El pasamanos de un bus enterrado en su cuerpo, fue lo que provocó su agonía durante 13 días. Lo que terminó con su vida tras ser violada por seis hombres, golpeada con un fierro y arrojada del bus. Cuando escuché los detalles en una conversación con una joven mujer de Nueva Delhi, me volví a horrorizar. Estuve en India en las semanas posteriores a la violación de la estudiante de medicina de 23 años. A pesar de la conmoción que su historia había causado en el mundo, las mujeres indias seguían sin vislumbrar un cambio en la violencia sexual que las afecta.
No se trata de una excepción y hace unos días volvimos a saber de otra violación, esta vez la víctima fue una niña de cinco años. El caso provocó que la Relatora de Naciones Unidas Rashida Manjoo, iniciara una visita a India, la primera realizada por una experta independiente para evaluar la situación de violencia que enfrentan las mujeres de ese país.
Las violaciones ocurren a diario en medio del ruido de sus grandes ciudades y también en el campo, y una de cada tres víctimas corresponde a una niña o niño. Se trata de una violencia endémica, donde sólo en la capital, habitada por más de 20 millones de personas, se registra una violación cada 14 horas. Esto sucede en una economía emergente, donde el paisaje aún lo dibujan los hombres y el miedo es parte de la rutina. Todos los días la prensa informaba sobre mujeres quemadas, golpeadas o asesinadas. Y al lado de esas noticias, un aviso de la policía para advertirnos cómo cuidarnos en las calles de uno de los países considerados más peligrosos para nosotras. En los días que siguieron al ataque de la estudiante, miles de mujeres y hombres jóvenes protagonizaron manifestaciones para demandar igualdad de género y para que sus políticos salieran de la indiferencia y reaccionaran.
A la mayoría le parece sólo una realidad al otro lado del océano. Pero en Chile, de acuerdo al estudio desarrollado por la Unidad de Delitos Sexuales de la Fiscalía Nacional en el año 2010, un promedio de 17 personas son violadas diariamente. Como aquella joven de 19 años que hace menos de un mes fue golpeada y violada cerca del Campus Oriente de la Universidad Católica; o la mujer de 33 años que fue atacada en febrero en Quellón y abandonada en un sitio eriazo; o la estudiante de 16 años de la población doña Graciela de Coronel; o la joven de 23 años de la Población El Palomar de Copiapó, violada por dos hombres.
Según el estudio de la Fiscalía, los agresores “pertenecen al entorno social de las víctimas, son familiares directos o cercanos o mantienen una relación con sus familias”.
Hace unas semanas el Comité de Derechos Humanos de la ONU pidió a Perú modificar su legislación sobre el aborto e incluir excepciones a la prohibición de la interrupción del embarazo “en caso de embarazo resultante de una violación y un incesto». El relator señaló que «debería permitirse abortar en esos casos porque esos abortos se practican de todas formas, pero de forma clandestina, ilegal e insegura». En Lima se denuncian nueve casos de violación al día.
La violencia contra las mujeres se agrava y el tema de la violación ha vuelto a debatirse en Chile a propósito del proyecto de ley sobre aborto terapéutico que la incluye como causal. Un gran número de parlamentarios y parlamentarias se opone a que si una niña o una mujer queda embarazada tras una violación pueda tomar la decisión de abortar. Las otras dos son inviabilidad fetal y riesgo para la salud de la mujer. El argumento más frecuente para oponerse a esta causal es que se convierta en la puerta de entrada al aborto sin apellido.
En un documental que el cineasta Win Wenders realizó para la ONG Médicos sin Fronteras, llamado “Crímenes invisibles”, mujeres de la República Democrática del Congo relatan cómo han sido violadas y lo que ha significado para sus vidas. En una parte una mujer y su hija cuentan su historia, las violaron juntas. La hija dice que no le ha contado a su madre todo lo que siente. Que a veces el dolor es tan grande que parece que un insecto revoloteara en su vagina: “No sé si algún día pueda ser madre”.
Oponerse a que las mujeres que han sido víctimas de un trato tan inhumano puedan decidir terminar o no un embarazo del hombre que las atacó, no sólo demuestra ausencia de humanidad sino también falta de prioridad de la agenda de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en un parlamento donde la mayoría son hombres. También forma parte de la ideología más conservadora del país que considera que la mujer debe tener un hijo aunque sea producto de una violación “porque ello forma parte de la natural vocación de la mujer por el martirio”.
El proyecto de Ley elaborado por MILES y en el que se han basado tanto la iniciativa legal que ingresó al Senado como la de la Cámara, señala que “no deja de ser paradójico que como sociedad seamos cómplices del Estado cuando este fuerza a una mujer a llevar a término su embarazo contra su voluntad, en un evento que fue causa de un hecho socialmente reprobable, es decir, un resultado que es consecuencia de un hecho constitutivo de delito”.
