Es extraño como a veces una fecha del calendario va determinando el devenir de una nación, en este caso es el 11 de Septiembre, una fecha que se reitera como una suerte de karma en la historia de Chile, particularmente en lo que se refiere al tema constitucional.
Recordemos que un 11 se Septiembre, pero de 1924, aconteció el llamado «ruido de sables» de los jóvenes oficiales, un alzamiento militar con el que se dio término a la República Oligárquica.
Este mismo movimiento militar impulsaría el proceso constituyente que culminó con la Constitución de 1925, la que dio origen a un incipiente Estado de Compromiso. Casi 50 años después, nuevamente los militares se alzaron en contra del poder civil, pero en esa ocasión actuaron de forma criminal, acabando no solo con la Democracia sino que con la propia Constitución vigente.
Al poco tiempo, los asesores civiles de la Junta Militar partieron de una «hoja en blanco», y a través de Jaime Guzmán y la Comisión Ortúzar redactarían la Constitución de 1980, tan cuestionada por estos días, y que establecería un tipo de Estado Subsidiario con una impronta Neoliberal.
Hoy nuevamente, casi medio siglo después, estamos inmersos en una discusión constitucional, y es porque la Constitución, a pesar de las reformas de 2005, solo representa a un pequeño sector de la sociedad
Hoy nuevamente, casi medio siglo después, estamos inmersos en una discusión constitucional, y es porque la Constitución, a pesar de las reformas de 2005, solo representa a un pequeño sector de la sociedad, sector que se ha beneficiado de ella todos estos años. Es de esperar que el proceso constituyente que comienza este próximo 25 de Octubre nos permita otorgarnos de una Constitución más inclusiva, que asegure ciertos derechos sociales esenciales, que sea abierta a la ciudadanía y pueda ofrecer al país un tipo de Estado acorde con los desafíos del siglo XXI.
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