“¿Un arcoiris? …Pero eso es de maricones, ¿no?” Expresa el personaje de Jaime Vadell en la película NO, al ser informado del que sería el logo de la campaña para la, ya histórica, franja electoral del plebiscito de 1988.
“Chile, la alegría ya viene” propugnaba la campaña electoral que pondría fin a la dictadura, dando paso a una (demasiado) extendida transición hacia la democracia. La promesa era inteligente, diciendo todo y nada a la vez, cada chilena y chileno ponía contenido a la alegría que se prometía.
La Diversidad Sexual veía en aquella alegría la llegada del reconocimiento de derechos civiles y el respeto. Sin embargo, este entendimiento de la alegría prometida no ha llegado. Recién 10 años después del plebiscito, en 1998, se logra modificar el artículo 365 del Código Penal, el cual criminalizaba al “amor que teme ser nombrado” entre personas mayores de edad.
Otros largos catorce años, desde 1998, debieron pasar para lograr un nuevo avance. La tan anhelada ley anti discriminación salía a la luz, después de más de una década de su ingreso al Congreso, precedida y acelerada por la tragedia. Celeridad que limitó el alcance de este avance tornándola una legislación defectuosa.
Sólo estos dos avances puede registrar la historia de los movimientos por la Diversidad Sexual en nuestro país, dos avances desde la llegada a la “democracia”.
No cabe duda que el avance cultural es y está siendo logrado lentamente, gozando hoy en día de mayor aceptación y respeto hacia la diversidad sexual, sin embargo, esto se debe a la lucha incansable de las organizaciones ligadas a estas temáticas y al trabajo de sus muchas y muchos activistas comprometidos que entregan su lucha por una causa que no es, ni ha sido, prioridad para los gobiernos de “democracia”.
A 26 años de aquel histórico 5 de octubre de 1988 la Diversidad Sexual se da cuenta que aquel arcoíris no nos incluía, que aquella alegría no nos contemplaba y que aquella igualdad no nos alcanzaría.
A 26 años de aquel histórico 5 de octubre de 1988 la Diversidad Sexual se da cuenta que aquel arcoíris no nos incluía, que aquella alegría no nos contemplaba y que aquella igualdad no nos alcanzaría.
La deuda con la ciudadanía es enorme, no sólo para las personas de la Diversidad Sexual. A pesar de la alegría prometida, Chile se eleva alto en el penoso ranking de los países con mayor desigualdad, los derechos sociales se encuentran débilmente consagrados y mantiene una deuda con los Derechos Humanos en verdad, justicia y respeto.
Este nuevo aniversario del plebiscito de 1988, aquel en donde el pueblo logró expulsar al dictador, nos debe hacer reflexionar respecto al descontento existente en la población general y lo debilitada que se encuentra la política en nuestro país. Descontento que surge de la promesa incumplida de alegría por quienes administran este triunfo político desde 1988, sin incluir al pueblo que lo ganó. Pueblo conformado por todas y todos, estudiantes, trabajadoras y trabajadores, lesbianas y homosexuales, mapuches y aimaras, chilenas y chilenos que han sido dejadas y dejados de lado por nuestra débil democracia siendo entregados al mercado.
Por nuestra parte, la diversidad sexual continúa exigiendo respeto, igualdad de derechos y el cambio cultural que permita nuestra real inclusión. Entendiendo que la lucha es una sola pero los frentes son muchos y que nuestro frente particular defiende una bandera de arcoíris que no está dispuesta a renunciar a su alegría.
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