Diana Bolocco, al utilizar su imagen, no sólo se aleja de su papel como comunicadora social, sino que la periodista entra en un juego perverso al legitimar prácticas que van en contra de la ética periodística, toda vez que una investigación seria demostró que efectivamente ese producto no cumple con lo que asegura realizar.
Hace pocos días ha comenzado a circular un comercial de una conocida marca de yogur que, de acuerdo a su información, logra regular el tránsito intestinal. Esta misma marca hace algunas semanas apareció cuestionada por un programa de investigación por no poseer las cualidades que señala, marca que incluso debió enfrentar una demanda judicial en los Estados Unidos por publicidad engañosa. Un conocido rostro de televisión encabeza en Chile su publicidad: Diana Bolocco, periodista de la Pontificia Universidad Católica de Chile. En dicha publicidad, y en una especie de comunicado público, aparece la animadora realizando los descargos de la compañía y desautorizando la investigación del programa Contacto de Canal 13 que desenmascaró a la marca en relación a su producto.
El debate está abierto. ¿Es posible que un periodista de profesión realice comerciales publicitarios sin perder su independencia informativa? ¿Es ético que un profesional de las comunicaciones haga comerciales? Hace unos meses atrás, y durante mucho tiempo, la fallecida periodista Raquel Correa cuestionó esto, señalando «nuestro deber es informar a la opinión pública sobre la realidad tal como nosotros la vemos. Entonces, transar eso en función de un pago publicitario es la contradicción más flagrante que puede existir con el deber periodístico». Ahora, más que nunca, estas palabras se vuelven una realidad. Diana Bolocco, al utilizar su imagen, no sólo se aleja de su papel como comunicadora social, sino que la periodista entra en un juego perverso al legitimar prácticas que van en contra de la ética periodística, toda vez que una investigación seria demostró que efectivamente ese producto no cumple con lo que asegura realizar.
Otras personalidades han debido hacer frente a este tipo de problemas que se generan a partir de esta difícil relación. Iván Zamorano debió realizar una conferencia de prensa a partir del escarnio público que sufrió por haber encabezado la campaña del Transantiago. Similar suerte corrió Jorge Zabaleta, quien fuera rostro de la tienda La Polar, cuestionada por las renegociaciones fraudulentas en donde se vieron afectados millones de chilenos.
Es de esperar que este tipo de situaciones haga reflexionar no sólo a periodistas sino a muchos otros rostros televisivos de los daños que puede provocar en sus carreras el aparecer ligadas a distintas marcas y/o empresas. Si bien el riesgo lo vale, pues les significa obtener millonarios ingresos, la pérdida en su independencia y autonomía profesional se ve seriamente perjudicada, dañando de paso la imagen de periodistas y actores en general.
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