Una portada de la revista francesa Charlie Hebdo, encendió las antenas de Twitter y toda red social. La imagen era fuerte: un dibujo del niño sirio muerto en el mar que simbolizó, gracias a los medios, la política anti refugiados que se está llevando a cabo en algunos lugares de Europa. El objeto de la portada es hacer una crítica a aquellas políticas, de manera peculiar. De la manera en que sólo dicho medio lo sabe hacer.
Como siempre sucede en un contexto como el actual en donde las imágenes son más importantes que los contenidos -sólo cabe preguntarle a los medios que hoy se escandalizan con la portada pero lucraron con la foto por semanas- todo quedó como una burla de parte del semanario a los niños muertos. Todos gritaban y decían que por lo mismo ellos nunca habían sido Charlie Hebdo -haciendo alusión al masivo “yo soy Charlie” que se instaló luego del asesinato de parte del medio de las manos de extremistas islámicos, pero nadie se detuvo a analizar la crítica. Nadie quiso pensar que tal vez las imágenes, en su totalidad, trataban de mostrar con rudeza la crisis, pero sobre todo la manera en que ha sido tratada ésta.Charlie Hebdo nos despertó y con un mensaje crítico hacia las políticas de algunos países frente a los migrantes sirios, también -y tal vez sin quererlo- nos ha demostrado con su sarcasmo que si el periodismo mundial no ha sido capaz de respetar el cuerpo de infantes, ellos son quienes tienen que hacerlo notar.
Debido a esto es que, una vez más, entramos en el debate de la libre expresión. Quienes en el pasado rasgaban vestiduras y lloraban a quienes habían sido matados por extremistas defendiendo la libertad de expresión, hoy reculaban y hasta intentaban en sus más ocultos pensamientos al tratar de justificar-sin decirlo claramente- el que los hayan matado. Total no respetaban la fe de las persona dicen unos y extralimitaban las maneras en que se intenta hacer una crítica. Tal vez están en lo cierto. A lo mejor es real que nos descolocaron con sus dibujos, pero mi pregunta es: ¿acaso esa no es su misión?
En un mundo en el que todas las imágenes se mueven constantemente con el objeto de crear sensaciones y de que nos movilicemos sin dar contextos ni explicaciones, y en donde los medios nutren sus agendas informativas con ellas, lo cierto es que las llamadas de atención y la desacralización de ciertos símbolos, es la única manera de hacer visibles las críticas. Es la única manera de que los aprovechamientos mediáticos de ciertos diarios y canales de televisión sean derrumbados y nos pongan frente a los ojos la realidad: hay fotos de niños muertos que han circulado ante nuestros ojos que nos han dejado tan estupefactos, que incluso hemos sido incapaces de oponernos a esos medios que las han puesto frente nuestro.
Charlie Hebdo nos despertó y con un mensaje crítico hacia las políticas de algunos países frente a los migrantes sirios, también -y tal vez sin quererlo- nos ha demostrado con su sarcasmo que si el periodismo mundial no ha sido capaz de respetar el cuerpo de infantes, ellos son quienes tienen que hacerlo notar. Y curiosamente quedan como los malos de la película, como los crueles y como los malditos, cuando tal vez esa cruda imagen es la única que nos da a entender realmente lo que sucede. Y lo hace dando una opinión política sobre la crisis, lo que, finalmente, es la única manera en que realmente se entrega respeto al niño muerto.
Charlie Hebdo, junto con el dibujo, hace una verdadera defensa de ese niño ya que es el único medio que muestra lo sucedido con una observación crítica hacia aquellos que han pontificado con la imagen sin respetar realmente el duelo de una familia. Es el único que ha puesto ante nuestra autocomplaciente mirada el hecho de que hemos preferido escandalizarnos antes que pedir respeto a quienes muestran las dolorosas muertes, como una manera más de comercializar sus noticiarios centrales y disfrazar su amor por el amarillismo como periodismo serio.
¿No es acaso una revista de “humor satírico” la indicada, la llamada a poner más cordura a la manera en que jugamos con temas tan serios como la muerte humana, caricaturizando ese amarillismo? Esa creo que es la pregunta fundamental, y la principal razón por la que no todos somos Charlie Hebdo.
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