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Gobiernos locales y presupuestos participativos

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En los meses recientes, las alcaldías han comenzado a tomar mayor protagonismo en materia de discusión sobre políticas públicas, plasmando interesantes miradas sobre el futuro de la nación desde posiciones de poder local. La presencia en medios de Daniel Jadue, Jorge Sharp y Joaquín Lavín, en base a agendas con enfoques que buscan ciudadanizar sus gobiernos, da luces de una posible revitalización democrática desde los municipios. Con una escala territorial más acotada, una alcaldía puede ofrecer a sus ciudadanos sustantivas innovaciones en materia de ejecución presupuestaria y desarrollo de proyectos que abren nuevos caminos dentro del árido contexto neoliberal chileno. Una municipalidad puede saltarse la monotemática lógica de la rentabilidad de la inversión para propuestas públicas, que muchas veces torpedea ideas poco rentables económicamente pero necesarias para la comunidad.  

El caso de Jadue es interesante, porque sus proyectos se realizan en la comuna que ocupa el puesto 39° a nivel nacional en materia de gasto anual (según registros del año 2017) y en relación a la disponibilidad de recursos per cápita Recoleta se ubica en el puesto N° 304 a nivel nacional. Aún así, se las han arreglado para generar farmacias populares,colegios como espacios públicos, vivienda popular, consultorios móviles, óptica popular y otros servicios que vienen a paliar el inexistente sistema de seguridad social chileno. Sus iniciativas son provocativas porque, como reiteradamente lo plantea Jadue, si su comuna pudo, otras también pueden. Su técnica es poner al municipio al servicio de los ciudadanos y, en esto, los formatos y alcances de los procesos participativos juegan un rol relevante. Es vital que los ciudadanos sepan con cuántos recursos cuentan sus municipalidades y cómo se usan para que se involucren en esa toma de decisiones.

La siguiente tabla busca exponer, precisamente, cuál es la capacidad de gasto de las 39 municipalidades que anteceden a Recoleta en materia presupuestaria. Usted verá si siente que su presupuesto comunal está bien gastado o no, o, mejor aún, si le gustaría ser parte de su confección.

Lo cierto es que la oportunidad de desarrollar nuevos modelos de democratización a partir de gobiernos locales tiene su representación en un instrumento llamado presupuestos participativos.  Según la información de la Subsecretaría de Desarrollo Regional, los presupuestos participativos son formas de hacer gestión con y para la comunidad permitiendo que los vecinos diagnostiquen, prioricen, deliberen, ejecuten y controlen una parte significativa de los recursos municipales.

La evidencia internacional permite creer que las autoridades de gobiernos locales no deberían temer a este tipo de instrumentos y, por el contrario, es muy probable que sea otra forma de aumentar la confianza de la ciudadanía en la tan alicaída democracia chilena.

De esta forma, los ciudadanos influyen directamente en la decisión de cómo y en qué gastar esos recursos públicos. En países vecinos existen hace años. Brasil que fue pionero en 1989 lo que se ha implementado en diversas ciudades de dicha nación. Luego, en el Perú, los presupuestos participativos son comunes y hoy definen entre el 30% y el 70% del destino de recursos municipales, similar a lo que ocurre en República Dominicana.

En Chile, sus potencialidades están subexplotadas. Aquí se usa menos del 5% del presupuesto municipal para este tipo de iniciativas. Esto ocurre porque la legislación en materia de participación es consultiva y no siempre vinculante (Leyes 18.695 y 20.500). Tampoco ayuda que parte de la ciudadanía se para con cierta desidia ante las organizaciones barriales, en vez de participar en política de forma más activa. Esto genera dos problemas: autoridades que ejecutan proyectos sin tener que validarlos democráticamente ante una ciudadanía más amplia que el concejo y ciudadanos que actúan como clientes recibiendo productos urbanos sin ser parte de su confección. La evidencia internacional permite creer que las autoridades de gobiernos locales no deberían temer a este tipo de instrumentos y, por el contrario, es muy probable que sea otra forma de aumentar la confianza de la ciudadanía en la tan alicaída democracia chilena. Por su parte, los presupuestos participativos son una excelente oportunidad para transformar las ciudades donde vivimos en lo que queremos, sin tener que conformarnos con lo que nos tocó no más.  

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1 Comentario

Guerrillero digital

Guerrillero digital

Independiente «de los participativos», me parece una política más interesante aumentar en un punto del Presupuesto Nacional el gasto estatal en las municipalidades, para crear proyectos que mejoren sus capacidades técnicas. En mi biografía comento algunos proyectos que lo lograrían y la forma de financiarlos.

Si existieran esos proyectos en las comunas (Empresa Comunal S.A., Talleres del Estado, Centro Técnico, una forma asociativa de hacer inversión conjunta para crear empresas locales y una plataforma digital de debate sobre en qué invertir los dineros), disminuiría la migración al Área Metropolitana, invirtiéndola hacia comunas, y de esa forma disminuirían los costos estatales asociados a la migración, por lo que en el mediano plazo el Estado podría destinar más y más recursos a las comunas que provocan la migración y el desastre de marginalidad que hay en el Á. Metropolitana y su creciente demanda de recursos estatales.

Participar de pocos recursos municipales, no tiene mucho sentido si estos no se aumentan y no lo tiene tampoco si se llega con ellos a hacer más de lo mismo, sin que no cambien las condiciones organizacionales internas de la comuna, de manera que los desafíos que se pudieran plantear, obedezcan a un conjuntos de intereses y objetivos que mejoren ampliamente las bases de la calidad de vida, partiendo por elevar el nivel de pertenencia económico personal y colectivo y así el nivel de empleo donde la gente vive, de manera que no necesite migrar…