Todo este revival de la época de la dictadura, y la discusión respecto a si ha habido o no reconciliación, me hace pensar que para reconciliarse hay que haber estar conciliado alguna vez. Pero, ¿será así?
Es evidente que inmediatamente antes del golpe, los que supuestamente hoy debieran reconciliarse, no estaban para nada conciliados entre sí, y de hecho estaban profunda y belicosamente enfrentados. Es decir, la disolución de la supuesta conciliación, no se produjo con el Golpe del 73. Y si vamos más atrás en el tiempo (supongamos, previo a la elección de Allende), me parece evidente que estaban en posiciones muy antagónicas. Más aún, los enfrentamientos entre visiones diametralmente opuestas acerca de la sociedad suelen ser la norma, aquí y en la quebrá del ají (rusos v/s yanquis; Balmaceda, O´Higginistas v/s Carreristas; mapuches v/s españoles; revolución bolchevique, francesa, en fin). Peor aún, es común que entre los grupos que se disputan cómo organizar la sociedad, alguno trate de tirar el mantel e imponer su visión a la fuerza. Cuando eso sucede, es usual que ese grupo se vaya al chancho, como sucedió con la derecha y las FFAA durante la dictadura de Pinochet. Y así la odiosidad, que en forma muy concreta, hasta cierto punto siempre existió, tiende a perpetuarse.
Sólo sería posible, entonces, una mayor comunión entre miradas antagónicas, si verdaderamente pudieran acercar posiciones. Es decir, si cada uno, logra reconocer al menos parte de la “verdad” del otro. Pienso que eso, en teoría, podría pasar si, sin dejar de lado todas sus convicciones, unos y otros, mirándose lúcidamente a sí mismos, fuesen capaces de reconocer sus errores y aberraciones más gruesas, y al hacerlo, tener la humildad para establecer la distancia consigo mismos para acercarse y genuinamente empatizar con el otro, reconocer su falta, pedir sentidamente perdón, y hacer lo posible por enmendar los daños.
Lamentablemente, me parece que quienes se cebaron ejerciendo el poder durante el régimen militar (ya sea porque dieron órdenes para reprimir sin contemplación, ejercieron esas órdenes, y/o miraron para el lado haciéndose los desentendidos) no parecen sentir genuino arrepentimiento, vergüenza incluso, y por ello nunca han pedido sentidamente perdón por los horrores cometidos, ni han hecho todos sus esfuerzos para dilucidar los muchos cabos sueltos de que aún quedan para saber toda la verdad y ejercer justicia.
Pienso que eso, en teoría, podría pasar si, sin dejar de lado todas sus convicciones, unos y otros, mirándose lúcidamente a sí mismos, fuesen capaces de reconocer sus errores y aberraciones más gruesas, y al hacerlo, tener la humildad para establecer la distancia consigo mismos para acercarse y genuinamente empatizar con el otro, reconocer su falta, pedir sentidamente perdón, y hacer lo posible por enmendar los daños.
El ser capaz de hacer lo anterior no implica, porque, como argumento al inicio, sería irreal (y erróneo además) pretenderlo, que deban negar todas sus convicciones (sociales, económicas, culturales, etc., que, en este caso, los llevaron a oponerse a Allende, la visión socialista/comunista, e impulsar otro modelo de sociedad). Para nada. Sería sólo necesario que pudieran, en un acto, repito, de humilde lucidez, reconocer e intentar por ende corregir, los horrores más violentos que ordenaron, cometieron o avalaron por acción u omisión.
Claro, para ello, ayudaría que del otro lado, fuésemos capaces también de identificar nuestros propios fanatismos y errores, y reconocer en los primeros no sólo ambiciones y motivaciones abyectas, sino que también honestas (aunque pensemos equivocadas) intenciones por el bien común. Al final, mirarnos los unos a los otros como seres humanos complejos, dominados por demasiadas limitaciones que nos hacen equivocarnos, perder nuestro centro y actuar mal, y evitarla tentación de mirarnos maniqueamente como caricaturas del bien y el mal…
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jose-luis-silva
Bien intencionado y moderado pero medio ambiguo y enredado su artículo oiga. Una cosa el el pronunciamiento militar que ocurrió hace 40 años, el cual obviemente se explica con las causas del mismo, no con los efectos.
Lo que llevó a la mayoria de los chilenos a pedir intervención militar obviamente no fueron los exesos que ocurrieron durante los años siguientes.
Alberto Guzman Meza
Alfonso
En general me agradó tu columna, especialmente cuando te refieres melifluamente a la reconciliación versus conciliado. Que verdad más grande lo que tu hilvanas.
Sin embargo a partir del término de la dictadura cívico/militar/fascista que dio comienzo a la política de los acuerdo, que al parecer sondeaba la anhelada “reconciliación”, como un término sin sustento, perdido
en la gracia de Dios. Yo entré en franca sospecha, en mi inocencia tenía algunas interrogantes:
– Estábamos o no insertos en cuestiones jurídicas
– Los delitos eran de poco peso o eran económicos o de lesa humanidad
– Si lesa Humanidad o económico no había nada que acordar, nada que negociar menos buscar un término ontológico como en el vació.
Se puede negociar verdades con verdades; mentira con otras mentiras, pero mentiras contra verdades..no creo. Según María Olivia Monckeberg en su espectacular libro «El Saqueo de los Grupos Económicos» ¿En realidad qué se regateó?.
Muchos ya conocíamos lo que había pasado en dictadura, los tardíos recién han logrado tener claridad.
Ahora me pregunto: Acaso no será el duopolio resultado de aquellas transacciones?
Atentamente
asalinasm
Gracias por los comentarios recibidos. Mi reflexión base parte de sospechar de esa pretensión, a que parece referirse el término reconciliación, que todos comulgaremos con todos en una paz educada y amistosa. Me temo que ese supuesto estado original nunca existió ni va a existir pues siempre habrán discrepancias fuertes, agudas, enojadas, entre las distintas miradas de sociedad. Otra cosa es, tal como nos sucede a nivel personal, familiar, con nuestras peleas, ser capaces de reconocer los errores (horrores) que cometemos, y sentir un arrepentimiento genuino, incluso doloroso por ello. Esto es lo que no ha hecho la derecha. No ese perdón que nace del cabro chico al que le obligan que pida perdón, sino que esa casi súplica que nos perdonen cuando de verdad reconocemos que metimos la pata. Mi punto adicional es que ese arrepentimiento honesto, ayuda a producirse cuando del otro lado también reconocen errores y voluntad de perdonar, con igual honestidad y generosidad.
jose-luis-silva
Entonces acepte visiones distintas porque es mejor no decir «perdon» sin ninguna convición.
Bajo mis convicciones no veo porque haya que pedir perdon por pedir y apoyar el pronunciamiento militar. Menos por la excelente conducción económica y menos por la construcción de una democracia en un pais devastado por el marxismo.
Pero siento que el tema de hacer vista gorda con atropellos horrorosos claramente sí tenemos o deberiamos tener todos algo esa comezón de conciencia de la que ud. habla. ¿ Pero habrá que darle importancia pública si del otro lado solo se escucha «ni perdon olvido» y solo serviria para enrostrarse mas cosas y dar tribuna a gente ignorante con toda esta verborrea de descalificaciones a todo el sistema economico y politico ejemplar que heredamos del gobierno militar ?
Quizás lo honesto y genereoso sea asumir el grado de culpa que a cada uno le sienta sin hacerlo público cuando sabe que hacerlo público no le hará bien a nadie y solo revivirá rencores.
Romanho1
Excelente articulo!