En época electoral todos son santos. Todas las fotos son lindas. Todos se acercan a saludar. Todos quieren escuchar los planteamientos de la ciudadanía. Todos quieren saber porqué usted no está feliz, contento. Porqué está indignado. Es así, lo sabemos todos.
¿Qué pasa una vez que termina el periodo electoral? ¿La gente se vuelve menos valiosa o más bien, menos persona porque ya no sirve su voto? ¿Estamos realmente bien con eso?
Uno de los más grandes problemas que dan espacio a estas interrogantes se genera incluso, desde la misma ciudadanía, increíblemente. ¿Por qué? Porque es la gente la que recibe con las puertas abiertas a los candidatos en estas fechas. Es prácticamente imposible que durante un puerta a puerta o cualquier mitin político alguien encare duramente a su representante, o siquiera le pregunte directamente que ha hecho por quienes confiaron en él en su actual periodo electoral. Mal ahí.
Desde siempre en la sociedad chilena, como una cuestión casi de idiosincrasia, es la misma gente la que se auto genera esta imagen del político electo casi como un semi Dios. Alguien al cual no se le piden explicaciones. Las explicaciones las buscan en el living de su casa, con su familia, justificando al cual se le confió la representación de los derechos de sus propios hijos, de su esposa, sus padres, y uno mismo. Su presente y su futuro recaen en las manos de quien supuestamente estará contigo durante los años venideros y escuchará los reales problemas del pueblo. Eso dicen.
Es casi parte de nuestra cultura, el votar por cosas insignificantes. A propósito de la polémica reciente por la presentación de los programas de gobierno, ¿cuánta gente es la que realmente los lee? Permítame responder que con suerte (mucha suerte) serán 4 de cada diez personas a nivel país. Algunos porque ya tienen claridad de quien será su elegido/a, otros por sencilla flojera, otros por falta de acceso a la información (puesto que la gran mayoría de los candidatos piensan que el 100% de chilenos tiene acceso a Internet, cuando algunos no tienen siquiera casa) y otros, porque lisa y llanamente deciden su voto en cosas tan banales como el ya clásico “es que se vería tan bien con la banda” , “tiene pinta de Presidente” o yendo aún más allá, “¡cómo va a saludar a los presidentes extranjeros con esa ropa!» Mal ahí.
Al darse el tiempo de preguntar a los ciudadanos que piensa de los políticos, las palabras que más se repetirán serán “mafiosos” , “mentirosos” y por sobre todo “corruptos”. La palabra corrupción, si bien en muchos casos está muy bien empleada, ha sufrido una cierta prostitución. Es como entrevistar en una marcha por la educación y darse cuenta que los entrevistados no saben que es el lucro, pero luchan contra él. La corrupción empieza en el minuto en el cual a usted le llevan una caja de mercadería, un electrodoméstico. Ahí se aprovecha de comprar lealtades, al decir “recuerde que voy de candidato”. La población de sectores populares, siente una cierta responsabilidad de votar por quién le “salvó” un mes de comprar alimentos. Fantástico, pero ¿quién se acuerda de usted en los próximos cuatro años? A menos que posea habilidades sobrenaturales, dudo seriamente que los alimentos le duren más de 60 días, incluso por razones de salud. Y la cuenta de luz del refrigerador que le llevaron la paga usted, no el candidato.
Es hora de cambiar la política, cierto muy cierto. Pero el cambio debe provenir desde la sociedad misma. Es tiempo de dejar de ser conformistas y pelear por nuestras convicciones, ejercer nuestros pocos derechos y exigir más. Es el tiempo de preguntar que han hecho y que harán por usted quienes hoy tocan a su puerta y le piden su confianza.
Es hora de cambiar la política, cierto muy cierto. Pero el cambio debe provenir desde la sociedad misma. Es tiempo de dejar de ser conformistas y pelear por nuestras convicciones, ejercer nuestros pocos derechos y exigir más. Es el tiempo de preguntar que han hecho y que harán por usted quienes hoy tocan a su puerta y le piden su confianza. Esa es su parte de la tarea por ahora, después es el tiempo de la fiscalización, que debe tener más responsabilidad que ver las noticias por la televisión cada noche.
Exija. Confíe. Fiscalice. Si no, ¿quién lo hará por usted?
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Foto: Archi
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Javier Fuenzalida Limardo
Estimado, entiendo tu punto de vista, pero considero que el participar de una campaña no conlleva llevar una mordaza. Comparto el proyecto y estoy por eliminar las practicas de siempre.
Abrazo y gracias por comentar.
pico pal que lee
criticas a la actual politica sin embargo perteneces al comando de Michelle Bachelet? … grave incongruencia amigo