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Al egoísmo del sector privado se debe anteponer un Estado robusto

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No hay que destinar mucho tiempo para confirmar que, mientras más sólidos son los países, más sólido es su Estado, en tanto capacidad de cautelar la necesaria equidad que inhibe frustraciones y tentaciones a provocar desestabilizaciones.

De otro lado, el mundo privado es fundamental para el desarrollo de las naciones. Tampoco hay que ser Sherlock Holmes para validar esto. Sin embargo, en este sector hay una característica que es recurrente, casi está en la esencia de su ser: el egoísmo.

El foco es la propia empresa, el desarrollo de iniciativas para su consolidación y su crecimiento, muchas veces, a costa de la competencia directa. Esta suerte de “mirarse el ombligo” tan propia de la necesidad de estar alerta para enfrentar nuevos desafíos, está en el ADN de la empresa privada.

Esta dicotomía de perspectivas es la que debe tener un equilibrio para caminar de manera segura, sin “cargarse” hacia ninguno de los dos lados, asunto altamente desbalanceado aún por lo demás. El mensaje presidencial, en mi opinión, ha dado cabal cuenta de esta necesidad de avanzar al mencionado equilibrio.

Es importante que el mundo privado tenga las garantías para su desarrollo y crecimiento y, de la misma forma, es fundamental que el Estado no abdique de su rol que asegure que el egoísmo del mundo privado no deje en una suerte de segunda categoría al resto de la comunidad.

Mientras más se avance en esta perspectiva, nuestro Chile será un país más amable, con menos espacio a encapuchamientos de cualquier índole.

Es importante que el mundo privado tenga las garantías para su desarrollo y crecimiento y, de la misma forma, es fundamental que el Estado no abdique de su rol que asegure que el egoísmo del mundo privado no deje en una suerte de segunda categoría al resto de la comunidad.

En este plano, solo por citar tres aspectos, rescato la decisión de que el agua sea un bien de uso público (asunto que jamás debió haber sido puesto en duda), la Ley Ricarte Soto (gran ejemplo de que lo obvio, para la política nacional casi nunca lo es) y la gratuidad de la educación, como factor estratégico para no desaprovechar jamás, las capacidades intelectuales por la imposibilidad de su financiamiento.

Por lo mismo, bienvenida la reforma tributaria y bienvenida la eliminación del sistema binominal, ambos aspectos representantes de dos mundos que confluyen a cada rato, el mundo empresarial y el mundo político.

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Foto:   Ministerio de Agricultura – Chile / Licencia CC

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