Enero ha resultado un mes lleno de noticias políticas. Pero no todas son chascarros. Entre la multitud de errores, declaraciones de mucha testosterona y pocas endorfinas, filtraciones, descalificaciones, desmentidos, amenazas y promesas, surge una que sí es novedad. Me refiero, desde luego, al acuerdo logrado entre la DC y RN en torno a una reforma política.
Nos habíamos habituado al ritmo cansino y repetitivo de la política nacional. Esa que tiene a todo el mundo hasta la coronilla, la que ha batido récord tras record de desaprobación en el público, la que tiene al gobierno, al parlamento, a la oposición, al sistema judicial, a la iglesia, a las fuerzas armadas y otras instituciones al borde del despeñadero. La que tiene a gran parte de la juventud fuera de los registros y que ahora les hace dudar seriamente de si van a ir a votar o no en las elecciones que se avecinan.
Cuesta mucho olvidarse de la experiencia que hemos tenido estos dos años en materia de letra chica, postergaciones y cambios de rumbo. Ver para creer, decía Santo Tomás.
En esa línea de ideas, es posible que pronto nos encontremos con un desmentido radical. (Chadwick tiene mucha experiencia en ese terreno). -Hemos sido mal entendidos, no es efectivo que estemos de acuerdo con nadie para cambiar el binominal. Y a otra cosa, mariposa.
También es posible que el proyecto supuestamente acordado sufra ataques desde todos los flancos que hagan inaplicable su contenido y que releguen envuelto en naftalina el documento en un cajón olvidado del archivo nacional.
Es incluso muy probable que comiencen los teléfonos a sonar con insistencia y que se pronuncien o se insinúen amenazas de desembarque. Algo así me ha parecido percibir de parte del partido oficialista que ha quedado fuera del pacto. Las palabras fueron fuertes, casi gritos, el dedo índice levantado y los ceños fruncidos. Traduzco del udiñol: O ellos o nosotros. Vayan buscando personas para los cargos que abandonaremos.
Por el lado de la oposición, también hay molestias, pero no urgencias. No corren las amenazas porque ellas no asustarían a nadie. Me retiro de la oposición es una frase vacía que no significa nada. Tampoco cuesta nada porque ser opositor no te incluye en ningún rol de pagos. De manera que por ese lado, las declaraciones se limitan a sorpresa. Una pequeña molestia, tal vez, por el hecho de no haber sido incluidos. Pero eso es rápidamente solucionable.
Mientras se trate de cambiar el binominal todo vale. Que lo cambie el gobierno que menos pintaba para ello será curioso pero no es enteramente negativo. Que el presidente experimente un alza significativa en las encuestas, tampoco, si se considera que ha demostrado amplia competencia para bajar las cifras. Los méritos de ese acuerdo no serán tampoco endosables al próximo candidato de la Alianza. ¿Seguirá existiendo esa Alianza si esto se materializa? ¿Con capacidad para generar un candidato viable? Dudoso, aunque ya se observan algunos movimientos estratégicos y un súbito interés de Golborne por la UDI.
Strictu senso, le tocaría a ellos la próxima candidatura presidencial. En eso, no van a aflojar. La historia de las relaciones entre ambos partidos está llena de desencuentros, algunos de ellos penosos y humillantes. Me parece imposible que ellos acepten una vez más postergar sus ambiciones presidenciales en aras de un cálculo pragmático.
¿O será esto, precisamente, la causa de esta figura del Jefe de Gobierno como cargo distinto del Presidente? Un gambito de rey que permita mantener a ambos partidos en el gobierno? Un presidente con buenas cifras de aprobación y poco peso político de la UDI ( Golborne) y un primer ministro ejecutivo, Jefe de Gobierno a cargo del timón. No se me ocurre nadie que pueda reemplazar a HP sin ser HP. Pero en el año puede aparecer. Tampoco se podría descartar al actual Ministro de Defensa o algún otro personaje que posea el perfil requerido.
Especulaciones y más especulaciones. Ahora cabría preguntarse qué rol jugaría MB en este drama, o comedia, o sainete o como quiera llamarse. ¿Cuál sería la repartición de votos en un país que tiene tres millones de votantes adicionales y que se vea nuevamente dividido en tres partes y no en dos?
Demasiadas preguntas. Pocas pistas. En el curso del próximo mes deberíamos tener respuestas a algunas.
– Debería estar definido un proyecto de ley que reforme las elecciones, y en qué términos se hace viable éste al margen de la letra chica.
– Deberían estar tomadas todas las posiciones. Quienes apoyan esa estrategia y quienes se oponen.
– Deberían estar también alineadas las fuerzas en el parlamento. Me temo que en ese terreno puede haber sorpresas y cambios de opinión de última hora.
– Debería estar también definido el gabinete que administraría políticamente los cambios anunciados. El actual gabinete, de pobre rendimiento en los problemas corrientes del diario vivir, como la delincuencia, la educación la reconstrucción, la salud y otros, se ve mal perfilado para negociar con habilidad las reformas políticas con sus adversarios y, mucho peor, con sus partidarios.
Tendremos entonces también sobre la mesa la reacción del mundo juvenil que por cierto se ha ganado con creces el derecho a opinar. Ya estamos advertidos de que el año que se inicia tendrá un clima difícil en el terreno político y las reformas de la educación. ¿Cómo recibirán este engendro político desde su posición escéptica y airada?
En el mundo empresarial, en cambio, se augura una cierta receptividad. Algo como no es lo mejor, pero es lo que hay, total, con don Ricardo no estábamos tan mal, ni con los otros.
Verano caliente, el que se inicia. Disfrútenlo.
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Foto: Ledretch
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