El resultado de la nueva encuesta Adimark es, sin duda, un alivio para el Gobierno. Hay que analizar el alza en su contexto. Es un gobierno que ha realizado mucho pero, sorprendentemente, con bajo reconocimiento por parte de la ciudadanía. No ha logrado dar con un análisis certero de qué ha motivado esa disociación entre lo obrado y su aprobación.
Las razones de esto último son varias. Primero, estilístico-formales. El tono “evangelizador”, repetitivo de figuras y analogías del Primer Mandatario es “aburridor”. Segundo, cierta falta de prudencia que se ha reflejado en no haber sabido cortar a tiempo los conflictos de interés, dañando la credibilidad. De igual forma, se cometieron errores de falta de manejo político en la selección de algunos ministerios. En una cartera de alta sensibilidad como educación, sólo a la tercera, se encontró el nombre apropiado, Beyer. Siempre fue una obviedad que era el hombre para el puesto. No es de extrañar su alza actual. Tercero, el haber generado más expectativas que las razonables. Cuarto, carecer de contenido político que ha significado el ir reaccionando frente a los acontecimientos. Ésta falta de contenido ha llevado a más de alguien a pensar que los grupos Tantauco eran más bien “Caleuche”. Por último, aunque Piñera aun no lo entienda, el carecer de una narración. El gobierno de checklist no motiva a nadie.
El Presidente, en su mensaje del 21 de mayo, abordó temas que, por su relevancia, así como por la forma en que lo señaló, significaron un respiro a su popularidad. Habrá que esperar si el repunte es estacionario o más permanente. Sobre los llamados “presidenciales”, es significativa la estabilidad que muestra la aprobación de Allamand y cómo la UDI sigue sin explotar a una figura como Longueira. Pero lo más destacable es la baja de Golborne. Debería ser un llamado de alerta a los partidos de la Alianza. Éste último no se encuentra atacado constantemente por la Concertación. Al revés, el silencio de ésta última sobre su persona hace suponer hasta cierta simpatía por enfrentarlo electoralmente. ¿Qué podría explicar esto?
En la sana rivalidad de “vecinos” que mantienen australianos y neozelandeses, los primeros, como parte de las infinitas bromas mutuas que se realizan, señalan “¿New Zealand?: is Australia for beginners!!” (¿Nueva Zelandia?: ¡Es Australia para principiantes!). En cierta forma, las fichas por Golborne, lo mejor que pueden dar es “Bachelet para principiantes”. La Concertación, con su silencio, hace una apuesta doble: la popularidad de la ex mandataria y el mal cálculo de la derecha. Su mejor escenario es “Bachelet” contra “Bachelet para principiantes”. El error de la Concertación es sólo esperar eso. No permite que se levanten otras opciones que serían muy competitivas frente a cualquier candidato de la derecha, por ejemplo Velasco. Además, en un escenario distinto, Bachelet versus “una propuesta política de centroderecha” (basta pensar lo que sería un debate de ella con Allamand o Longueira “a la modalidad francesa”), nada asegura que la ex Presidenta no salga dañada. La coalición opositora necesita reaccionar y generar una propuesta para ese escenario que es muy distinto a un simple Bachelet-Golborne.
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Foto: sigloscuriosos
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