Un sector de nuestra clase política, de manera irresponsable, no ha legislado para evitar el sufrimiento de miles de mujeres. Probablemente esos parlamentarios o parlamentarias se impactaron con las historias de India, que ocurren lejos, en un bus de una oscura calle de Delhi. Sin duda los políticos indios no han sido capaces de proteger a sus ciudadanas. Los nuestros tampoco. Las mujeres chilenas necesitan AHORA que sus parlamentari@s legislen por ellas, para que esta democracia les devuelva un derecho conculcado en los últimos días de la dictadura.
También se cita al abogado Antonio Bascuñán, quien explica que “el fundamento constitucional de la imposibilidad de exigir a una mujer tolerar un embarazo producto de una agresión sexual, reside en la ausencia de consentimiento libre, cuyo fundamento jurídico –constitucional lo encontramos en el artículo 1 de la Constitución Política, el cual dispone que las personas nace libres e iguales en dignidad y derechos”. La causal de interrupción del embarazo por violación sexual se funda constitucionalmente en lo inicuo que resulta la afectación de la dignidad de la mujer.
Es cierto que las mujeres, que en shock logran ser llevadas o llegar por sus propios medios al Instituto Médico Legal, reciben anticoncepción de emergencia además de tratamiento para evitar el contagio de VIH y otras infecciones de transmisión sexual. Pero hay tantas otras que no logran reaccionar a tiempo, o que la vergüenza las hace callar porque han sido violadas por su padre, esposo o hermano, o viven en el Altiplano o simplemente no tienen toda la información.
¿Podemos, entonces, además de este dolor, obligarlas a recordar a diario la agresión que sufrieron? ¿Qué provoca que las hagamos cargar con ese peso? ¿Por qué les quitamos este derecho?
Otra objeción a esta causal es que la interrupción del embarazo incrementaría el daño psíquico de la mujer. Sin embargo, esta objeción es falsa. Diversos estudios señalan que aquellas mujeres que se practican aborto de modo voluntario no tienen más riesgos de padecer trastornos psicológicos que aquellas que deciden llevar a término su embarazo.
Un sector de nuestra clase política, de manera irresponsable, no ha legislado para evitar el sufrimiento de miles de mujeres. Probablemente esos parlamentarios o parlamentarias se impactaron con las historias de India, que ocurren lejos, en un bus de una oscura calle de Delhi. Sin duda los políticos indios no han sido capaces de proteger a sus ciudadanas. Los nuestros tampoco. Las mujeres chilenas necesitan AHORA que sus parlamentari@s legislen por ellas, para que esta democracia les devuelva un derecho conculcado en los últimos días de la dictadura.
Llevamos 24 años pidiendo que al menos se repongan los derechos que teníamos en 1989. Sólo una firma y la voluntad política, pueden acabar con un martirio innecesario.
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Mistika
La voluntad de la mujer debiera ser la única causal necesaria para un aborto…
Arturo
Y la del hombre? Si el futuro padre no quiere serlo?
Si se generara una ley de aborto, y la madre quiere seguir adelante, ¿se debería suspender la ley de filiación?
Soraya Torres López
Muy razonable. Espero que prontamente nuestro país cambie sus leyes y permita que las mujeres aborten cuando lo decidamos, sea cual sea la causa del embarazo. Es injusto y doloroso que las mujeres carguen siempre con el dolor y el sufrimiento por causa de círculos ideológicos y de poder que se preocupan de colocarse el título de «pro vida» en vez de entender, aceptar y respetar las causas que llevan a una mujer a decidir por un aborto.
Paula Aracena
La violación es un acto terrible y las secuelas sicológicas de la misma pueden persistir por años. Pero se insiste en castigar al inocente en vez del culpable ¿qué hay del verdadero culpable, es decir, el violador? ¿será necesario someter a la mujer violentada de esta manera a un aborto, que es un procedimiento violento en sí mismo, que se ha demostrado que no produce disminución de la angustia y la depresión asociada al embarazo no deseado (Fergusson et al, 2013, Aust N Z J Psychiatry in press, http://anp.sagepub.com/content/early/2013/04/02/0004867413484597) y que, por el contrario, aumenta el riesgo de padecer síndrome depresivo post-aborto (Coleman, 2011, Br J Psychiatry, 199:180-6 http://bjp.rcpsych.org/content/199/3/180.long)? ¿no será más productivo apoyar sicológicamente a esta mujer que sufre para que pueda sobreponerse a esta situación, legalmente para que se persiga al verdadero culpable de esta situación, y al mismo tiempo, no terminar con la vida de un ser humano inocente?
Arturo
Es curioso que se abogue por eliminar una vida, debido a que es fruto de una violación, muy terrible claramente. Pero no se aboga por terminar con la vida del violador.
Dado el continuo argumento de que se podría plebiscitar este tipo de temas, se podrían hacer las dos preguntas:
a) ¿Está de acuerdo con permitir el aborto de un embarazo por violación?
b) ¿Está de acuerdo en aplicar la pena de muerte a los individuos que violen a una persona?
Me parece que eso sería lo mas justo y democrático.