Una de las cosas que se deben agradecer al Intendente Francisco Huenchumilla es plantear el “conflicto mapuche” como un tema de Estado. Debe molestarle a quienes se posicionan en el extremo, tanto de izquierda como derecha, la cautela y medida en sus acciones pero no necesariamente en sus palabras.
El Intendente es el representante natural e inmediato del Presidente de la República en la región y sobre él recae la responsabilidad del manejo de ciertos temas que aún se deciden a nivel central. De ahí la primera critica, la centralización de la toma de decisiones no sólo en materia indígena, sino que en un sin número de otros temas a nivel regional, debe ser modificado. El traspaso de competencias (proyecto congelado en el Senado) y la elección de los consejeros regionales (Ley 20.678), si bien son un tremendo paso en esta descentralización, carecen de sentido cuando quien toma las decisiones sigue siendo el ejecutivo personificado en el Presidente.
En el programa de la Presidenta Bachelet, entre otras cosas, se señala que en este gobierno no se aplicará la Ley Antiterrorista a personas indígenas por hechos de demanda social y se modificará dicha legislación en función de las recomendaciones de organismos internacionales.
Si bien este es sólo un punto del programa en materia indígena, es inmensamente significativo, principalmente porque desmitifica hechos violentos a un conflicto en donde ha sido considerado el tema principal y no las demandas o reivindicaciones que se exigen.
Es difícil desmitificar a un pueblo frente al resto del país cuando hoy el Senador por la Araucanía, Alberto Espina (RN), presenta propuestas para propiciar la paz social en la región. En lo que él señala no existen diferencias sustanciales con lo planteado en el programa de Gobierno actual y en los 50 compromisos de los primeros 100 días. Las propuestas del Senador son, entre otras cuotas de representación política a los pueblos originarios, delimitar la entrega de tierras y otorgar un real apoyo productivo a las comunidades mapuche.
Vivo en la Araucanía hace más de 10 años y jamás he sentido la carencia de paz o la explosión latente del conflicto. Lo que se siente en la región es el desconocimiento cultural, el desarrollo económico que sólo entrega migajas a los sectores rurales, la afectación que propician las forestales al medio ambiente y la participación política mínima mapuche en puestos de la región, pero sobre todo el sentimiento de que no somos los araucanos, que por opción o tradición vivimos en la región
Vivo en la Araucanía hace más de 10 años y jamás he sentido la carencia de paz o la explosión latente del conflicto. Lo que se siente en la región es el desconocimiento cultural, el desarrollo económico que sólo entrega migajas a los sectores rurales, la afectación que propician las forestales al medio ambiente y la participación política mínima mapuche en puestos de la región, pero sobre todo el sentimiento de que no somos los araucanos, que por opción o tradición vivimos en la región. Por eso considero las declaraciones del Intendente Huenchumilla acertadas y quiero creer en el cumplimiento del programa de Gobierno de la actual administración principalmente sobre la aplicación de la Ley Antiterrorista. Sin embargo, y como tiendo a terminar las columnas el cumplimiento de lo planteado acá no lo es todo, sino pasos, pequeños pero enormemente significativo.
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