La acusación constitucional es un procedimiento contemplado por nuestro ordenamiento jurídico, llevado por el Congreso para hacer efectiva la responsabilidad de los altos funcionarios públicos.
Se regula en los artículos 53 y 53 de la Constitución Política de forma general, y en la Ley 18.918 de manera específica.
Se puede acusar al Presidente de la República por actos de su administración que hayan comprometido gravemente el honor o la seguridad de la Nación, o infringido abiertamente la Constitución o las leyes. Esta acusación podrá interponerse mientras el Presidente esté en funciones y en los seis meses siguientes a su expiración en el cargo (Art. 52 de la Constitución).No existe en Chile una guerrilla ideológica armada. No existe tampoco una facción del ejército en sublevación. No existe tampoco una invasión bélica extranjera.
El Presidente ha declarado ante la prensa y toda la nación, que el país se encuentra en guerra con un enemigo peligroso. No existe en Chile una guerrilla ideológica armada. No existe tampoco una facción del ejército en sublevación. No existe tampoco una invasión bélica extranjera. ¿Entonces cuál es el fundamento del Presidente para entablar declaraciones semejantes? Sólo infundir temor, inseguridad e incentivar el odio caótico. Esas declaraciones no ayudan a detener las actividades delectivas del lumpen oportunista, por el contrario, las potencian.
Comete también otra falta el Presidente, al enfocar su retórica en los actos delictivos, y no en las justas demandas del pueblo, cansado de la locura neoliberal. Aquello se puede entender como una negligencia terrible.
Tales declaraciones son más propias del despotismo arbitrario, que de un discurso digno de una alta autoridad administrativa, porque no llaman a la calma, ni proponen soluciones. Es un llamado abierto a la rebelión popular.
El profesor Sánchez Viamonte nos dice sobre el Derecho a rebelión: «es el derecho que tiene toda sociedad de hombres dignos y libres para defenderse contra el despotismo, e incluso destruirlo».
Es decir, al proclamar la guerra contra un pueblo desarmado, manifiesta el ánimo de dañar gravemente la seguridad interna y el honor de la nación. Por consiguiente, existe una voluntad arbitraria de utilizar la represión desmedida contra la sociedad, de no detener el clima de inseguridad, despertando todos los instintos del derecho a rebelión, fortaleciendo una estampida de violencia que se expande como el fuego en pasto seco.
Comentarios