Esta supuesta “abstención” está conformada en un porcentaje importante por ciudadanas y ciudadanos residentes en el exterior, que deseaban expresar su voluntad política en estas últimas elecciones y que vieron obstaculizado ese derecho por la misma institucionalidad chilena.
A pocas horas de haber concluido las últimas elecciones municipales en Chile, los medios de comunicación han puesto sobre la mesa un nutrido repertorio de análisis acerca del comportamiento electoral de los casi trece millones de chilenas y chilenos que, mediante la inscripción automática, fueron habilitados para votar. Y uno de los focos primordiales de reflexión se centró en el hecho de que sólo 5,6 millones de personas hayan concurrido a las urnas, es decir, menos de un 40 %de participación efectiva, lo que constituiría un golpe de proporciones históricas al tablero institucional de la política chilena. Algunos atribuyen esta situación de desafección a la apatía por el sistema político y a la crisis de legitimidad de las instituciones. Otros apuntan a una colección variopinta de candidatos, sin un verdadero proyecto o relato que congregue a la ciudadanía. Inclusive, el carácter voluntario del voto es erigido como un factor responsable de la ausencia de participación en las urnas.
Independientemente del peso argumental de este tipo de explicaciones (todas susceptibles de escrutinio) y a pesar de que se diga de que con un 61 % de abstención el sistema político podría ir a parar a la UTI, también es muy probable de que esto sea sólo un vendaval, una inocua inclemencia climática que no perturbará la estructura de relaciones económicas, sociales y políticas del Chile de hoy. Es cierto que una arraigada cultura de despolitización y la pérdida de legitimidad de las instituciones políticas podrían explicar parcialmente el ausentismo electoral. Sin embargo, eso no significa que aquí la política pasó a mejor vida, sino que la que quedó malherida es la “política despolitizada” y restrictiva. Alberto Mayol ya señala en su libro “No al lucro” que, a partir de las movilizaciones sociales del 2011, en la ciudadanía ha irrumpido un proceso de re-politización. Podría eso explicar en parte el triunfo de algunos líderes sociales por sobre candidatos designados por centralizadas cúpulas partidistas. Abstención y re-politización coexisten actualmente, aunque en la superficie parecieran entrar en contradicción.
Del mismo modo, lo que no se dice en esa superficie, se oye a gritos fuera de Chile. Una de las elegantes maneras de definir la operación analítica que deja a algunos ciudadanos fuera del foco de reflexión sociopolítica, sin parecer que se les oculta, es la invisibilización. Se trata de excluir, por desconocimiento pueril o debido a una solapada intención deliberada, a un sector de la sociedad al que se priva del ejercicio efectivo de un derecho consagrado normativamente. Sorprende que no se diga que con la inscripción automática, cientos de miles de chilenas y chilenos que residen en el exterior componen ese 61 % de supuesta “abstención”. Tampoco se dice que, aunque la normativa les concede el derecho a voto, la institucionalidad política no ha implementado el reglamento electoral, ni la logística correspondiente, que les permita ejercer su derecho legítimo a sufragar encontrándose en el exterior.
Desde esta perspectiva, esta supuesta “abstención” está conformada en un porcentaje importante por ciudadanas y ciudadanos residentes en el exterior, que deseaban expresar su voluntad política en estas últimas elecciones y que vieron obstaculizado ese derecho por la misma institucionalidad chilena. Hace años que diversas organizaciones chilenas residentes fuera del país vienen demandando que se implemente efectivamente el derecho a voto en el exterior. Sin embargo, ese derecho se encuentra secuestrado por los mismos responsables de implementarlo. Sólo basta observar la campaña “Mánchate el Dedo, Vota por Chile”, originada en Francia, pero efectuada por la Red de Chilenas y Chilenos en el Exterior, que consistió en la realización de votaciones simbólicas en las principales ciudades del planeta, en Octubre de2012, con gran convocatoria. Obviamente, la invisibilización aquí operó a la perfección. Incluso, volviendo espurio hasta los más sesudos análisis acerca de la “abstención” en las últimas elecciones municipales chilenas ¿Distracción o cinismo político? La mayoría en el exterior, afortunadamente, se da cuenta de que se trata de lo segundo.
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Foto: Pablo Ocqueteau
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