestas adecuadas a la crisis político-institucional ni a las consecuentes reivindicaciones del movimiento social pero, sin embargo, han decidido actuar como si verdaderamente lo creyeran.
Pudiendo tomar otra decisión, hay quienes continúan aferrándose a la máscara y reproduciendo la fantasía. Abundan los que, por diversas razones, han hecho de la razón cínica una práctica política constante.
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Foto: Michelle Bachelet / Licencia CC
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G¨üntter Rott
Tienes toda la razón. Bachelet y la ruina llamada Concertación puede que hagan como que escuchan a la ciudadanía, sin embargo no hay vuelta a la calma que añoran los empresarios, esa calma que les permitió tanto abuso y estafa. Nueva Constitución y Fin al binominal como aperitivo, sino hay cambios de fondo, este país se desfonda a pesar de la represión que hemos visto de parte de Carabineros feroces y el montaje de los encapuchados de extrema derecha.