En el Chile de 2021 se continúa debatiendo si los ángeles tienen o no sexo. Es decir, si los políticos pueden y deben ser ángeles o los ángeles ser políticos. Suponiendo que un ángel, según los bienpensantes, no tiene el malévolo y perturbador sexo.
Si estamos en Chile instalados en un surrealismo político esquizofrénico normalizado, las preguntas tendrán que ser consecuentes con esa instalación: ¿Pueden los ángeles estar en un limbo sociopolítico completamente ajeno a la experiencia de ser un político con sexo? O, ¿pueden los políticos desempeñar su cargo situados en el limbo de los ángeles, sin ensuciarse con los pecados políticos terrenales del sexo?
Pero más bien, si salimos del contexto político esquizofrénico, la pregunta debería ser: ¿no será que queremos sobreidealizar a los políticos exigiéndoles ser ángeles sin sexo, es decir, como seres independientes ―apolíticos― de las maldades humanas y, confundidos de tanto desastre político, queremos que sean como los ángeles?
En fin, los interrogantes son múltiples y de variada construcción. Lo único verificable, es que hay una representación política que se origina en el siglo pasado ―para ser más exactos, en la década de los 60 y 70― en que se postulaba que había un espíritu popular colectivo ―el pueblo pobre― que, por ser pobres estaban per se por siempre y para siempre incontaminados de las atrocidades humanas; y que sólo ciertos colectivos políticos poseían el don de tener con ellos vinculaciones tanto emocionales como intelectuales de gran intensidad y profundidad que, por ser tan genuinas, los demás mortales eran incapaces de entender y menos, obvio, de representar. Cuando mayor era (y es) la pobreza de los pobres, sus ángeles-representantes los encontraban más auténticamente genuinos. Es decir, mientras más pobres eran los pobres más sintonía espiritual sentían con ellos sus autodenominados listas de ángeles-representantes del pueblo.
Pero ya en el siglo XXI y segundo decenio, estos ángeles guardianes y representantes de las esencias del pueblo de los ángeles pobres no es más que otra escaramuza política para dar rienda suelta al síndrome de Pigmalión: el resultado de la relación depende sólo de las altas expectativas que deposita y proyecta el ángel-representante para con los ángeles-pueblo, y es la que genera la potencialización máximo de sus capacidades. Es decir, la finalidad del ángel-representante es capacitar al pueblo-ángel con su ideología y ponerlos en la primera línea de combate para que cambien la sociedad solo y únicamente según su lista ideológica. Toda la inconmensurable variedad y matizaciones humanas restante (¿el 80% de los humanos?), debe unirse sí o sí a su única lista ideal. De no ser así, ya pueden consultar la historia de los Hitler, Stalin, Pol Pot, Mussolini o, para no ir tan lejos, de nuestro Pinochet. En consecuencia, todo es una misión genuinamente política. Es decir, los ángeles tendrían sexo.
Mientras más pobres eran los pobres más sintonía espiritual sentían con ellos sus autodenominados listas de ángeles-representantes del pueblo.
Así que, la conclusión, queridas y queridos lectoras y lectores, es que los ángeles sin sexo no existen; ni en las Listas de la derecha ni en las Listas de la izquierda; como tampoco el pueblo es un ángel inmaculado. Todos tienen sexo. Y más aún en la política disfrazada de apolítica o de independiente o de anti políticamente correcto o de realidades alternativas, etc. Listas del pueblo a la derecha de la derecha y listas del pueblo a la izquierda de la izquierda en toda la historia y en todas las latitudes, solo han dejado, bajo la hojarasca, ríos de sangre de los pobres pueblos pobres.
Que no se repita la historia.
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