En el modelo democrático griego, específicamente ateniense, el mecanismo de las votaciones como instrumento resolutivo era el último paso para determinar situaciones que no habían podido ser resueltas en las instancias previas de discusión. En este sentido, la lógica predominante de participación radicaba en el acto mismo de deliberación entre los ciudadanos. Guardando todas las proporciones entre el contexto histórico-cultural antiguo y el actual, me parece fundamental relevar la posición del diálogo dentro de la democracia.
Pensemos en la importancia de la mayéutica como herramienta didáctica del modelo educativo griego, así como en la trascendencia de la retórica y la oratoria dentro de la formación de una persona. El modelo social y cultural griego permitía el ejercicio del modelo político democrático, puesto que los transmitía dentro de su dinámica interna, haciendo eco de las palabras de Aristóteles: “Nadie pondrá en duda que el legislador debe poner el mayor empeño en la educación de los jóvenes. En las ciudades donde no ocurre así, ha resultado en detrimento de la estructura política, porque la educación debe adaptarse a las diversas constituciones, ya que el carácter peculiar de cada una es lo que suele preservarla, del mismo modo que la estableció en su origen: el espíritu democrático, por ejemplo, la democracia, y el oligárquico la oligarquía.” (“Política”. Libro Octavo “La educación juvenil” apartado I).
Al mirar la realidad chilena actual en el contexto de la bullada ley de Inscripción automática y voto voluntario, me parece que las palabras de Aristóteles cobran más vigencia que nunca, pues ¿Qué modelo reproduce nuestro sistema social y cultural? ¿Qué mecanismos de la democracia están relevados? A mi parecer, en nuestro sistema el énfasis está puesto en el voto prácticamente como único mecanismo representativo de la democracia, subestimando el papel de la deliberación previa y además evitando la rendición de cuentas que con el concepto de accountability tanto se ha revitalizado, pero que ya los griegos aplicaban en sus apelaciones a los funcionarios públicos cuando dejaban sus cargos. De hecho, el ostracismo es muestra fehaciente de una rendición de cuentas a priori. Pues bien, ¿De qué manera cambiará este panorama la nueva ley? ¿Efectivamente votarán más personas? ¿De ser así, avanzaremos a una democracia más participativa?
Si revisamos someramente el currículum nacional, ya nos encontramos con una desestimación generalizada al ejercicio cívico, aunque la democracia como eje transversal se precisa como parte de los fundamentos curriculares. A mi parecer, no es más que una declaración políticamente correcta. Primero, en la asignatura de historia encontramos que la participación política y democracia únicamente forman parte de los CMO de sexto básico, es decir, cuando los niños y niñas bordean los 10 años y aún se encuentran en una etapa de desarrollo psicológico concreto. Aún así podemos ser optimistas y pensar que esta familiarización con la vida democrática podría servir como un buen inicio. Sin embargo, es prácticamente la única instancia formal para el estudio de tales contenidos y procedimientos puesto que –según el currículum y los ajustes vigentes- séptimo, octavo y primero medio están destinados a historia universal y se retoma historia de Chile en segundo medio y –si no entran en vigencia los ajustes para el 2012- en tercero y la mitad de cuarto medio se seguirá con historia universal más una pequeña unidad de América Latina en cuarto medio.
La opción formal que queda es la de los planes diferenciados, más conocidos como electivos. Que para el caso de historia son “La ciudad contemporánea” y “Realidad Nacional”, en este último con la flexibilidad que permite el currículum se podría abordar la participación política pero ¿Cuántos colegios aplican los planes diferenciados? ¿Cuántos utilizan esas horas para complementar la mermada carga horaria del plan común o para hacer pre-universitario? ¿Qué pasa con los colegios técnicos, comerciales y artísticos que no tienen esas horas?
El otro camino es el de los espacios informales de apropiación de los principios de participación política, es decir, el ejercicio democrático dentro de las escuelas. Algunas consideraciones son las siguientes: la constitución de centros de estudiantes no es obligatoria, las horas de Consejo de Curso están siendo reemplazadas por las de Orientación y en el mejor de los casos cuando hay centros de estudiantes, ¿funcionan democráticamente? ¿Tienen alguna injerencia en su establecimiento?
El mejor augurio lo observo en el movimiento estudiantil, puesto que ha involucrado un ejercicio directo de la participación, agilización de la información, constitución de asambleas, respeto por las bases, ejercicio de sufragio pero sobre todo de deliberación. Es de esperar que esto se concrete en la maduración de una civilidad mayor, puesto que incluso siendo optimistas, puede aumentar el número de electores, pero eso no asegurará el éxito de la democracia. Para eso habría que tomar en serio las palabras de Aristóteles y vivir en democracia, partiendo por los colegios.
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Foto: Filosofía Hoy
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