Ya van tres semanas de discusión firme entre los lectores de El Mercurio y los protagonistas de la reforma agraria, en lo que ha sido un repaso histórico cumpliéndose 50 años de su implementación.
Sus protagonistas (recuérdese que la reforma agraria parte con Alessandri, se materializa con Frei Montalva y se profundiza con Allende) nos han invitado a recordar gran parte de las razones en que se sostuvo su gestación, entre ellas la situación de semi-esclavitud en que vivían los inquilinos de las grandes haciendas, sumidos en una remuneración bajo el 30% del promedio de los obreros de esa época agregándose, además, una alta tasa de analfabetismo que los perpetuaba en la pobreza y los excluía del proceso de modernización que vivió Chile durante el siglo XX. En esos años, viajar al campo era, a lo menos, viajar al siglo XIX.No se ha recordado en el debate, y por tal razón quiero ponerlo sobre la mesa, una variable política que generó esta reforma, de peso tan significativo que cambió todo el desarrollo histórico posterior.
Si estas razones parecieran poca cosa, se sumaba además los problemas técnicos-económicos: la productividad de las grandes haciendas no podía ser más bajo.
Esos argumentos hacían irrenunciable la necesidad de emprender una reforma de esa naturaleza. Bien lo saben amigos (hijos y nietos de aquellas familias) cuyas condiciones materiales de existencia cambiaron gracias a esa reforma.
No obstante lo anterior, con esta reforma se manifestó nuevamente nuestro karma histórico en el desarrollo de políticas públicas:
1. Un buen diagnóstico (que lo legitima): la reforma fue aprobada por una mayoría abrumadora.
2. Una mala ejecución. (procedimental y técnica).
3. Consecuencias brutales, en derroteros no calculados.
Estas características, bien nos las han recordado los lectores en el debate que cito: expropiaciones arbitrarias, mal pagadas, violentas, revanchistas, no-productivas, etc. Los invito a leerlas y reflexionarlas, siempre considerando que muchos de ellos son también protagonistas desde la vereda de los hacendados.
Sin embargo, no se ha recordado en el debate, y por tal razón quiero ponerlo sobre la mesa, una variable política que generó esta reforma, de peso tan significativo que cambió todo el desarrollo histórico posterior. Esa variable es planteada por el historiador Alfredo Jocelyn-Holt: La reforma agraria tiene un impacto político trascendental. La reforma no tan sólo expropia a los hacendados de su tierra, sino, más importante aún, los expropia de su fuente histórica de poder: expropia a los hacendados (expropia a la derecha) del voto. Le expropian el voto de sus campesinos e inquilinos, que en su gran mayoría eran votos forzados (recuérdese el analfabetismo), quitándoles su única fuente para alcanzar representación política parlamentaria. Por eso fue la Democracia Cristiana la que impulsó a más no poder esta reforma, en un intento de acaparar ese voto. Desde ese momento a la derecha ya no le quedan más caminos y tendrá que cambiar su proyecto histórico; desde ese momento la derecha se extrema.
(Ahí la razón por la cual AJH culpa fundamentalmente al gobierno de Frei Montalva en la pérdida de la democracia. La DC le quitó -con la reforma agraria- el voto a su propia familia, a su misma clase, en una confrontación cuidad vs campo).
Consecuencias brutales, en derroteros no calculados.
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