Las elecciones primarias municipales tuvieron un debut ingrato, con una baja participación, de un padrón electoral de alrededor de 5 millones de potenciales votantes, sólo sufragaron un poco más de 282.000 personas. Si bien el universo total de posibles electores es inferior a los mencionados 5 millones, sigue siendo muy baja la participación electoral.
Explicaciones surgieron a borbotones, incluso al nivel de justificar lo sucedido con la celebración del día del padre, lo que es una forma muy superficial de entender la situación. Y las soluciones inmediatas que emanaron de los políticos es volver al voto obligatorio. Nada nuevo bajo el sol, dirían los antiguos romanos.
Las elecciones primarias en su origen es una muy buena idea para estimular la participación dentro de los partidos políticos que permita el surgimiento de nuevos potenciales liderazgos y de alguna forma neutralizar los caciques de turno. Sin embargo, menos de un tercio de las comunas fueron a primarias, esto es, en buena parte del país se presentarán a la reelección una gran cantidad de alcaldes y alcaldesas sin competencia interna concreta.
¿Por qué la ciudadanía no participó en forma masiva en esta elección? En primer lugar, este fue un proceso con una bajísima difusión, al parecer ni los partidos políticos, ni el gobierno, ni los medios de comunicación tuvieron mucho interés en socializar estas elecciones.
Segundo, salvo excepciones, no se apreció una camada de recambio en los candidatos, que hubiese permitido mayor motivación en los ciudadanos. La ciudadanía sigue viendo con ojos críticos a las máquinas políticas de los partidos, lo que no genera entusiasmo, sino que al contrario, un rechazo. La población espera que la clase política, ilusamente, termine con sus prácticas politiqueras y en forma transparente promuevan la democracia y participación de los militantes partidarios; que los lleve a presentar candidaturas distintas a los actuales cuestionados políticos. Esto no se apreció en esta elección y, donde la población percibió esa opción, si participó (ver caso de Leopoldo Méndez en Valparaíso).
En tercer lugar, aún persiste en la población una profunda decepción del comportamiento de la elite política. En efecto, la percepción generalizada es una desconfianza en los partidos políticos y sus líderes, en particular los que forman el pacto de la Nueva Mayoría, debido a que fueron esos partidos los que en el pasado lideraron la recuperación democrática, pero que no pudieron o no quisieron modificar el modelo neoliberal que en el presente afecta a la ciudadanía, como es el caso de las bajas pensiones de las AFP, el difícil acceso a educación y salud pública de calidad; situaciones que han generado un profundo desencanto.
La a ciudadanía no confía en la clase política. Por lo tanto, pueden suceder dos cosas: la abstención en las elecciones municipales puede ser la más alta desde el retorno a la democracia y/o el surgimiento de candidatos y futuros alcaldes y concejales no convencionales, asistemáticos y populistas.
Lo anterior nos lleva a un escenario complejo. La ciudadanía no confía en la clase política y no cree en que haya asumido los cambios necesarios después de la crisis de financiamiento irregular de sus partidos. Por lo tanto, pueden suceder dos cosas, ya sea por separado o en forma simultánea: la abstención en las elecciones municipales puede ser la más alta desde el retorno a la democracia y/o el surgimiento de candidatos y futuros alcaldes y concejales no convencionales, asistemáticos y populistas.
La desafección de la población de los procesos electorales es una clara señal que también existe una desvalorización de las prácticas democráticas, dejando paso al advenimiento de liderazgos populistas e inclusive, nuevas formas de autoritarismo escudados en la necesidad de políticas de seguridad ciudadana.
Lo peor, es que el análisis de los partidos políticos, al menos lo expresado en forma pública en las horas posteriores al término de esta elección primaria municipal no considera el malestar ciudadano. Lo que permite aventurar que la ceguera política nos llevará a la abstención municipal de octubre próximo.
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Servallas
El peligro de esto es que se acercan los Chávez, los Pinochet, y si seguimos para atrás, los Castros, los Trujillos, etc. los caudillos salvadores, los mesías. Pero entonces, ¿cómo evitamos los nepotismos, los clanes, los dueños de los cargos, la corrupción, los apellidos, los acarreos, los dueños de los partidos tantas veces denunciados? A veces parece que no tenemos vuelta, la historia se repite y se repite, parece que estamos condenados.