Cuando se anunció el acuerdo por la paz y la nueva constitución rápidamente surgió rechazolandia, apruebolandia, y los que desde izquierda o derecha lo ningunearon, no lo creían viable o preferían no participar, aunque finalmente casi todos los escépticos se convencieron en el camino; Pamela Jiles criticando el acuerdo en noviembre para luego aparecer usando una banda del “apruebo” es un símbolo de que elecciones siempre ordenan a quienes tienen intereses políticos.
Así que incluso con pandemia de por medio, al parecer el plebiscito se podrá realizar en octubre, y en este ambiente se desarrolla la campaña, que principalmente está en redes sociales y opiniones de figuras públicas en medios de comunicación.
Aunque formalmente la opción implica ir a elecciones para elegir una convención (mixta o constituyente) que elabore una propuesta de constitución, en la práctica se comunica que el apruebo implica un “voto con yapa” que lo une con causas que se deben incluir en el texto, por lo que simboliza también el apoyo tácito a las demandas ciudadanas, aunque estas sean imprecisas.Así que como en 1988 con la promesa inspiradora y ambigua de “la alegría”, hoy el arcoíris del apruebo si gana debe rápidamente empezar a administrar las expectativas de las personas y darles cauce
Quienes salieron a las calles vinculan el apruebo con temas como la lucha feminista o el retiro del 10% de las AFPs, por lo que la disputa no solo está en el espacio frío de la política racional: El apruebo es también un sentimiento de reivindicación que resuena en el sentido común de muchas personas, lo que es un impulso electoral importante como opción de base amplia.
Pero en apruebolandia lo que es ventaja es desafío a la vez: A la hora de definir en concreto lo que la gente exige, se entrará en un debate que es más largo y complejo de lo que la inquieta sociedad movilizada podría esperar, lo que será evidente en la convención que tendrá que redactar la constitución en caso de ganar el apruebo con la presión de lo urgente y lo importante a la vez, para avanzar de dos tercios en dos tercios, hasta un texto final.
Y ya que los mismos actores políticos que expresan apoyo a las demandas sociales no pudieron ponerse de acuerdo para un comando único por el apruebo, estará bastante difícil lo que se viene en la convención en caso de ganar. Y apruebolandia es muy impaciente.
Así que como en 1988 con la promesa inspiradora y ambigua de “la alegría”, hoy el arcoíris del apruebo si gana debe rápidamente empezar a administrar las expectativas de las personas y darles cauce, algo que requiere de dos cosas muy escasas en estos tiempos: Líderes pragmáticos y una sociedad comprensiva de los tiempos de la política.
El tiempo dirá si se puede lograr.
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