Veremos si los medios y los periodistas que promueven el rol fiscalizador del periodismo y defienden a ultranza la «sacralidad» de la libertad de prensa (como dijo Iván Valenzuela en el programa «El Informante» de TVN), hacen eco de este grave atentado a la libertad de expresión
En la edición del 2 de junio del programa «Mentiras Verdaderas» de La Red, Pamela Jiles, reconocida periodista dedicada a temas de farándula y política anunció el cese del espacio que ocupaba en ese programa, llamado «Chile a Prueba de Jiles», en el cual se analizaba la contingencia política desde un punto de vista muy distinto al común del periodismo televisivo. Los análisis de la periodista se planteaban desde una crítica al sistema político, económico e institucional chileno, comentando con minuciosidad el actuar de personajes e instituciones que pocas veces están bajo una lupa crítica en los espacios periodísticos de TVN, Mega, Chilevisión o Canal 13.
Jiles apunta a la «élite» como la responsable de su caída. No quiso revelar las razones concretas del cierre del espacio, pero al exculpar a La Red, sugiere que fueron los otros actores involucrados en las transmisiones del canal los responsables. También destacó que su sección estaba vetada por los auspiciadores y que se sustentaba en pocos recursos económicos, pero también en un irrestricto rigor periodístico, velando por exponer solo verdades contrastables y verificables, algo que desearía poder decir buena parte del periodismo chileno, en especial el de televisión.
Este hecho es la cristalización de la insuficiencia de la libertad de expresión como condición necesaria y suficiente para un funcionamiento democrático de los medios masivos. Sin pluralismo, sin espacios para que la diversidad de voces y puntos de vista se expresen masivamente, los medios simplemente juegan en contra de la democracia, promueven una ciudadanía con información sesgada (incluso des-informada). La libertad de expresión, cuando se entiende como la imposibilidad de cuestionar las decisiones editoriales, funciona simplemente como argucia para que los poderes fácticos funcionen sin contrapesos y sin la obligación de cumplir el rol democrático que les corresponde. Tampoco es síntoma de un sistema mediático saludable que no haya un espacio en el cual opiniones distintas puedan exponerse. Como mencionara Jiles, en esto la televisión estatal está absolutamente al debe.
Cuando el poder del dinero -ya sea en forma de dueños corporativos de empresas mediáticas, ya sea en forma de avisadores que suben o bajan el pulgar a la sobrevivencia de espacios mediáticos- no tiene contrapeso, los medios cumplen una función ideológica muy lejana a los ideales democráticos, por mucho que se haga defensa corporativa de la «libertad de expresión» a secas.
La salida de Pamela Jiles también es una prueba de que lo mediático no es un asunto menor en lo que respecta a la democracia y que a la hora de ejercer el poder, los grupos con influencia económica y gremial no vacilan en incidir. Estos poderes encuentran un espacio de mucha opacidad en los medios de comunicación masiva, pues las decisiones (y presiones) editoriales ocurren de espalda a la ciudadanía. No sabemos con certeza cómo funciona el lobby mediático y ese manto de duda entrega un buen escondite para los «fácticos», desde donde pueden incidir en procesos sociales y culturales.
Veremos si los medios y los periodistas que promueven el rol fiscalizador del periodismo y defienden a ultranza la «sacralidad» de la libertad de prensa (como dijo Iván Valenzuela en el programa «El Informante» de TVN), hacen eco de este grave atentado a la libertad de expresión. Veremos que tan evolucionado está el sistema de medios masivos chileno, poniendo en su agenda este delicado hecho. Sería curioso que la actitud implacable que se tiene respecto a Argentina, Ecuador, etc. no aplique a lo que ocurre en nuestro país.
Esperemos también que en algún punto de nuestra historia el poder político se haga cargo de estos fenómenos mediáticos haciendo frente al antidemocrático imperio del dinero en las comunicaciones masivas en Chile. La ley de televisión digital fue una oportunidad perdida pues no cuestionó lo suficiente ese inmenso poder fáctico. Veremos si en discusiones posteriores este tema recibe la atención y la seriedad que le corresponde.
Comentarios
03 de junio
La censura es el medio que utilizan los poderosos cuando alguien cuestiona sus prácticas anti éticas.
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