La Concertación no generó política alguna de estímulo de una pluralidad informativa, uno de los pilares de cualquier sistema democrático sano. ¿Por qué esta ausencia de políticas públicas? Por su creencia religiosa en el mercado, por su creencia dogmática de que sería el mismo mercado quien regularía el nacimiento de medios, produciendo un sector competitivo y plural. La Concertación estimuló la concentración.
Los medios masivos de comunicación son “artefactos” culturales creados por las sociedades modernas y que tienen como una de sus tareas difuminar hacia la opinión pública lo que entendemos como “la realidad”. La importancia e influencia de los medios fue creciendo con el tránsito del siglo XX, abarcando un espacio geográfico mayor en el planeta a través de la tv por cable, tv satelital, hasta la Internet como plataforma. Se tornaron omnipresentes y ubicuos, y las sociedades occidentales fueron delegando la conversación pública a estos espacios virtuales .
No obstante, parece ser que debemos tensionar aquella función de los medios masivos. El problema es que en el Chile actual tenemos antecedentes suficientes para dudar del modo en que los medios de comunicación no están “contando” esta realidad… o más bien, habría que preguntarse el porqué los medios en nuestro país no están transmitiendo una heterogeneidad de visiones acerca de las diferentes realidades que podrían estarse dando.
#pirómanosmodeon
Muchas veces me pregunto por qué se muestran solo desmanes en las movilizaciones sociales que cuentan con un altísimo porcentaje de adhesión ciudadana. Pasan los días, pasan los noticieros, y esa “simpatía” de la gente con las demandas de la calle se mantiene. ¿Nos gusta la violencia? ¿Nos gustan (#pirómanomodeon) las micros quemadas? ¿O será que las movilizaciones sociales son sustancial y mayoritariamente otra cosa y en la calle no sucede lo que sucede en las pantallas?
A mi juicio, el asunto se explica, en parte, por la muy comentada concentración de la propiedad de los medios de comunicación que se viene dando en nuestro país desde los 90 y que redunda en una homogeneidad de discursos. Estamos escuchando y viendo en las horarios prime lo que un grupo muy determinado de ejecutivos de medios de comunicación decide, con criterios que tienen que ver casi exclusivamente con el mercado (los medios le venden sus productos- la información propiamente tal- a una audiencia y transan adicionalmente al acceso por parte de avisadores a esa audiencia a través de la publicidad) y con las líneas editoriales de esos medios, prácticamente todos de una corriente de pensamiento ligada al modelo económico que muchos llaman neoliberalismo.
¿La alegría ya viene?
En los 70, el espectro mediático en Chile era distinto al actual. Chile también lo era. Al momento del golpe militar, se empezó a sufrir informativamente los rigores de la censura propia de un control político e ideológico centralizado en la Junta que comandaba Augusto Pinochet. Así pues, las dos empresas más importantes en la difusión de información, COPESA y El Mercurio, tuvieron de ahí en más la cancha despejada para consolidar esa supremacía que gozan hoy. Hubo dictadura política desde 1973 a 1990, pero leí por ahí… seguramente en twitter, que la dictadura no se acabó; hoy la dictadura es de otro tipo, una dictadura del mercado.
Esto queda patente cuando se trata de enunciar la dinámica que tomaron los medios de comunicación post Pinochet. Paradojal e irónicamente el fin de la dictadura supuso el golpe de gracia en este tránsito de agonía y muerte de varios medios de comunicación, algunos muy importantes en la historia reciente de este país, como los diarios Fortín Mapocho y La Época, las revistas Análisis, Cauce, y Hoy, por nombrar las más conocidas.
¿Por qué? No pudieron adaptarse a las nuevas condiciones, que exigían estrategias de mercadeo, empresariales, que le dotaran de un marco de sustentabilidad económica que compense el fin de las ayudas externas que recibían cuando la lucha era contra la censura impuesta por el gobierno militar.
Esta agonía en parte también podría deberse (y escribo en condicional solamente con el afán de no parecer autoritario en mi idea, ya que desde mi punto de vista es evidente) a que la Concertación de Partidos por la Democracia, la coalición gobernante desde 1990 al 2010, no generó política alguna de estímulo de una pluralidad informativa, uno de los pilares de cualquier sistema democrático sano. ¿Por qué esta ausencia de políticas públicas? Por su creencia religiosa en el mercado, por su creencia dogmática y administrativa del modelo impuesto en que sería ese mismo mercado quien regularía el nacimiento de medios, produciendo un sector competitivo y plural. La Concertación estimuló la concentración.
El resultado de esto es que hoy, 2012, por lejos, las empresas periodísticas que marcan agenda en Chile son el grupo de empresas de El Mercurio y la Sociedad Periodística de Chile (copesa), con una gran cadena medios escritos, radiales y electrónicos pues no sólo controlan el tiraje, sino que fueron poblando el discurso público a través de lo que se denomina la convergencia de medios, es decir, la configuración de mega conglomerados que utilizan los distintos formatos (radio, prensa escrita, tv, web) para instalar sus productos informativos.
Para otra conversación dejaremos el tema de la irrupción de las empresas internacionales que poseen uno o varios medios de comunicación en Chile, (como los dueños Chilevisión o Radios Futuro y ADN) o las radios comunitarias.
Desde la universidad podemos hacer mucho para aportar a este necesario diálogo puesto que un indicio de lo grave de este problema es la breve investigación realizada por los centros de estudios que directamente han asumido el análisis, destacando el más actual (2009) y detallado que es el libro de María Olivia Mönckeberg “Los Magnates de la Prensa: Concentración de los Medios de Comunicación”. De esto les propongo conversar rescatando experiencias alternativas que han surgido, como diarios electrónicos.
* Paulo Contreras, académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Austral de Chile
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Foto: El Ciudadano
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