Cada 19 de abril es, para los socialistas, una fecha en la que hacemos gala de nuestra historia, con sus momentos buenos y malos, recordando a nuestros fundadores y mártires y, por supuesto enorgulleciéndonos del mejor de los nuestros: el Presidente Salvador Allende.
En estas fechas hay actos, ceremonias y juramentos de nuevos militantes, que dan cuenta de que somos un partido que sigue vivo y que sigue convocando a miles de chilenas y chilenos que se reconocen en esta bandera y en este himno y, sobre todo, en nuestro accionar político y social de décadas que, en los hechos, conforman lo que se denomina la “cultura socialista”.Hemos ido construyendo una cultura de mayoría a la que no se puede renunciar, para seguir existiendo, para tener la opción, junto a otros, de ser gobierno, pero sobre todo porque aprendimos que el “buenismo” no basta y que se requieren mayorías sociales y políticas para poder hacer cambios en nuestra injusta sociedad.
Sin embargo, al momento de hacer balances hay que contar las ganancias, pero también las pérdidas. Y así como la dictadura nos arrebató a muchos de las y los nuestros, también es un dato de la realidad que en estos años hemos ido viendo como salen de nuestras filas mujeres y hombres con los que compartimos años de camino conjunto.
Las razones de estos últimos pueden ser muchas. De hecho, siempre hay razones para irse, pero también siempre muchas razones para quedarse. Militar se hace cada vez más difícil para muchos que quieren estar siempre del lado “correcto”, sobre todo en las redes sociales.
Pero ser militante del PS, no solo es una opción. Es también asumir que, justamente por nuestra historia y la gran enseñanza y dolor que nos dejó la derrota del gobierno de la Unidad Popular, hemos ido construyendo una cultura de mayoría a la que no se puede renunciar, para seguir existiendo, para tener la opción, junto a otros, de ser gobierno, pero sobre todo porque aprendimos que el “buenismo” no basta y que se requieren mayorías sociales y políticas para poder hacer cambios en nuestra injusta sociedad.
Hoy, hay algunos ex socialistas que tiene por deporte criticar al PS, no buscando simplemente discrepar de su decisiones o propuestas, sino más bien buscando fortalecer la propia.
Por otro lado, es cierto que la citada cultura socialista tiene bases amplias, no todas referenciadas en el Partido Socialista. Y es legítimo. Lo importante es que tras esa historia común que nos sirve de antecedentes, sepamos encontrar la unidad de propósito para hoy, pero sobre todo para mañana. La unidad no puede ser solo mientras compartimos espacios gubernamentales, sino permanentemente, más allá de las coyunturas y momentos electorales.
Es de esperar que las nuevas generaciones que construyeron su proyecto apostando a reemplazar al PS, hayan aprendido la lección. Los adversarios de los trabajadores y trabajadoras que aspiramos a representar no están en las filas del socialismo chileno, sino en otras, que sobre la base del populismo y las fake news, han ido copando espacios mediáticos, sociales y electorales inesperados.
El socialismo chileno seguirá existiendo, no porque tenga más o menos militantes que otros. Tendrá razón de ser mientras mantenga su espíritu unitario, su vocación de lucha y de construcción de mayorías y siga imaginando nuevos caminos para profundizar la democracia en el sentido de la justicia social, la equidad y la dignidad de las personas.
Por eso, que estos 90 años del Partido Socialista coincidan con los 50 años del golpe militar de 1973, no deben ser una coartada para la añoranza y la nostalgia por otros tiempos de Chile y el mundo. Debieran ser, sobre todo, el hito que marque el inicio de una mirada de futuro, que de cuenta de las realidades que vivimos, para proponerle a la sociedad chilena y especialmente a las chilenas y chilenos que viven de su trabajo, un nuevo proyecto, un nuevo camino, un nuevo sueño común.
Comentarios