El relleno sanitario es lo mínimo que podemos hacer. ¡Lo mínimo! No “la meta”. Necesitamos apostar más por la reducción de los residuos, más por la separación en origen, más por el reciclaje de los residuos inorgánicos, más por el compostaje o la metanización de los residuos orgánicos.
Tienen la oportunidad de incluir a la comunidad en la toma de decisiones, abrir espacios de gestión de residuos a la sociedad civil, y promover en los vecinos la responsabilidad respecto a nuestro propio impacto.
Con alcaldes nuevos o reelectos, los municipios de Chile comienzan una nueva etapa. Una de las tareas de las que se deben hacer cargo – una de las más características y exclusivas de los municipios – es el manejo de los residuos domiciliarios. En esta materia, me atrevo a señalar algunos de los principales desafíos que tenemos en esta materia:
1) Cambiar la forma de ver el problema de los residuos. Presionados por los electores, los alcaldes tienden a centrarse más en la recolección que en el manejo posterior de los residuos (lo importante es que saquen la basura de la casa y el barrio, y da lo mismo lo que pase después); por otra parte, pareciera que botar basura es un derecho básico, y que una obligación del alcalde es sacarla de la forma más rápida y barata posible (barata para el vecino). En realidad, los vecinos podríamos hacer un esfuerzo mayor. Vivir en un ambiente limpio es un derecho, contaminar no. Debemos reducir nuestro propio impacto (y nuestra comodidad).
2) Atreverse a innovar y apostar por la sostenibilidad. En las últimas dos décadas hemos vivido el paso desde vertederos insalubres a rellenos sanitarios bastante más decentes. Ha sido un importante y duro avance. Por cierto, es una tarea todavía pendiente en gran parte del país, incluyendo mi región (Los Lagos), pero vamos avanzando. Sin embargo, percibo una sensación de haber alcanzado – o estar cerca de – la meta. El relleno sanitario es lo mínimo que podemos hacer. ¡Lo mínimo! No“la meta”. Necesitamos apostar más por la reducción de los residuos, más por la separación en origen, más por el reciclaje de los residuos inorgánicos, más por el compostaje o la metanización de los residuos orgánicos.
3) Posicionar la gestión de residuosdomiciliarios como un desafío colectivo en el que todos tenemos el derecho y el deber de participar. Tienen la oportunidad de incluir ala comunidad en la toma de decisiones, abrir espacios de gestión de residuos a la sociedad civil, y promover en los vecinos la responsabilidad respecto a nuestro propio impacto. Hay espacio, incluso en la legislación actual, para avanzar hacia prácticas de “quien contamina paga”, y es necesario impulsar la colaboración ciudadana en iniciativas de minimización y reciclaje. Por otra parte, es preciso trabajar en equipo también entre municipios. Es posible alcanzar importantes beneficios compartidos a través del asociacionismo municipal. En esta misma lógica, es importante evaluar y manejar adecuadamente las relaciones de cooperación con el sector privado.
4) Negociar un nuevo trato con elEstado. Hasta ahora, el nivel central ha actuado de forma abusiva con los municipios, imponiendo exigencias más costosas (rellenos sanitarios) y al mismo tiempo reduciendo la posibilidad de recuperarlos fondos entre los vecinos (exenciones impuestas por la Ley de Rentas II). Está bien aumentar las exigencias, y es razonable eximir a los vecinos más pobres, pero ¿con cargo a los pocos ingresos que tiene un municipio pobre? Las exenciones debieran ser subsidiadas porr el Estado, sobre la base de los costos reales de la actividad. Asimismo, es indispensable urgir al Estado para que exija sistemas de responsabilidad extendida del productor, que obliguen a fabricantes y grandes distribuidores a hacerse cargo de sus residuos, reduciéndolos, recuperando o compensando a los municipios por la carga generada.
A todos los municipios, suerte en la tarea.
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