El sistema de pensiones en Chile ha sido el tópico más recurrente dentro de los últimos meses en los medios de comunicación, y por ende uno de los más discutidos dentro del país. Y esto no es porque a algún periodista o cadena televisiva se le haya ocurrido, sino que es la consecuencia de años de engaño de un sistema que prometió pensiones dignas a las personas y que no lo está cumpliendo.
Desde su creación, año tras año, este sistema se ha ido degenerando y perdiendo su verdadero propósito, el de proveer pensiones. Y no es de extrañarse, ya que es un sistema conducido por administradoras de fondos que no buscan otra cosa que maximizar sus beneficios con mínimas o nulas intervenciones por parte de la fiscalización Estatal (superintendencia de pensiones). Por eso en esta columna no está la intención de deslegitimar la labor de las empresas, sino más bien evaluar la responsabilidad social que debe tener el país con respecto a sus jubilados.Desde su creación, año tras año, este sistema se ha ido degenerando y perdiendo su verdadero propósito, el de proveer pensiones.
Si bien los gobiernos desde el retorno a la democracia han intentado mejorar el sistema iniciado por José Piñera en dictadura, los hechos han evidenciado todo lo contrario. Se han hecho modificaciones que han favorecido en su mayoría, las ganancias de las administradoras de pensiones en desmedro de sus pensionados. Sin ir más lejos y en palabras simples, en el año 1999 las AFPs dejan de asumir la perdidas, es decir, al hacer inversiones de nuestros fondos que resultan en pérdidas, las administradoras dejan de asumirlas cargándoselas totalmente al afiliado. Luego, en el 2002 se crean los multifondos, que si bien generan mayor libertad para el cotizante, la letra chica son las comisiones fantasmas, que es un cobro aparte de la comisión real, y que representa aproximadamente un 1%, incluso si el fondo cae con rentabilidades negativas.
En el año 2008, si bien se crea el fondo solidario – que sin él, algunas personas hoy se estarían jubilando con $0- se elimina el fondo de reserva de fluctuaciones, que era un “colchón” de aproximadamente un 5% de los ahorros de los cotizantes para momentos de crisis y así no dejar de invertir el máximo de su capital. En 2014 se les bajan los máximos a las multas a las AFPs, y es el superintendente, quien decide la gravedad de la multa de acuerdo a su criterio – las multas han sido grotescamente bajas desde entonces-. Todas estas modificaciones siguen siendo efectivas al día de hoy y a la luz pública han salido como buenas ideas de cambio que generan un bienestar a sus pensionados. Sin embargo, han sido una gran mentira, en donde lo único que se ha buscado es aumentar las rentabilidades de las AFP, convirtiéndolo en el negocio más rentable de Chile a costas de todos sus afiliados.
Cualquier propuesta de cambio, desde cualquier angulo de vista político, económico o social, será muy difícil si es que no se instala como punto principal de agenda del gobierno. Ya vimos hace algunas semanas cuando la presidenta Michelle Bachelet recibió y escuchó propuestas de diferentes líderes de movimientos o partidos a sabiendas que para lograr una modificación significativa al sistema será necesario lidiar con conflictos de intereses entre gran parte de la política actual y en mismas proporciones del sector empresarial, como ha sido la tónica con otras reformas de este gobierno.
A modo de propuesta, y de forma concreta, creo que el sistema se debe reformar de manera urgente, volver al sistema existente hasta 1998, agregando la pensión solidaria creada en el 2008, eliminar las comisiones fantasma y asegurar rentabilidades mínimas en donde de no ocurrir las AFPs se metan la mano al bolsillo y no se manosee el dinero de sus afiliados. Creo que la AFP estatal podría ser un gran avance en cuanto a la competitividad de las AFPs, claro, si esta AFP estatal está dispuesta a cobrar menos comisiones que las existentes. Por otra parte hay que ser conscientes que si no se aumentan los salarios y no se disminuye la brecha de la desigualdad en Chile, es matemáticamente imposible que las jubilaciones aumenten considerablemente.
Por ultimo pienso que hay que ser serios con respecto a la nueva propuesta, y no proponer sistemas que no son viables a largo plazo, refiriéndome al movimiento “No + AFP “y el sistema de reparto, en donde se sabe que la población de Chile está en proceso de envejecimiento. Si hoy existen aproximadamente 4 trabajadores por cada pensionado, en 2050 no serán más de 2, es decir, ¿queremos que las próximas juventudes descuenten la mitad de sus sueldos para completar una pensión mínima? Chile necesita un sistema transparente y responsable para todos los chilenos, en donde se respete la dignidad, se respete el esfuerzo realizado a través años de ahorro, y lo más importante, se respete la vejez.
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