La reciente aprobación en el Congreso de la ley antidiscriminación sienta las bases, al menos teóricamente, para que en nuestro país se logre “emparejar la cancha” en todo lo relativo a los permanentes abusos y odiosidades que debe soportar un determinado universo de nuestra sociedad.
Sin embargo, y a simple vista, el acontecimiento impulsor de la medida y la maravillosa noticia tuvo nula repercusión para la elite escolar capitalina y altos ejecutivos televisivos. Esto quedó demostrado tras la exhibición del reportaje de Contacto emitido en el que se narraban las múltiples dificultades a las que tuvo que hacer frente una trabajadora doméstica y su pareja por intentar lograr un cupo en pomposos colegios de Santiago. El material audiovisual se denominó “Nanas: ¿por qué yo no?” y constaba de dos partes. La primera de ellas se difundió íntegramente, pero la segunda no. Su emisión duró sólo 6 minutos de un total de 26, aproximadamente.
¿Por qué se produjo tal censura? La censura del reportaje remeció a la señal de los Luksic a tal punto que cobró la renuncia indeclinable del director de prensa, Patricio Ovando, y la editora general de Reportajes, Pilar Rodríguez. Según la versión de estos profesionales, el cese de sus funciones se debe a la desaprobación categórica de aquel acto arbitrario impulsado, fundamentalmente, por el presidente ejecutivo del directorio, René Cortázar, quien, a su vez, justificó su acción como lícita porque consideró que el reportaje no cumplía con los estándares de calidad del programa Contacto.
Han pasado casi diez días de ocurrida la problemática y pareciera ser que todo sigue como si nada. ¿Qué sucede con el poder fiscalizador de nuestra prensa? ¿Somos meros funcionarios de una empresa dedicada a las comunicaciones o hay algo más?
Resulta sorprendente que no nos llame la atención observar, casi como una tautología, la cohorte de reportajes e informes “en profundidad” sobre variadas situaciones acaecidas en sectores vulnerables. Dedican buena cantidad de minutos preciosos de televisión a contarnos lo contado y a evidenciar lo evidente. Pero cuando un espacio periodístico intenta mostrar las “fisuras” de Plaza Italia hacia arriba, entonces comienzan los obstáculos y las consideraciones “técnicas”. Parece que el brazo de la investigación periodística de calidad, al dañar intereses o la imagen de los intocables, ve imposibilitada su opción de abrazar la verdad, o al menos abarcar una porción de ésta. Cuestión que nos hace un flaco favor a todos como país y minimiza nuestra profesión de periodistas.
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Foto: saborizante.com
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Cristóbal Cancino Ríos
creo que cuando se toca los cojones de los que la «llevan» todo cambia, pero «riamosnos de los demás, pero a mí,no». así funcionan estos patrones de fundo…
Francisco Renard
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