Hoy hemos conocido otra encuesta de la serie mensual de la empresa Adimark, inaugurada al inicio del gobierno de Michelle Bachelet y que permite conocer las tendencias en materia de aprobación y atributos presidenciales. Adicionalmente nos permite conocer la evolución de las adhesiones a las coaliciones, así como el nivel de conocimiento y evaluación de los principales ministros y sus respectivas carteras.
Muchos analistas han comentado el desplome de la evaluación presidencial, lo cual se relaciona directamente con el conflicto suscitado en la ANFP y la eventual interferencia por parte del Mandatario en dicha contienda electoral. Más aún, se indica que la baja es producto de la marginación de Marcelo Bielsa de la dirección técnica de la selección nacional.
Si bien es cierto, la discusión pública hizo empañar el suspuesto despegue del gobierno post rescate de los 33 mineros que el mundo entero celebró (y nosotros también), no queda claro que esa haya sido una razón suficiente para explicar la caída.
A mi juicio, más bien ese hecho impidió mantener la segunda "luna de miel" con el gobierno y trajo las cosas a punto cero. No hay desplome, sino que más bien se acabó el paréntesis del rescate y… ¡bienvenida realidad!
Esto implica que las posiciones han vuelto a fojas cero (11 de marzo 2010), pero con la diferencia de que llevamos casi seis meses de gobierno. En estos días hemos conocido de cientos de despidos, muchos de ellos injustificados, pero lo cierto es que se acabó la transición desde los gobiernos de la Concertación a "La Nueva Forma de Gobernar".
Se acabron las excusas, ya son cerca de 3 mil los funcionarios de entera confianza del nuevo gobierno y se ha aprobado prácticamente el presupuesto 2011. De ahora en adelante, el gobierno del presidente Sebastián Piñera deberá mostrar con hechos si es capaz de enfrentar los desafíos que tiene el país post-terremoto, así como las propias metas que se autoimpuso en la campaña: eliminar la delincuencia y la pobreza. Resolver Transantiago y la crisis de la salud pública. Y más difícil aún: que el desarrollo llegue a todos.
Cuál es la situación de hoy:
– El gobierno es mejor evaluado que el Presidente.
– El Presidente no logra superar su techo en materia de confianza y credibilidad.
– Existen 4 ministros superstars (Golborne, Hinzpeter, Cruz-Coke y Lavín), con alto conocimiento y excelentes niveles de aprobación.
– 3 de esos 4 ministros no han sido capaces de transferir su buena evaluación a sus carteras.
– Sólo Golborne tiene la posibilidad de capitalizar su popularidad en nueva cartera, que tenga buena visibilidad y un piso bajo de expectativas (¿Vivienda?, ¿Obras Públicas?)
Dicho esto, podemos concluir que este gobierno no podrá sobregirarse con una (aun) mayor sobreexposición del Presidente y que deberá exigirle mucho más a sus ministros que ser superstars.
Por lo pronto, el gobierno debe reconocer que varios de sus ministros no merecen "pan de pascua", más aún si existen críticas amplias (en incluso internas) por la lentitud de la reconstrucción. El ministro Golborne encuentra aquí una oportunidad para construir un relato país (como le exigía Hinzpeter) y transfomar de paso su popularidad en capital político.
Y más importante aún, el Presidente -y sus estrategas- deben preocuparse por las enormes brechas existentes entre la evaluación de algunos de sus ministros y el bajo nivel de aprobación de sus carteras. Vamos de a uno.
Hinzpeter: El ministro del Interior muestra un trabajo persistente para posicionarse como figura política de recambio, un "duro" contra la delincuencia y un "amigo" de Harold Mayne-Nichols. Efectivamente, su estrategia ha tenido éxito en el corto plazo. Tanto, que logra ubicarse expectante tras Golborne en materia de aprobación (con un 75%). Sin embargo -he aquí el gran pero- el tema que debiera ir de la mano en materia de aprobación cae aún más: la delincuencia. Cae a un 37%.
El ministro Hinzpeter tiene un año para lograr consolidar su posicionamiento de la mano de logros concretos. En caso de no hacerlo, su posición caerá ostenciblemente y deberá olvidar sus sueños presidenciales y dedicarse a cuidar su puesto de jefe de gabinete, pasando a ser más un vocero y operador político del Presidente de cara la municipal.
Lavín: El único político profesional del gabinete (con 8 elecciones a cuestas y sólo 3 triunfos) sabe que esta es su última chance. El país también.
A diferencia de Hinzpeter, durante su gestión ha logrado reducir la brecha. En términos personales es aprobado por el 73% de los encuestados, verus un 57% que aprueba la gestión de gobierno en educación. Entiende los tiempos políticos, se prepara con tiempo y presenta en un momento ideal (cerrando el año) una propuesta de reforma (no revolución) a la educación, en la que, parafraseando al antiguo eslogan de salud, nos dice "la educación está primero" y de paso "le pone la pistola al pecho" a la Cocnertación.
Podremos estar de acuerdo en que es una actitud autoritaria e incluso poco inteligente si el objetivo es lograr un acuerdo nacional. Pero es -al menos- arriesgada. Lavín entiende -como pocos- que la popularidad de nada sirve si no hay resultados. Esa es la gran experiencia que aprendió tras su frustrado paso por Santiago. Da lo mismo tener cóctel asegurado si no hay proyección política.
Mñalich: El ministro "regalón" de Piñera, logró colarse al rescate, como esos paracaidistas que caen "parados" en la mesa de la familia de los novios. Todos saben que no es el novio, pero es simpático y cuenta buenas tallas. Eso no asegura que lo inviten de nuevo, pero queda en el álbum familiar. El "paramédico" del rescate, como lo han llamado algunos, debe demostrar que tiene méritos propios.
Al igual que Hinzpeter, el ministro de salud está más preocupado de ser popular que de la aprobación del gobierno en materia de salud. Si Hinzpeter tiene 1 años, para el ministro que se ha declarado "Laguista en salud" tiene sólo 6 meses para repuntar. Todo indica que el presidente le tiene afecto y gratitud, pero sabemos que el gremio médico cuando quiere levantarse puede derribar a más de un ministro regalón. Peor aún: nada indica que las medidas que piensan en FONASA vayan a reforzar el espíritu del AUGE.
En definitiva, esto recién comienza.
Y eso que hemos hablado sólo del gobierno.
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