Y si piensa distinto frente a un aspecto de la gratuidad en la educación (reitero: no total y sólo en superior), ¿no es este un tema opinable? ¿O pertenece a la categoría de dogma y Peirano debiera plegarse sin chistar a lo que ordene “el programa”, en el que por cierto, ella participó?
La forma de cierta prensa para cubrir el caso de la nueva subsecretaria de Educación ha sido tendenciosa, raya en la censura intelectual y reprobable en cuanto a ética periodística. ¿Por qué?
Veamos. ¿Qué dijo Claudia Peirano? Firmó una carta junto a otros académicos donde se oponía a la gratuidad total en la educación superior, privilegiando esos recursos para la educación preescolar y escolar. Es decir, Peirano no se opone por principio a la gratuidad, sino que discrepa en su cobertura. Es decir, Peirano tiene una opinión, fundamentada aunque debatible.
La pregunta que vale hacerse es: ¿esperamos que todos los miembros del gobierno (este o cualquiera) comparta el 100% del contenido de su programa? ¿Es posible consensuar posiciones diferentes, o sólo pueden estar quienes piensen igual que la presidente? Es evidente que eso ni ocurre ni sería beneficioso que así fuera. Por lo pronto, no podrían compartir un mismo gobierno tendencias tan diversas que han estado desde los orígenes de la Concertación y ahora como Nueva Mayoría (el PC con la DC, para ser más gráfico). Y si así ocurriere, ¿podríamos confiar en que las opiniones de ministros o subsecretarios fueran honestas, o estará siempre la duda latente sobre su verdadero pensar, dado que no les queda sino asentir lo que diga la Presidente? La política es precisamente el arte de conducir diferencias valóricas.
Y si piensa distinto frente a un aspecto de la gratuidad en la educación (reitero: no total y sólo en superior), ¿no es este un tema opinable? ¿O pertenece a la categoría de dogma y Peirano debiera plegarse sin chistar a lo que ordene “el programa”, en el que por cierto, ella participó? Se insinúa incompatibilidad para su cargo por pensar distinto. ¿No será la propia Presidente, o en su caso, el Ministro los que debieran evaluar si tenerla en su equipo es beneficioso? Al parecer la evaluación es que a pesar de sus discrepancias, sí será un aporte. Como diría San Agustín, en lo esencial, unidad, en lo opinable, respeto.
En segundo lugar, los artículos intentan descalificarla por el solo hecho de estar vinculada a ese ámbito de manera remunerada. Entonces, ¿es que prestó servicios a los colegios de su ex marido? El propio vínculo en sí no es ninguna falta y lo que habría que dilucidar es si esto era legal o no: si hay irregularidad, será sancionada; si el reparo es ético, en mi opinión el haber estado casada por 20 años con un sostenedor de colegios y haber prestado asesorías por 26 millones a sólo 3 de sus colegios habla más bien de una situación bastante regular, si bien no conozco los detalles.
Pero cuando esto ya parece escaparse del rol del fiscalizador de la prensa es cuando un tercer artículo del mismo diario intenta –con animus ofendis- vincular los cuestionamientos a un colegio con la asesoría que Peirano habría entregado a este (“Nueva subsecretaria de educación asesoró a colegio subvencionado fuertemente cuestionado por sus apoderados”). Se trata del clásico caso “perro mordió a hombre”, algo que no es noticia, salvo claro, para inducir al lector a sacar ciertas conclusiones.
Un siguiente artículo va aún más allá en la insidia: Bachelet marca autoridad y desafía al movimiento estudiantil pero deja abierta la puerta a salida honrosa de Peirano. En este artículo, si bien el hecho es el respaldo oficial del vocero de gobierno a su nominación, concluye la periodista que lo que se ha hecho en realidad es abrirle la puerta a una “salida honrosa” a la nueva subsecretaria. Y va más allá: “…hay quienes creen que todo es parte de una operación digitada desde el entorno de la próxima ministra de la Segpres, Ximena Rincón, conocida disidente de Walker. Rincón es la actual pareja de Walter Oliva, ex marido de Peirano”.
Aparte de no citar fuentes –nos estamos acostumbrando al periodismo de comidillo– indica la nota, sería la actual Ministra Segpres quien “digitaría esta operación”, de la que no existe ninguna evidencia salvo el artículo publicado por el mismo diario. El argumento no se sostiene: aparte de estar exponiendo todos los antecedentes de su actual pareja en la prensa, supuestamente solo con el fin de bajar a Peirano, si estos fueran válidos, es evidente que dichos argumentos recaerían luego en la propia nueva ministra Rincón. ¿No tendría ella los mismos conflictos de interés si será la encargada de negociar la reforma educacional? ¿Cuál sería el argumento para sostener a la actual pareja de Oliva, pero obligar a renunciar a la anterior pareja? 1+1=2.
Es de esperar que el periodismo investigue, fiscalice e informe, pero aplicando los mismos estándares a sí mismo que al resto. Tendríamos no solo un mejor periodismo, sino un mejor país.
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