La reciente Encuesta Adimark confirma la baja del Presidente Piñera (6 puntos) que han mostrado otros sondeos.
El gobierno también baja significativamente (8 puntos) y tiende a igualarse con los niveles de aprobación y desaprobación del Presidente. Ambas caídas no hacen más que reflejar los problemas que tiene el gobierno para conseguir una adhesión mayor a pesar de la activa política comunicacional implementada.
Efectivamente, no ha faltado innovación en esta materia: Parkas rojas, vestimentas para la ocasión, selección chilena, cadena nacional, etcétera. Se ha incluido todo el repertorio al que cualquier liderazgo de ese tipo echa mano y más.
Sin embargo, no se termina de asentar una identidad propia del gobierno. Si al gobierno de Bachelet se le reprochaba la falta de relato, a este gobierno le sobran ganas de tenerlo, pero no ha conseguido generar una imagen creíble a partir de los múltiples fragmentos especulares que ha intentado diseñar.
¿Es el gobierno asentado en la JUNJI, en el SERNAM o en Educación, nichos conservadores del gabinete, o es el gobierno liberal de ciertas iniciativas de Hinzpeter o del dialogante Ministro de Hacienda? ¿Es el gobierno que busca el diálogo o el que impone sus objetivos a como dé lugar? No se sabe.
Y debe doler esta evaluación, porque la excelencia, la cultura de hacer las cosas bien, los cronómetros y los pendrives colgados de los pechos de los ministros como relucientes medallas fueron la impronta que signó el inicio de esta administración. Lo que menos se esperaba entonces era una mala nota, un examen mediano a la hora de la evaluación ciudadana.
Lo que parece faltar es la política, la actividad que se tiende a menospreciar, pero que para momentos como este tiene un amplio repertorio de acciones que podrían llevar a mejores caminos. Allamand, Longueira y otros de esa estirpe deben mirar lo que ocurre con la satisfacción del diagnóstico y la impotencia de la conducción, ambas a la vez.
Claro, porque la política tiene mucho que ver con la gestión de las subjetividades y expectativas, incluso aquellas más recónditas del alma humana social que cada día exige más a sus autoridades. Incluso en temas en que los que gobiernan creen que están “pasando piola”: Efectivamente, en el cuadro que mide al Presidente por el cumplimiento de determinadas características, Piñera va bajando a medida que aparecen las cualidades relacionadas con el afecto y la confianza.
Parece que las personas no creen, como lo cree su gobierno, que “solo los santos y los muertos no tienen conflicto de interés”, sino que exige de vivos y pecadores comportamientos similares, sobre todo si han sido prometidos. De todas las características, es en la escala de credibilidad del Presidente donde se produce la mayor caída (6 puntos) y parece que como se cree menos, también hay menos cariño, que es el otro indicador con una caída de 6 puntos.
¿Y cuál será la salida, entonces?: Insistir en el cariño, tratar de retomar las confianzas o asentarse en las características más propias de este liderazgo presidencial aquellas que parece tener por sí mismo, por su historia. Esas características donde también va cayendo, quizá porque las ha dejado de lado.
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Foto: Marco Enríquez-Ominami / Licencia CC
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marceleau
¿Será necesario que la ciudadanía se someta mensualmente a esta encuestomanía? Me parece que se corre el riesgo de que la actividad política del Estado se encierre en la coyuntura que reflejan los números y deje de lado el trabajo a largo plazo, apuesta que es la que finalmente cuenta y siembre frutos. Tanto número, aburre.
sonsietevidas
Les parece un ser distante porque no tiene una carrera de fracasos, al menos no orientados al dinero que es el elemento con mayor atracción de los chilenos. Está pendiente ver cómo realiza un aprendizaje necesario claro está, de cómo manifestar su interés en los chilenos, más bien en su simpatía, sin embargo a mi parecer no es importante o concluyente que alguien sea simpático solamente para llevar el país, probablemente es mucho trabajo mental entender y arraigar la idea de que se necesita gente capaz y no gente «amigable» solamente. En fin, hay mil salidas.